martes, 28 de diciembre de 2010

TRATADO PARA LA AMNESIA DE LA LITERATURA


Arriba, desorden de libros que adornan mi mesa. y. lector caminando solitario sobre la nieve de Karlsruhe en la navidad de 2010. Abajo, gente maravillosa posando para una cámara oculta. Fotos: literatambo 2010.


La victoria más dura es la victoria sobre uno mismo.

Cordelia Fine

„Los que se hacen tatuar frases son los hombres de pocas palabras. Llevan escrito en la piel todo lo que tienen que decir sobre sí mismos“

Ricardo Piglia

Por Jose Carlos Contreras

La amnesia global transitoria es un fenómeno en la neruogología que consiste en la incapacidad súbita de adquirir nuevos recuerdos, asunto que traigo a colación porque termina (terminó) el 2010, y, por si acaso, algún día vuelva a releer esto que escribo a pocas horas de finalizar el primer año de la segunda década del siglo XXI, y, de la que tú, hipócrita lector, eres testigo, y por lo tanto, te agradezco en demasía.

El 2010, dejando de lado ese pensamiento que dice que no hay cosa más odiosa que hablar de uno mismo, me colmó de sorpresas. Abrevio, lo hago más chiquita y las paso a nombrar sucintamente: un mágico viaje por las tierras de Atatürk (el padre de Turquía) me abrió un mundo que ha echado por tierra todos mis prejuicios de oriente mientras leía su historia y a poetas como a Yunus Emre o Ilhan Berk; el descubrimiento en verano de dos árboles hermosos traídos de Perú que viven a su antojo en Cádiz, la ciudad más antigua de Europa, a la que volví, pero nunca me había fijado en ellas; la publicación de un libro alemán traducido al castellano por quien les escribe (1), y, sobre todo, lo más maravilloso, es seguir conociendo a gente y seguir tratando a la gente que ya conozco y que me colma de mimos (empezando con mis alumnos que me traen tantos libros de las librerías que se topan en sus viajes por el mundo y que las recibo oliendo a Sidney, a Buenos Aires, o a México), con todos esos grandes amigos tratamos juntos de jugar a vivir bien con nuestras contradicciones y apredemos a aceptar que el cerebro, aparte de buscar la verdad, lo que busca es sobrevivir.

Por supuesto, no debo olvidar una centena de anédoctas. Especialmente esas que llevan humor, porque el humor es trascendental entre los hombres que no temen reírse de si mismos. Por ejemplo, esa en que fui confundido con un monje budista en una calle alemana, o el releer, de a dos y a retacitos, el mundo de Amalfitano y los crímenes en Santa Teresa que escribió Roberto Bolaño en 2666 y descubrir, gracias a mi tandem literario, cosas que habían pasado desapercibidas en mi primera lectura. O cruzarme en bicicleta dándonos un saludo reverencial por una calle de Karlsruhe con el filósofo vivo más importante de Alemania, Peter Sloterdijk.

Todas son anécdotas que agradezco, y de las que a veces me sonrojo, como las llamadas y correos electrónicos que recibí el día que Mario Vargas Llosa fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura o, de las que me hacen feliz, como el maravilloso ceviche que probé en una casa al borde de la Selva Negra hecha por las más hermosas manos del planeta, o, de las que hacen afición futbolera, como el relato de las aventuras de Mágico Gonzáles, ex jugador de fútbol salvadoreño, que me contara con gran emoción un aficionado gaditano en las tribunas del Estadio Ramón de Carranza.



Arriba, paisaje a la orilla del lago Bafa, al fondo se ve Latmos, ciudad antigua perdida en la Mesopotamia, y, desayuno poético en el pueblo turco de Kapikiri. Abajo, Herodoto y su admirador en el puerto de Bodrum, en la antigua Halicarnaso, a orillas del Mar Egeo. Foto: literatambo.


Han habido también vivencias tristes, por ejemplo, la vez que eché en medio de la nieve de enero un puñado de tierra sobre la tumba de la persona que más me ha impactado en la vida y que quizá era la persona que sabía más de latinoamérica en Alemania , pero, gracias a la naturaleza (en esas lides el cerebro tiene una sustancia que las interpreta de otra manera) he aceptado su desaparición, porque nosotros –al fin y al cabo- lo que queremos en el fondo es matar a la muerte, sin embargo eso es imposible y sólo nos queda resignarnos detrás del pensamiento de Sebald: „recordar a los muertos nos distingue de los animales“.

Cambiando de área, de cultivo, de posición, el cine sigue siendo para mí una caja de pandora o, como los circos, donde no se sabe si el león o el tigre rasgará la vestidura de su domador. A mí me gusta que me la rasguen, porque quiero ver un cine que me llene y no sólo llene los bolsillos de la mediocridad. En ese sentido el cine en 2010 me ha seguido aburriendo. A pesar que insisto en el intento, me he encontrado con obras cinematográficas de gran valía, como por ejemplo „El Concierto“ Das konzert (2), de Radu Mihaileanu; „Hönig“ (Miel) de Semih Kaplanoglu „Mammuth“ de Benoit Delépine y Gustave de Kerven o „Miral“ de Julian Schnabel. Hay otras que podrían estar en esta lista: me provoca escribir el título de „Amador“ de Fernando León de Aranoa.

En música, en el 2010, me deleité con un disco compacto de Shantel: Bucovina Club. Un conglomerado de mágicos sonidos de los balcanes que penetra a las almas más impertérritas, y, como para seguir fomentando mi „rotación de cultivos“ de la que hablaba el filósofo danés Kierkegaard, he descubierto, viendo un concierto en vivo, a un grupo portugués con un encanto a lo Fernando Pessoa: se trata de Oque Strada y su Tasca Beat.




Arriba, fotografía sin palabras y viajero posando en la línea que divide el Mar Mediterráneo con el Atlántico. Atrás se ve el puerto de Tánger (Marruecos). Abajo, aficionado al fútbol en la tribuna del estadio Ramón de Carranza viendo el partido de la Copa del Rey entre el Cádiz y el Hospitalet. Más abajo, un recuerdo de los grandes amigos que se van, pero que quedan para siempre en nuestras neuronas.




En literatura discutí mucho con amigos sobre la aparición del libro „Deutschland schafft sich ab“ del economista Thilo Sarrazin, dicho sea de paso, es el libro más vendido en Alemania durante el 2010. Pero es un ensayo provocador al que no le quiero hacer publicidad (pero ya la estoy haciendo) porque no estoy de acuerdo con muchas de sus teorías. Tocando el rabo de la literatura de ficción quiero dejar el nombre de los libros que despertaron mi admiración : „Los informantes“ del colombiano Juan Gabriel Vasquez, cuya lectura recomendara el diario más influyente de Alemania, el Frankfurter Allgemeine Zeitung. Igualmente, es un placer confirmar que en Argentina se sigue haciendo literatura con personalidad, en este caso hablo del libro „Los topos“ de Felix Bruzonne. Otro punto especial ocupa la literatura del peruano Fernando Iwasaki Cauti de quien acabo de leer „Ajuar funerario“. Hay más lecturas que necesitan un tiempo prudente para poder nombrarlas, como „El sueño del celta“ de Vargas Llosa, que leo actualmente.

El 2010 confirmó mi gran admiración por las lecturas del filósofo Peter Sloterdijk, que demuele muchos tabúes desde su perspectiva exégeta frente a un mundo en movimiento histórico; me confirmó también que el El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha sigue siendo mi libro favorito, y, además, que el japonés Murakami es un brujo de las invenciones más sorprendentes. También sigue siendo un aliciente perderme en la poesía del poeta español, Juan Cobos Wilkins, quien el 2010 ganó el Premio de la Crítica de Andalucía por su libro Biografía Impura, libro que tengo colocado en el mejor de los rincones de mi biblioteca.

Y finalmente, para que no se vaya a molestar alguien o „alguienes“, reitero mis respetos ante el embrujo de mis amigos gallegos y vascos, a los que tengo abandonados, y a los catalanes, quienes tienen que perdonarme, que me me haya inclinado al Real Madrid desde que el alemán Özil juega allí: no se olviden que Camus aprendió mucho de humanidad y solidaridad gracias al fútbol, así que no se mofen de mí. Y por último, a mis amistades de Perú, de Argentina, de México, etc, y a ese cantor peruano-alemán de tres abriles que me deleitó con unos villancicos mientras lo cargaba en mis hombros la vispera de la nochebuena y que lleva como nombre Arthur.

Os deseo, pues, un gran año, con muchos libros y buenas lecturas. Con buen cine y con buena música, pero sobre todo, rodeado de buenas gentes, y de un buen vino y de un buen queso.


(1) El libro se titula „Die Spitze“, „La cima“ en castellano y pertenece a la escritora alemana Regine Kress-Fricke. Y ha sido publicado con el auspicio del programa de fomento a la bilingualidad literaria en Europa ISCHFRA (iniciativa de las escritoras del estado federal de Baden-Württemberg) y con el apoyo del departamento de cultura de la ciudad de Karlsruhe, Alemania, 2010.

domingo, 26 de diciembre de 2010

EL POETA REINER MARIA RILKE A PROPÓSITO DEL FILÓSOFO ALEMÁN PETER SLOTERDIJK

Arriba, libro del poeta Rainer Maria Rilke. Editorial Insel. Abajo „Du muss dein Leben ändern“(1) del filósofo alemán Peter Sloterdijk. Editorial Suhrkamp Insel




"Nichts ist praktischer als eine gute Theorie“

Kurt Lewin

„Los libros, dijo una vez el poeta Jean Paul,
son voluminosas cartas a los amigos (...)“

Peter Sloterdijk
Conferencia pronunciada en Elmau, Baviera.
Alemania. 1999.



Lo que más me llamó la atención cuando caminé la primera vez por las calles de Ronda (Andalucía), no fue su puente, ni su plaza de toros, ni su cornisa, sino la imagen misteriosa de uno de los más grandes poetas en idioma alemán que sentía mientras descargaba mi curiosidad de visitante latinoamericano, amante de la cultura germana, en suelo español: Reiner Maria Rilke.

Ronda es una ciudad magnética enclavada sobre una altura impresionante de la sierra andaluza. Desde sus partes bajas la he visto como un puño abierto apuntando al cielo, asentada en una meseta rocosa de origen volcánico, algo sola y aburrida, perezosa y extraña, bordeando un precipicio que provoca pavor al verlo desde arriba, el que muchas veces habría mirado el poeta desde su más profunda contemplación que le viene de los vientos que baten los molinos más allá de la frontera francesa o los abetos que se desparraman por tierras cercanas a Praga, donde nació.

Sobre esa ciudad ( Ronda se llama, y así la recuerdo mientras rondo por Ronda mis ayeres anodinos) me vienen a la memoria sus calles unidas a través de un puente de increible altura que posiblemente sea admirada hasta el hartazgo por suicidas en potencia o soñadores impertérritos de los vuelos de los cóndores amantes de la literatura del peruano Jose María Arguedas, como yo. Por las calles de Ronda han quedado impregnadas para siempre la lírica del poeta Rilke, que vivió allí dos meses y, que me ha acompañado silenciosa cada vez que he vuelto a esa ciudad para perderme por sus esquinas acompañado de un buen libro bajo el brazo.

Anteayer, mientras visitaba una librería alemana enclavada en el centro de la ciudad de Karlsruhe, me vino el recuerdo del poeta, que residió en Ronda en 1912, cuando contemplaba el libro „Du muss dein Leben ändern“, del filósofo alemán Peter Sloterdijk. He ojeado y hojeado el libro, pero no lo he deshojado, ya que al no pertenecerme, apenas he tenido la oportunidad de abordar sus postulados, brevedad, que sin embargo, no me ha desinhibido de deleitarme unos largos minutos con sus palabras.

El título „Du muss dein Leben ändern“ me hace recordar a la última estrofa del poema titulado „Archaischer torso Apollos“ de Reiner Maria Rilke (la misma sensación deben de experiemtar todos los conocedores de la poesía del poeta nacido en 1875 y muerto en Suiza en 1926): „und bräche nicht aus allen seinen Rändern / aus wie ein Stern: denn da ist keine Stelle, / die dich nicht sieht. Du musst dein Leben ändern“.

¿Y quién es Sloterdijk ? (1). Para quien no lo sepa, se lo digo despacito al oído, porque es una de las mentes más impresionantes de la filosofía alemana actual. Sloterdijk es el pensador que ha despertado el apetito en mucha gente con ganas de contestarse no sólo la pregunta de quién soy yo, sino también, en dónde estoy. Sloterdijk, cada vez que publica un libro, hace cátedra, provoca, enciende la casa, pertenece a esa casta de hombres que escarban profundamente el quehacer humano.

Ya escandalizó a algunos la vez que utilizó el termino crianza (Züchtung) refiriéndose al entorno humano, a nuestro zoológico global ,comunal, particular, parque temático, perdón, parque humano, por donde nos educan, nos domestican y nos crían. Y le puso el san benito o el término de criadores a las ideologías que deciden las formas como educarnos, y como criarnos. De él ya me ocuparé algún día, porque las 600 páginas que habré leído de su ingente obra no son suficientes para enfrentarme y hablar sobre un pensador que construye sus tesis con un lenguaje sumamente rico, pero a la vez complicado, porque te obliga a empaparte de otras fuentes, de otros ríos de sabiduría. Ahora solo quería apuntar ese poema de Rilke que alude el libro de Sloterdijk, el cual apunto abajo, y, cuya traducción al castellano, lo pueden encontrar aquí (2)


ARCHAISCHER TORSO APOLLOS

Reiner Maria Rilke

Wir kannten nicht sein unerhörtes Haupt,
darin die Augenäpfel reiften. Aber
sein Torso glüht noch wie ein Kandelaber,
in dem sein Schauen, nur zurückgeschraubt,

sich hält und glänzt. Sonst könnte nicht der Bug
der Brust dich blenden, und im leisen Drehen
der Lenden könnte nicht ein Lächeln gehen
zu jener Mitte, die die Zeugung trug.

Sonst stünde dieser Stein entstellt und kurz
unter der Schultern durchsichtigem Sturz
und flimmerte nicht so wie Raubtierfelle;

und bräche nicht aus allen seinen Rändern
aus wie ein Stern: denn da ist keine Stelle,
die dich nicht sieht. Du musst dein Leben ändern


(1) La obra la podemos traducir como „Tú tienes que cambiar tu vida“ o „Tu vida debes cambiar“ o „Debes cambiar tu vida“.

(2) Peter Sloterdijk, es también autor del libro „Crítica de la razón cínica“ (1983) y Esferas. En su último libro „Du muss dein Leben ändern“ superpone el tema del nuevo hombre, del perfeccionista homo habilis que todo lo quiere alcanzar, pero que sin embargo está obligado a cambiar porque forma parte de un todo global. En ese sentido aborda temas como la biología, socio-cultura y la simbología de la religión y arte. Además analiza las formas de espiritualidad existentes en el mundo que el hombre puede practicar, como por ejemplo la meditación oriental. El libro comienza tocando el tema de la religión de esta forma: „Ein Gespenst geht um in der westlichen Welt- das Gestpenst der religion“ (página 9.)

(3) Traducción de Helena Graciela Quinteros
http://www.saltana.org/2/docar/0236.htm

miércoles, 22 de diciembre de 2010

TRADUCCIÓN DEL POEMA AL CASTELLANO „SÓCRATES Y ALCIBÌADES“ DE FRIEDRICH HÖRDERLIN


Arriba, portada de un libro del poeta Friedrich Hörderlin. Editorial Reclam Verlag Alemania.


„Tengo la convicción de que el mundo descansa
en unas cuantas ideas, muy sencillas, tan sencillas
que deben ser tan viejas como las montañas.
Descansa, sobre todo, en la fidelidad a uno mismo“

Joseph Conrad

Siempre ha despertado mi curiosidad y admiración la poesía de Friedrich Hörderlin ( 1770 – 1843 ), tanta belleza lírica no se puede encontrar en la literatura alemana. Olvidemos las traducciones, porque las traducciones afean la hermosura de la palabra auténtica: dichosos aquellos que pueden leer a Hörderlin en alemán. Yo soy un dichoso, pero un dichoso a medias, porque para leer a Hörderlin también se tiene que empapar el lector del tiempo que le tocó vivir e investigar su biografía. Hörderlin acabó sus días encerrado y loco, pero esa locura es lo de menos cuando uno lee su poesía y descubre el universo. Cuando leo: „Wer das Tiefste gedacht, liebt das Lebendigste“ (Quien ha pensado lo más hondo, ama lo más vivo) entonces comprendo la existencia, la pasión, el amor, las horas, los minutos y los segundos. Como yo soy mismo mi contradicción y mi rechazo me he osado en traducir el poema „Sokrates y Alcibiades“ (más abajo, hipócrita lector, lo podrás leer).

Este hermoso poema escrito por Friedrich Hörderlin habla de dos personajes: Sócrates y Alcibíades. Sócrates (470 – 399 a. C) fue su maestro, y andaba fascinado no sólo por la belleza de Alcibíades, sino por su talento. No es mi intención hablar extensamente en esta página sobre el método pedagógico de Sócrates en la antigua Atenas, empero, es mi obligación, tan solo exponer brevemente su estrategia pedagógica basada en su oposición a la ignorancia y al conocimiento de lo que afirmaban los sabios. Èl enseñaba con humildad desde su ignorancia sin creerse sabio y provocaba a sus alumnos desde su postura del desconocimiento y la interrogación para lo cual utilizaba su famosa ironía y su creación denominada mayéutica (1).

Por su parte, Alcibíades (450 – 404 a.C.) tuvo muchos maestros famosos, entre ellos, por supuesto, a Sócrates, de quien aprendió el arte de la retórica y, sobre todo, el fascinante oficio de preguntarse sobre las cosas hasta hallar respuestas. Dicen los historiadores que Alcibíades tenía un carácter indisciplinado, lo que contrasta con lo que experimentaría en la Antigua Grecia donde llegó a lo más alto del escalafón guerrero, carrera que al fin de sus días, fue criticada por muchos personajes debido a su recalcitrante ambición. Por otro lado, Alcibíades respetó y admiró a su maestro Sócrates. Y Sócrates lo admiraba por su belleza y talento; ambos tuvieron una relación idealizada y fraterna unida por el puente imaginario que nace y se crea, a veces, a través de la simbiosis maestro – discípulo.

Abajo les apunto el poema el cual cometiendo sacrilegio he traducido al castellano:

Sokrates und Alcibiades

Friedrich Hörderlin

»Warum huldigest du, heiliger Sokrates,
Diesem Jünglinge stets? kennest du Größers nicht?
Warum siehet mit Liebe,
Wie auf Götter, dein Aug' auf ihn?«

Wer das Tiefste gedacht, liebt das Lebendigste,
Hohe Jugend versteht, wer in die Welt geblickt,
Und es neigen die Weisen
Oft am Ende zu Schönem sich


Sócrates y Alcibíades

Friedrich Hörderlin
(Taducción: Jose Carlos Contreras Azaña. Karlsruhe diciembre 2010)

¿Por qué, divino Sócrates, homenajeas
a ese joven continuamente? ¿No conoces a otro más grande?
¿Por qué lo miran con amor,
como a los Dioses, tus ojos?

Quien ha pensado lo más hondo, ama lo más vivo,
el alto joven comprende, que quien ha observado el mundo,
como los sabios, al final acaban arrodillándose
casi siempre ante lo bello.


(1) La sabiduría de Sócrates no consistía solo en la suma de conocimientos como si se tratara de un almacén de datos que se meten en el cerebro, sino en sopesar, amoldar, descifrar, seleccionar conocimientos que se poseen y luego, con los mismos, levantar conocimientos más sóldios.

jueves, 9 de diciembre de 2010

LO ÚNICO IMPORTANTE EN EL MUNDO PARA AZUCENA GALETTINI

Arriba, la portada del libro „Lo único importante en el mundo“ de la autora argentina Azucena Galettini. Editorial "El fin de la noche". Buenos Aires. Argentina 2010.

„Elegir al algoritmo en vez de que elija el humano“
Joshua Keating
Foreing Policy

Por Jose Carlos Contreras

Quién lo hubiera barruntado: que desde el uso de la imprenta de Gutenberg a la explotación del ciberespacio y las comunidades virtuales, la sociedad globalizada de la información cada vez se viera más saturada por el ingente flujo de mensajes. Sin embargo, frente a esa situación están surgiendo una serie de estrategias de comunicación que provocan, por ejemplo, sorpresa (la revista Vogue Rusia acaba de sacar al mercado en su edición de diciembre de 2010 la primera publicación europea que integra videos en sus páginas), causan curiosidad (WikiLeaks), o abren el apetito a la lectura (muchos portales literarios dejan a sus lectores leer gratuitamente obras recién salidas al mercado), entre otras.

El asunto me llama la atención porque anteanoche, justamente, en una cena, discutía con la esposa de un autor (que recientemente ha publicado una novela en una importante editorial alemana y cuyo nombre me reservo el derecho a no mencionarlo por discreción) sobre cuáles pueden ser los canales posibles a utilizar para despertar la curiosidad del lector que no sean los canales ya conocidos, los que precisamente padecen de espacio y tiempo. Y sobre todo cuál es el quid de la cuestión para construir un puente entre el que envía el mensaje y el que lo va a recibir. En ese sentido, les cuento (wie verändert uns das Internet) acabo de descubrir la literatura de Azucena Galettini, quien hace unos días publicó su libro de cuentos „Lo más importante del mundo“.

De Azucena Galettini no sabía nada, hasta que Internet hizo la magia, lo que no es suficiente para entablar una relación entre emisor y receptor, pero que sin embargo, cuando existe un proceso de comunicación que produce la simbiosis entre código y canal funciona de las mil maravillas entre el homo habilis. De esa forma me he interesado por el cuento que da nombre al libro de Galettini „Lo único importante en el mundo“, un cuento que trabaja los tiempos con una lentitud avasalladora y los maneja enmarcados en espacios contradictoriamente solitarios a pesar que en algunos aparezcan gente; donde las cavilaciones del personaje principal se mezcla con su manía de medir las distancias de los objetos, y su debilidad o aborrecimiento a ciertas formas de música.

Mi intención no es, querido lector, resumirte el cuento, sino lanzarte una serie de signos y alcances semióticos del mismo: una mujer toma vino en un vaso (no en una copa) desde un balcón en pleno verano „ella tiene los codos apoyados en la baranda del balcón, los brazos extendidos“. Nos provoca pensar en ese momento que la lectura aborda a un personaje suicida, porque tiene la manía de calcular las distancias: a cuántos pasos estaría el balcón de la calle, es una pregunta que le ronda la cabeza. Nuestro personaje está sola y busca compañía, típico y contraproducente reflejo de la soledad de las grandes ciudades, entonces decide irse a una discoteca.

Todo el cuento refleja un bosque urbano. Un taxi para ir y volver (el de vuelta no le cobra, qué suerte). La música aparece en alto volumen: en la disco, nuestro personaje, no escucha lo que le dice un camarero; en el taxi el chófer le pide permiso para subir el volumen de una canción que no escuchaba hacía siglos. Finalmente la mujer de nuestro cuento llega a casa, se asoma al balcón y baila la salsa que sale del piso de un vecino mientras la lluvia cae como si bailar fuera lo único importante en la vida.

Azucena Galettini nació en Argentina en 1981. Estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires, institución para la que investiga dentro del Instituto de Literatura Hispanoamericana. Es traductora, correctora e intérprete para diversas editoriales, empresas y medios gráficos. Sus relatos y artículos han sido publicados en revistas digitales y de papel en la Argentina, Chile, México y España. En 2006, el Fondo Nacional de las Artes distinguió a este libro con una mención especial.

(1) Para leer a Suzanne Galettini http://elfindelanoche.com.ar/

miércoles, 1 de diciembre de 2010

LA NADA COTIDIANA DE LA PELÍCULA SOMEWHERE

Arriba, imagen de flores tomada en el puerto turco de Bodrun. Verano de 2010. Foto: literatambo.

Señor
Recibe a esta muchacha conocida en toda la tierra con el nombre de
Marylin Monroe
(...)
La hallaron muerta con la mano en el teléfono.
Y los detectives no supieron a quién iba a llamar.
(...)
Señor
quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar
y no llamó (y tal vez no era nadie)
o era Alguien cuyo número no está en el Directorio de Los Àngeles)
contesta Tú el teléfono!

Oración a Marylin Monroe
Ernesto Cardenal


Debe ser muy difícil querer pretender ser más que una copia de papá, y después de tanta aventura llegar a ser, al final, una mala fotocopia de tu padre. Pero esto sucede en todos los ámbitos de la vida: los deportistas quieren emular a sus progenitores, los cantantes quieren superar a sus padres cantantes, los hijos quieren ser buenos escritores como sus papitos, los políticos quieren ser mejores políticos que sus padres, en este caso, Sofia Coppola no lo tiene nada fácil porque la sombra de su padre es difícil de superar. Pero así se aprende. No hay que desistir. Ella tiene todos los atributos, aunque me quedo con la duda tras ver Somewhere, otra película que me deja despistado y más que todo desorientado: si esto es lo que quería decir o no, o si es mejor copiar la realidad del mundo que ella nos quería contar, porque la ficción en estos casos queda enana.

Somewehere es una película que no me dice mucho, a pesar de su cámara quieta, de su fotografía, de su serie de símbolos (esa la de la momia donde el personaje se enfrenta a su propia condición de la nada atrapada su cara en un yeso), no me llega al fondo del gusto, a ese fondo que se convierte en el objetivo al que sueña llegar todo director, porque –a fin de cuentas- es el espectador, quien paga y juzga su trabajo. Claro, eso sí, dejando de lado la retahila de intereses que se mezclan en el mercado, el cargamontón de los imprescindibles buenos contactos obligatorios en los circos de la cinematografía y la buena prensa que pretende ver lo que no vemos.

Lost in translation fue una película regular, que tenía como personajes a una metáfora de la soledad de a dos que podríamos abreviar como dos gusanos en un plato de tallarines. Si Lost in traslation de Sofia Coppola era regular, Somewhere es su lado b, su mala fotocopia (un mal plagio).

Un Ferrari, un actor famoso (quien no me interesa en absoluto), una hija que sale como un flotador salvavidas removiendo la soledad del susodicho actor encarcelado en su mundo que nunca dice nada (¿tan estúpidos son los actores que no saben pensar? ¿No se preguntan si en Bagdad cae la lluvia o si los osos polares acaban de quedarse sin playa? ). Otra vez sale en una película la imagen del niño que rescata al adulto cuando el adulto cree que él es el que rescata al niño. Seguro que Sofia Coppola conoce ese mundo de primera mano, ella conoce muy bien el mundo que nos cuenta, pero nos lo ha contado con resultado soso. Seguro que la realidad es más rica que la fantasía. Somewhere es una película escasa de grandilocuencia. Seguramente que si Sofia Coppola lo hubiera hecho tal como lo vieron sus ojos cuando era pequeña el producto sería otro.

La verdad que la película puede rozar el aburrimiento, no por su lentitud que es una de las cosas más resaltantes del trabajo de Coppola, sino por ese batibarullo de la vida de un actor con excesos de fama afincado, en este caso, en un hotel. La nada cotidiana contada sin brillo. Aunque no hay que pecar de criticón porque la directora cuenta de lo que conoce, lo que sabe, lo que ha vivido, pero que lo cuente bien, y que para la próxima no nos atiborre con símbolos que más que un buen efecto nos agovia y nos deja con la duda, aunque debo confesarlo, Sofia Coppola ha tratado de hacerlo: para la próxima será.