miércoles, 25 de febrero de 2009

MADRID Y EL POETA DE LA CALLE


Arriba, el poeta más universal que ha dado la tierra de Don Quijote: Federico García Lorca. Foto: Suzanne Richter.

No sé si todavía la exposición al aire libre de las vacas siga aún acicalando algunas calles de Madrid, contraponiendo todo ese rifirrafe que conlleva la supuesta trama de corrupción descubierta por un juez español y que escandaliza día a día a las buenas gentes de la capital de España. Sobre esas gentes y de esas calles, la cámara fotográfica de una de las personas que admiro -porque siempre que vuelve de sus viajes por Latinoamérica o España trae un sinnúmero de recuerdos- ha perennizado esquinas y siluetas. Lo que más me encanta de ella es que de sus viajes siempre trae libros, recuerdos, y, sobre todo, una mochila de anécdotas. Entre ellas está la de aquel poeta de Madrid que vende y regala sus poemas a los transeúntes de esa ciudad. Suzanne dice que hasta le dedicó unos versos.


Madrid es una ciudad fascinante, no sólo por su arquitectura, sino también por la simpatía de su gente. Para ser sincero Madrid no sería Madrid sin sus habitantes abiertos de par en par para el visitante. De Madrid al cielo dicen los nacidos en ese lugar y, los curiosos como yo no han desistido nunca la ocasión de hacerse una foto al lado del monumento del oso del madroño. Suz me ha hecho ver sus fotos de Madrid. Me han causado admiración porque son fotos hechas por un ojo inquieto, que ve quizá lo que tú no ves. Son muchas pero pego algunas con su venia.

Suz no sabe como se llama el poeta ambulante que le dedicó versos. Pero si sabe que es un señor poeta que derrama afectación y sobre todo amabilidad y dignidad. Este trovador moderno a quien quiero rendir homenaje nunca sabrá que en Alemania alguien le nombró, y, un servidor, le piensa. Las personas existen cuando alguien les rememora. La poesía está instalada por las calles de la capital de España, pero quizá los madrileños pasen y no lo admitan, y lo que es peor, no les importe, sencillamente por la falta de tiempo o por deseinterés. En tiempos en que casi nadie lee poesía sería hermoso que los poetas como este SEÑOR invadiesen todas las calles de Europa (y del mundo). Va por ti poeta desconocido.


Madrid de noche. El azul oscuro se postra como una paloma en el balcón de la ciudad. Las candilejas sonríen porque es la hora de loa enamorados. Madrid es una fiesta todo el día. Foto: Suzanne Richter.

Los músicos hacen de las esquinas de Madrid derramar encanto a cada paso. Clarinete, saxofón, contrabajo y acordeón resbalan como frutas por la acera. Madrid baila y los paseantes también. Foto: Suzanne Richter.

Vacas de colores: "la cultura de la carne" tiene escrita esta en el lomo. Madrid invadida por las vacas como si tratara de un establo abierto para todo el mundo. Foto: Suzanne Richter.

El edificio de la Telefónica. La luz besa sus paredes y la sombra se apodera de sus partes inferiores. Madrid cuenta con un sinúmero de edificios que embellecen la ciudad. Una pasada para los estudiantes de arquitectura. Foto: Suzanne Richter.

La vida es un teatro. Por las calles de Madrid se vive el teatro en primer plano. Jóvenes actores que escenifican obras que tratan de abrir los ojos a los transeúntes. Simbología de una ciudad que también posee el cutis estropeado por el acné del estrés. Foto: Suzanne Richter.

Suz autofotografiada al lado de una vaca florero. Es una vaca pensativa en alguna avenida de la capital. Si esas vacas empezaran a caminar Madrid se convertiría en Bombay o Calcuta. Foto: Suzanne Richter.

El jamón. Cerca del la Puerta de Sol hay un local que se llama "El museo del jamón". Si pesáramos la cantidad de patas que cuelgan de las paredes y los techos de esos establecimientos nos quedaríanos con la boca abierta o, con el apetito abierto. Foto: Suzanne Richter.

La mujer más buscada en la red es una vaca. Esta es una vaca periódico. Los periódicos no dan leche, pero son la leche: algunos pueden mentir. Y mucho. Si vacas estudiaran periodismo que sería de las salas de redacción?. Foto: Suzanne Richter.


Una mujer tendida como en la playa. Una sirena silente de mármol, o de plástico?. Un café, unos comensales. Madrid cuenta con una variedad de lugares magnificos para beberse un cafecito o un chocolate con churros, o simplemente para contemplar a esta dama tendida. Foto: Suzanne Richter.

domingo, 22 de febrero de 2009

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ Y EL TAMBOR DE MANUEL MORALES


Soy un pésimo lector de poemas. Mejor dicho leo los poemas y no les busco la sustancia que encontrarían los analistas de la palabra. Yo hago otra cosa: los siento. Creo que a la poesía hay que leerla con la barriga. El cerebro está bien, pero desde la barriga aflora ese otro cerebro que todos llevamos y que a veces no queremos usar. Ni olvido ni perdón para los malos lectores de poesía como yo. No pido clemencia. Y, para los que no leen poemas: nada, que es más triste.

Hoy domingo 22 de febrero de 2009, durante el programa de radio Haltestelle Iberoamerika que me regala la eterna felicidad de sentir delante de la antena a alguien que escucha poesía (y otras cosas) tuvimos un desliz técnico (uno de esos problemillas que suceden cuando se hace radio en vivo) porque la grabación con la voz de Maja Schweiger leyendo el poema "Viento de amor" de Juan Ramón Jiménez (1) no salió (Maja a veces no puede hacer las emisiones en vivo así que grabamos su voz) y Ana María Rodríguez que estaba a mi lado me dijo que faltaban 20 segundos para que finalizara la canción que emitíamos en esos momentos y yo que no encontraba el bendito número de grabación, así que leí el susodicho poema de Juan Ramón Jiménez en castellano. Como el programa es bilingüe, emitimos, en el caso de la poesía, la lectura simultánea en el hermoso idioma de Heinrich Heine (2) . Pero a quien le interesa esto. Sólo los malos lectores de poesía como el que escribe se preocupan por un desliz técnico y falta de respeto a la Diosa Poesía. Que me cuelguen...del pescuezo.


Ana María, quien en el programa de hoy me ha hecho viajar con sus historias de carnavales de su añorada tierra, no habló de los carnavales de Venecia ni de Colonia, sino me transportó al mundo carnavalesco de Barranquilla, Colombia, haciéndome imaginar los disfraces, los bailes, las risas, el canto, los pasacalles, la serpentina, el ron, el baile y sobre todo, los tambores.


Mientras hablaba de tambores recordé un poema que había leído hace muchos años durante una corta estancia en República Dominicana que me encanta un mogollón por su sencillez y sobre todo por su universalidad: „Si tienes un amigo que toca tambor“. Este poema que habla sobre un amigo que tiene un tambor me hizo recordar a una amiga alemana que tiene tambor y que hace unos días animó las carreras del campeonato de atletismo de la ciudad de Karlsruhe (3). Me la he imaginado tocando los tambores en el momento que los gladiadores de la velocidad llegarían a la meta.


Los buenos tambores tienen la curiosidad de ser de piel de animal (los hay de otros materiales), es como si se tratara de una rearcarnación y que a través de los sonidos ese animal volviera a revivir. Un tambor es mágico, hasta hoy en día, por ejemplo suelo oír por las mañanas los tambores que oí una madrugada de ramadán desde mi hotel en una ciudad de Marruecos, y, sentir la vibración de los tambores que pude sentir en la película „Die Reise des chinesischen Trommlers“ (4). En fin, aquí el poema „Si tienes un amigo que toca tambor“ del poeta peruano Manuel Morales (5), un chico lamentablemente ya desaparecido, pero que su poema es como un tambor retumbando por todas las esquinas de mi casa. Le pido perdón al autor de„Platero y yo“, de quien quise hablar más hoy, pero por esas cosas del destino, los hechiceros de la técnica nos impidieron escuchar su poema en alemán. Va por la poesía, que es como las olas del mar, que van y vienen, como quien escribe este blog y, que se asoma cuando puede y no cuando debe. Va por ti hipócrita lector.

SI TIENES UN AMIGO QUE TOCA TAMBOR

Si tienes un amigo que toca tambor
Cuídalo, es más que un consejo, cuídalo.
Porque ahora ya nadie toca tambor,
Más aún, ya nadie tiene un amigo.

Cuídalo, entonces,
Que ese amigo guardará tu casa.
Pero no lo dejes con tu mujer, recuerda
Que es tu mujer y no la de tu amigo.

Si sigues este consejo, vivirás
Mucho tiempo. Y tendrás tu mujer
Y un amigo que toca tambor.

(1) El poema "Viento de amor" ha sido excelentemente traducido por Gustav Siebenmann en el libro "Spanische Lyrik des 20. Jahrhunderts". Página 365. 5° edición. Editorial Reclam.

(2) Heinrich Heine nació en 1977 en Düsseldorf, y murió como el poeta peruano que recordamos hoy , Manuel Morales, fuera de su país de nacimiento.

(3) http://www.bw-bank-meeting.de/

(4) Die Reise des chinesischen Trommlers

(5) El poeta Manuel Morales nació en 1942 en la hermosa ciudad de Iquitos, digo esto porque nunca me he sentido tan salvaje como en esa ciudad. Desde allí partí una vez en barco con dirección a Pacaya Samiria atravesando el Huallaga y el Marañón durante más de cinco días. Allí nació este poeta y murió en 2008 en Porto Alegre, Brasil.

jueves, 12 de febrero de 2009

¿QUÉ LE DIRÍA JULIO CORTAZAR A CHARLES DARWIN ?



Un día como hoy, hace 25 años, murió en París, uno de los escritores más originales en lengua castellana que le ha quitado el sueño a un sinnúmero de lectores, Julio Cortazar. Hace dos siglos, un día también como hoy, nacía en Shrewsbury, Inglaterra, el padre de la teoría que ha provocado rompeduras de cabeza y de esquemas a tantos partidarios y contrarios de la evolución: Charles Darwin. Dos hombres geniales que vivieron en dos épocas distintas, pero dos hombres unidos por las coordenadas del misterio que los llevó hasta la Argentina. Darwin arribó allí en 1832 a bordo del Beagle, cabalgó con los gauchos y se emocionó con los hallazgos de fósiles y megaterios; Cortazar, que nació por accidente en Bruselas, fue llevado a los cuatro años a la tierra de Gardel. El científico inglés observaba con asombro la diversidad de la fauna y la flora que peinaban sus ojos; Cortazar contemplaba al mundo desde su soledad infantil hasta crecer y otearla, después, en compañía espiritual de millones de lectores en el mundo, y, lo que es maravilloso, nunca dejó de escribir. Darwin publicó „El origen de las especies“ en 1859. Cortazar tituló a su primer libro „Presencia“ que vio la luz en 1938 bajo el seudónimo de Julio Denis. Hoy recordamos a ambos y, para eso, transcribo dos extractos de las obras de estos dos personajes: El relato breve „los exploradores“ y un pedacito de la página 56 del libro „El origen de las especies“, porque mientras Darwin exploraba la naturaleza y a los hombres, Cortazar exploraba a los hombres y a las palabras.


Me pregunto ahora: ¿Qué le diría Julio Cortazar a Charles Darwin?


Los Exploradores


Tres cronopios y un fama se asocian espeleológicamente para descubrir las fuentes subterráneas de un manantial. Llegados a la boca de la caverna, un cronopio desciende sostenido por los otros, llevando a la espalda un paquete con sus sándwiches preferidos (de queso). Los dos cronopios-cabrestante lo dejan bajar poco a poco, y el fama escribe en un gran cuaderno los detalles de la expedición. Pronto llega un primer mensaje del cronopio: furioso porque se han equivocado y le han puesto sandwiches de jamón. Agita la cuerda, y exige que lo suban. Los cronopios-cabrestante se consultan afligidos, y el fama se yergue en toda su terrible estatura y dice: NO, con tal violencia que los cronopios sueltan la soga y acuden a calmarlo. Están en eso cuando llega otro mensaje, porque el cronopio ha caido justamente sobre las fuentes del manantial, y desde ahí comunica que todo va mal, entre injurias y lágrimas informa que los sándwiches son todos de jamon, que por más que mira y mira entre los sándwiches de jamón no hay ni uno solo de queso.


Julio Cortazar. Los exploradores.



El origen de las especies


“Al considerar el origen de las especies, es totalmente comprensible que un naturalista, reflexionando sobre las afinidades mutuas de los seres orgánicos, sobre sus relaciones embriológicas, su distribución geográfica, sucesión geológica y otros hechos semejantes, llegue a la conclusión de que las especies no han sido creadas independientemente, sino que han descendido, como variedades, de otras especies”.


Charles Darwin, El origen de las especies, p. 56

martes, 10 de febrero de 2009

LA FUERZA TELÚRICA DEL POETA JUAN MANUEL ROCA

Gráfico: literatambo.

La poesía es el vino del alma, y para los que no beben vino, es la savia de nuestro yo, y, sobre todo, es el mar por donde navega cada lector y, se enfrenta a la brisa o a las crestas de las olas, que transforma el texto leído y su yo, en una interpretación única: le guste o no le guste.


Desde los jeroglíficos egipcios, pasando por el lirismo de los poetas de la dinastia Tang, o la lozanía breve de los haikus, Petrarca, Góngora, Vallejo, Belli, Pimentel o De Ramos y llegando a los poemas del poeta más joven que podría ser tu hija o el hijo de tu vecino oculto en su recámara o bajo un árbol insuflando de metáforas o rompiendo la sintaxis sobre un papel, la poesía sigue siendo el género literario total.


El domingo pasado, durante la edición el programa de radio bilingüe Haltestelle Iberoamerika (Paradero Iberoamerica) la productora Ana María Rodríguez leyó un poema de Juan Manuel Roca. Ana María y Juan Manuel son colombianos. Ana María acaba de llegar de Colombia; y Juan Manuel Roca, es de Medellín, ciudad que le vio nacer en 1946. En 2004 recibió el Premio Nacional de Poesía Ministerio de Cultura; y entre sus obras podemos citar Los cinco entierros de Pessoa (2001) Antología, Arenga del que sueña (2002), Cartografía memoria (2003), Las plagas secretas y otros cuentos (2001), Las hipótesis de Nadie (2005) y la Antología Cantar de lejanía (2005).


Su primera y única novela se titula "Esa maldita costumbre de morir", publicada en el año 2003. El vate colombiano ha realizado durante más de veinte años talleres de apreciación poética en la Casa de Poesía Silva, y ha dejado claro en diversos foros que se reconoce en la tradición literaria de América Latina que representan el poeta peruano César Vallejo y el mexicano Juan Rulfo. Roca se ha reconocido también ser un hijo de la poesía surgida en el romanticismo alemán, de la que se ha amamantado y a la que exploraron profundamente los surrealistas franceses como Lautréamont y Rimbaud.


De Juan Manuel Roca, su paisana Ana María Rodríguez, con ese acento colombiano que despliega flores y sol, nos leyó el Poema Monólogo de José Asunción Silva. Leedlo con tranquilidad, disfrutadlo y si es posible, releedlo.



Poema Monólogo De José Asunción Silva


A Ricardo Cano Gaviria



La ciudad que me rodea
Y se duplica en los charcos de la lluvia
Tiene un ropaje de sombras.
El viento que viene del páramo de Cruz Verde
Con su negro levitón nocturno
Rasguña los vitrales de la casa,
Se cuela en los campanarios,
Golpea
Los aldabones de bronce de La Candelaria.
Ese viento, mi alma es ese viento.


Entre cercanos silencios
Resuenan las guerras del país
Mientras tintinea el quinqué
Con el que alumbro mis confusos libros
De comercio.
Ese viento, mi alma es ese viento.
Los corrillos de seres embozados
Murmuran a mi paso. Figuras fijas al paisaje,
Estatuas de nieve a la entrada de una iglesia,
Maniquíes
Apenas movidos por el frío cuchillo del
Páramo.
Ese viento, mi alma es ese viento.
¿Quién dibuja en mi blusa el mapa del corazón?
¿Quién traza un centro a la ruta de mi fiebre?
La hermana muerta atraviesa el patio:
Su voz ya pertenece
A las construcciones secretas del vacío.
Ese viento, mi alma es ese viento.


La aldea despereza su piel de adormidera,
Filtra una luz en los costados de la plaza
A una hora en que la ciudad parece viva.
Hablo de su lentitud, de su pasmosa fijeza:
Mientras concluye el gesto de un hombre
Que lleva de la mesa a la boca su pocillo,
Cruza la eternidad, el mundo cambia de
Estaciones,
Pasan las guerras, hay futuros en fuga
Y el hombre no termina el ademán
Que funde sus labios a la taza de café.


Todos parecen tocados del embrujo,
Acaso miren en su quietud
El pajaro invisible
Que les señala un oculto retratista.
Y de nuevo, el viento.


Ese viento, mi alma es ese viento.


Un disparo más, dirá el vecindario,
Un disparo más en las eternas guerras
Del olvido.
La vida, esa feroz bancarrota.

jueves, 5 de febrero de 2009

LA VENGANZA Y EDGAR ALLAN POE


Arriba la portada del libro „Hop Frog“.La ilustración es de Alberto Vázquez http://www.albertovazquez.net/


Dicen que la venganza es dulce; y otros, que la venganza produce una mala fotocopia de la justicia, porque, sencillamente, persigue el dolor sobre el dolor del oponente o contrario. El ojo por ojo sólo acarrea que nos volvamos ciegos decía Mahatma Gandhi. En la literatura el tema de la venganza se desliza como aceite sobre el agua, allí están como prueba la Iliada, Hamlet o Moby Dick, además, los casos de venganza por haber escrito obras en contraposición a ciertos preceptos establecidos, pesan sobre algunos escritores contemporáneos, como el caso de Salman Rushdie y Roberto Saviano. En la cultura japonesa el „katakiuchi” jugaba un rol de honor vengativo dentro del código familiar. Y su literatura no se desliga de ese componente poco idiosincrásico, léase por ejemplo al maestro Yasunari Kawabata o echar un vistazo a los mangas de Hiroaki Samura. No se olviden que lo moral es un invento del hombre y lo malo y lo bueno es un asunto cultural, así que, necesariamente, no deberían estar de acuerdo conmigo, aunque, quizá, la ley del talión que todos llevamos dentro en forma silenciosa, nos agobie a todos en algún momento de nuestras vidas al mirarnos al espejo o, al sacar la basura debajo de las alfombras de nuestra biografía personal. Existe un famoso proverbio que dice que "la venganza es un plato que se sirve frío" cuyo origen es la novela "Les liaisons dangereuses", escrita por el militar francés Pierre Choderlos de Laclos en el siglo XVIII. Y ¿a qué viene todo este rrollo de la venganza?. Es que, acabo de releer el último cuento que escribió Edgar Allan Poe titulado “Hop-Frog”.


Edgar Allan Poe, cuyo dos siglos de nacimiento se conmemora este 2009, es uno de los autores que sigue produciendo en todos sus lectores una profunda frontera entre el espanto y la pesadilla, pero sobre todo, una admiración por su genialidad e inteligencia para escribir cuentos.


“Hop-Frog” es uno de esos cuentos que empieza abriendo dos surcos entre sus personajes. Por un lado están los afables, dos bufones, Hop Frog y Trippetta, que viven condescendientemente con su destino, que es hacer reír al amo de la casa: el rey. Y por otro lado, están los malos del cuento: el rey, y, sus siete ministros que se parecen todos al jefe “hombres de contextura gruesa, corpulentos, aduladores y, también bromistas sin igual”. Todos los personajes de este cuento son amantes de la risa y la algarabía. Poe escribe al respecto:” Nunca conocí a nadie que sintiera tanto entusiasmo por las bromas como el rey. Daba la sensación que vivía solo para bromear. Contar una buena anécdota del tipo gracioso, y contarla bien, era la manera más segura de obtener su favor. Así pues, sus siete ministros eran personas conocidas por sus talentos como bromistas”.


Una vez al déspota rey se le ocurrió organizar un baile de disfraces; para ello reunió a sus ministros con el fin de inventar personajes enmascarados para la gran fiesta. Pero no lo consiguen, así que, recurren a Hop Frog, quien en esos momentos se encuentra acompañado por su amiga la bufona Trippetta. El rey ordena al bufón a idear personajes y le conmina a beber vino a sabiendas que Hop Frog no gusta de la bebida. Le grita y le obliga a beber. El enano bebe, mientras sus ojos están a punto de echar lágrimas porque es el día de su cumpleaños y recuerda a sus amigos ausentes. El rey colérico demanda al bufón los personajes para el baile de disfraces, pero este se queda completamente mudo. Entonces el rey insiste a que beba, en ello interviene Trippetta y le pide al rey que se compadezca de su amigo y lo deje tranquilo. El déspota arroja a la enana al piso y le lanza a la cara el contenido de la copa de vino.


En esas circunstancias se escucha un sonido rarísimo en el ambiente y Hop Frog tiene una idea: crear los personajes Los Ocho Orangutanes Encadenados. Entonces se pone manos a la obra, disfraza a los ministros y al rey como orangutanes, los empapa de brea, los encadena, mientras les dice que los personajes serán la sensación de la fiesta. El rey y sus asesores explotan de emoción.


Cuando la fiesta está en su máximo esplendor, los orangutanes salen y arman un escándalo de los mil demonios, pero Hop Frog que los había encadenado a todos juntos dando de esa manera la apariencia de animales fugados de algún lugar desconocido, se las ingenia para colgarlos desde el artificio de la gran de araña de luces que colgaba desde el centro del tragaluz en medio del barullo del salón de baile. Una mano desconocida los alza metros arriba, el enano se acerca a ellos con una antorcha para finiquitar su última broma: les prende fuego y huye por el tragaluz. Así murieron achicharrados los ocho orangutanes encadenados ante las miradas de los invitados.


Al final del cuento se lee:”Se cree que Trippetta, instalada en el techo del gran salón, había sido cómplice de su amigo en la feroz venganza, y que huyeron juntos hacia el país de ambos, pues nunca más se supo nada de ninguno de los dos”.


Se dice que Hop-Frog es el último cuento que escribió Edgar Allan Poe, pero no el único donde el tema de la venganza sale a relucir como lava salpicando su autobiografía. Ha sido un gusto releerlo un día jueves como hoy en medio del frío alemán y en plena invasión de informaciones de la crisis financiera que pulalan las cuatro esquinas de mi casa a través de los periódicos, revistas, radio, televisión e internet.

martes, 3 de febrero de 2009

ZAPATOS, ZAPATAZOS Y LITERATURA


Los zapatazos, para quienes no pertenecemos a la cultura musulmana, están tomando una connotación semiótica globalizada. El penúltimo zapatazo que trascendió en nuestra aldea global fue el que protagonizó un ex presidente cuyo nombre no quiero acordarme. El último, lo acaba de recibir en Londres el presidente chino Wen Jiabao en las instalaciones de la Universidad de Cambdrige. Los zapatos voladores que valga la redundancia vuelan por acá y por allá, me invitan a pensar no vanamente en ese objeto que cubre nuestros pies y que la poesía los acapara con rotundo lirismo desde tiempos antiguos. Sea zapato o zapatazo, la literatura es el río que todo lo inunda y todo lo seca. Para muestra un botón, mejor dicho, unos botones: recuerdo un hermoso poema titulado „Las cartas secuestradas“ del poeta peruano Juan Gonzalo Rose, en el que rinde, de una forma u otra, pleitesía a los zapatos:


LAS CARTAS SECUESTRADAS


(...)


Si no fuera poeta, expresidiario,
extranjero hasta el colmo de la gracia,
descubridor de calles en la noche,
coleccionista de apellidos pálidos:
quisiera ser cartero de los tristes
para que ellos bendigan mis zapatos.


(...)



Antes de seguir en este breve paseo zapatil, vayamos por partes y busquemos como ratones el significado de la palabra zapato. Hago una pausa y me internaré unos instantes en mi biblioteca. Ya vuelvo.


Bueno acá lo tengo.


El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española menciona que el origen de la palabra zapato es turco, y que proviene de la palabra zabata. Y significa : Calzado que no pasa del tobillo, con la parte inferior de suela y lo demás de piel, fieltro, paño u otro tejido, más o menos escotado por el empeine. Mientras que en la página 1151 del diccionario Anaya de la lengua se lee: Calzado que cubre el pie hasta el tobillo y que tiene la suela de cuero u otro material más duro que el resto.


La historiadores indican que hay evidencias que el uso del zapato se inicia en el año 10.000 antes de Cristo. Se han encontrado en cuevas ubicadas en España y Francia pinturas que representan zapatos hechas por hombres del periodo paleolítico. Entre los refranes más populares con referencia a los zapatos está el conocidísimo“zapatero a tus zapatos“. Y existen hoy en día nombres de políticos y organizaciones políticas que dan referencia a los zapatos, como por ejemplo, el nombre del Jefe de Estado español Zapatero, cuya abreviación ZP se ha hecho muy popular entre los ciudadanos de la tierra de Don Quijote; o, el Movimiento Zapatista de México, en alusión a la figura que ha alimentado páginas y páginas a la literatura mexicana: Emiliano Zapata.


Los analistas de hogaño que han puesto los ojos encima de este fenómeno del zapatazo indican que se ha hecho popular un chiste que comienza así:


"- ¿Qué tres zapatos han hecho historia?

El de la famosa Cenicienta, el del lider soviético Nikita Jrushchov (con el que golpeó la mesa durante un discurso en Naciones Unidas en 1960) y el zapato del periodista Mountazer al Zaidi que armó un escándalo en Bagdad en 2008".

Por la red, en estos días, se puede leer una serie de poemas en alusión al zapatazo en Iraq, entre ellos uno del poeta peruano Arturo Corcuera titulado „Vuelan los zapatos en Bagdad“ (1).


A continuación les dejo con un par de poemas que dan referencia a los zapatos. El primero pertenece al poeta cubano Jorge Guillén, y el segundo al poeta peruano Pablo Guevara.


Muerte de unos Zapatos


Jorge Guillen


¡Se me mueren! Han vivido
con fidelidad: cristianos
servidores que se honran
y disfrutan ayudando,
complaciendo a su señor,
un caminante cansado,
a punto de preferir
la quietud de pies y ánimo.
Saben estas suelas. Saben
de andaduras palmo a palmo,
de intemperies descarriadas
entre barros y guijarros…
Languidece en este cuero
triste su matiz, antaño
con sencillez el primor
de algún día engalanado
Todo me anuncia una ruina
que se me escapa. Quebranto
mortal corroe el decoro.
Huyen. ¡Espectros-zapatos!



Mi padre, un zapatero


Pablo Guevara


Tenía un gran taller. Era parte del orbe.
Entre cueros y sueños y gritos y zarpazos,
él cantaba y cantaba o se ahogaba en la vida.

Con Forero y Arteche. Siempre Forero, siempre
con Bazetti y mi padre navegando en el patio
y el amable licor como un reino sin fin.

"Fue bueno, y yo lo supe a pesar de las ruinas que alcancé a acariciar.

Fue pobre como muchos, luego creció y creci
ó rodeado de zapatos que luego fueron botas.
Gran monarca su oficio, todo creció con él:
la casa y mi alcancía y esta humanidad.

Pero algo fue muriendo, lentamente al principio:
su fe o su valor, los frágiles trofeos, acaso su pasión;
algo se fue muriendo con esa gran constancia del que mucho ha deseado.

Y se quedó un día, retorcido en mis brazos, como una cosa usada,
un zapato o un traje, raíz inolvidable quedó solo y conmigo.

Nadie estaba a su lado. Nadie.
Más allá de la alcoba, amigos y familia,
qué sé yo, lo estrujaban.
Murió solo y conmigo. Nadie se acuerda de él.


(1) http://www.voltairenet.org/article120700.html