Si el alma de Li Po caminara por los estantes y los eventos chinos de la Feria del libro de Frankfurt; hace rato que se habría dado cuenta del tenso ambiente que los rodea. Entonces Li Po se sacaría los zapatos, como lo suelen hacer los ascetas y sabios de aquellas dinastías que tenían como privilegio hablar con la luna y detener el tiempo cuando brota una flor, para tirar de las orejas a la historia. (y por supuesto a los chinos).
Por los campos de Manchuria ya han pasado millones de carretas cargando el trigo y la luz, ha bailado el dragón rojo (la turba humana y las hordas) el baile más oscuro bajo un árbol escondido, entre sublevaciones y tambores ha pasado la revolución cultural, ha muerto Mao, ha avanzado la industrialización como un severo Atila, dejando manchas en la conciencia de muchos y nombres de ciudades que se han transformado en adjetivos atroces como por ejemplo: Tianamen. Si Li Po viera en los ojos de los escritores chinos que no han venido a Frankfurt en la delegación oficial salida desde Pekín, sentiría el sabor salado que propaga el pescado a la hora de ser sacado del mar.
La sal es un elemento indispensable y mitológico para la humanidad, la sal es como la palabra, ya que sin ella nos quedamos mudos. Sin sal muchos escritores se quedarían como los fantasmas. La sal es la palabra. China tiene la gran oportunidad de dar un paso al frente y lamerse las heridas históricas en el encuentro libresco de Frankfurt. Además, tiene la obligación de escuchar las opiniones y los descargos de los Dioses sin tapujos ni tabúes.
En memoría de ese gran poeta que amó la soledad del viento y el silencio de los ríos, y con el deseo de que su luz alumbre la cabeza de los intelectuales chinos y dejen de barrer, de una vez por todas, la basura debajo de la alfombra, les dejo este poema de Li Po:
MIENTRAS BEBO, SOLO, A LA LUZ DE LA LUNA
Li Tai Po (701-762)
Un vaso de vino entre las flores:
bebo solo, sin amigo que me acompañe.
Levanto el vaso e invito a la luna:
con ella y con mi sombra seremos tres.
Pero la luna no acostumbra beber vino,
y mi perezosa sombra sólo sabe seguirme.
Festejemos, con mi amiga luna y mi sombra esclava,
mientras aún es primavera.
En las canciones que entono vibran rayos lunares;
en la danza que ensayo mi sombra se aferra y deshace.
Los tres juntos, antes de beber, holgábamos;
ahora, ebrios, cada cual va por su lado.
¡Regocijémonos muchas horas todavía,
en nuestro extraño festín inanimado,
para encontrarnos al fin en el Río de las Nubes!
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