miércoles, 22 de diciembre de 2010

TRADUCCIÓN DEL POEMA AL CASTELLANO „SÓCRATES Y ALCIBÌADES“ DE FRIEDRICH HÖRDERLIN


Arriba, portada de un libro del poeta Friedrich Hörderlin. Editorial Reclam Verlag Alemania.


„Tengo la convicción de que el mundo descansa
en unas cuantas ideas, muy sencillas, tan sencillas
que deben ser tan viejas como las montañas.
Descansa, sobre todo, en la fidelidad a uno mismo“

Joseph Conrad

Siempre ha despertado mi curiosidad y admiración la poesía de Friedrich Hörderlin ( 1770 – 1843 ), tanta belleza lírica no se puede encontrar en la literatura alemana. Olvidemos las traducciones, porque las traducciones afean la hermosura de la palabra auténtica: dichosos aquellos que pueden leer a Hörderlin en alemán. Yo soy un dichoso, pero un dichoso a medias, porque para leer a Hörderlin también se tiene que empapar el lector del tiempo que le tocó vivir e investigar su biografía. Hörderlin acabó sus días encerrado y loco, pero esa locura es lo de menos cuando uno lee su poesía y descubre el universo. Cuando leo: „Wer das Tiefste gedacht, liebt das Lebendigste“ (Quien ha pensado lo más hondo, ama lo más vivo) entonces comprendo la existencia, la pasión, el amor, las horas, los minutos y los segundos. Como yo soy mismo mi contradicción y mi rechazo me he osado en traducir el poema „Sokrates y Alcibiades“ (más abajo, hipócrita lector, lo podrás leer).

Este hermoso poema escrito por Friedrich Hörderlin habla de dos personajes: Sócrates y Alcibíades. Sócrates (470 – 399 a. C) fue su maestro, y andaba fascinado no sólo por la belleza de Alcibíades, sino por su talento. No es mi intención hablar extensamente en esta página sobre el método pedagógico de Sócrates en la antigua Atenas, empero, es mi obligación, tan solo exponer brevemente su estrategia pedagógica basada en su oposición a la ignorancia y al conocimiento de lo que afirmaban los sabios. Èl enseñaba con humildad desde su ignorancia sin creerse sabio y provocaba a sus alumnos desde su postura del desconocimiento y la interrogación para lo cual utilizaba su famosa ironía y su creación denominada mayéutica (1).

Por su parte, Alcibíades (450 – 404 a.C.) tuvo muchos maestros famosos, entre ellos, por supuesto, a Sócrates, de quien aprendió el arte de la retórica y, sobre todo, el fascinante oficio de preguntarse sobre las cosas hasta hallar respuestas. Dicen los historiadores que Alcibíades tenía un carácter indisciplinado, lo que contrasta con lo que experimentaría en la Antigua Grecia donde llegó a lo más alto del escalafón guerrero, carrera que al fin de sus días, fue criticada por muchos personajes debido a su recalcitrante ambición. Por otro lado, Alcibíades respetó y admiró a su maestro Sócrates. Y Sócrates lo admiraba por su belleza y talento; ambos tuvieron una relación idealizada y fraterna unida por el puente imaginario que nace y se crea, a veces, a través de la simbiosis maestro – discípulo.

Abajo les apunto el poema el cual cometiendo sacrilegio he traducido al castellano:

Sokrates und Alcibiades

Friedrich Hörderlin

»Warum huldigest du, heiliger Sokrates,
Diesem Jünglinge stets? kennest du Größers nicht?
Warum siehet mit Liebe,
Wie auf Götter, dein Aug' auf ihn?«

Wer das Tiefste gedacht, liebt das Lebendigste,
Hohe Jugend versteht, wer in die Welt geblickt,
Und es neigen die Weisen
Oft am Ende zu Schönem sich


Sócrates y Alcibíades

Friedrich Hörderlin
(Taducción: Jose Carlos Contreras Azaña. Karlsruhe diciembre 2010)

¿Por qué, divino Sócrates, homenajeas
a ese joven continuamente? ¿No conoces a otro más grande?
¿Por qué lo miran con amor,
como a los Dioses, tus ojos?

Quien ha pensado lo más hondo, ama lo más vivo,
el alto joven comprende, que quien ha observado el mundo,
como los sabios, al final acaban arrodillándose
casi siempre ante lo bello.


(1) La sabiduría de Sócrates no consistía solo en la suma de conocimientos como si se tratara de un almacén de datos que se meten en el cerebro, sino en sopesar, amoldar, descifrar, seleccionar conocimientos que se poseen y luego, con los mismos, levantar conocimientos más sóldios.

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