jueves, 3 de marzo de 2011

EL POETA FELIX CASANOVA DE AYALA Y SU NOVIA

Arriba, piedras rojas sobre piedras rojas: cualquier imagen poética unida al agua nos refresca la memoria para pensar la poesía de Félix Casanova de Ayala. Foto: literatambo. Orillas del lago Bafa, a los pies de las ruinas de Heraclea de Latmus, antigua cartografía de la Diosa Selene que nos cuenta la mitología griega. Turquía. 2010.

„Yo era verdaderamente como un ángel que,
arrojado de las delicias del paraíso,
cae en la más insignificante realidad“

Marcel Proust. „El busca del tiempo perdido“.
5. La prisionera.

“Sería falso decir que yo pienso;
más bien debería decirse: se me piensa.
Perdón por el juego de palabras. Yo es otro”.

Arthur Rimbaud.


Platón tenía entre manos echar a los poetas de la polis porque estos provocaban que se acelere la diástole y la sístole no racional del alma de los hombres. Desde entonces han corrido ríos de tinta para deshojar margaritas entre el ser y el no ser de la poesía. Eso me tiene sin cuidado, porque para mí leer poemas es uno de las aventuras más reconfortantes que existen. Hay un libro de poemas que me llegó a casa en 2007. Me la trajo Karin W. desde Castillo del Mar, en La Gomera. Desde entonces, cuando abro sus páginas, así lea un poema descargando denuncia social, humor negro, soledad y hable sobre piedras, huevos o veranos, siempre sale a relucir la luz, los montes, el mar y todo el paisaje de La Gomera: el libro pertenece al poeta Felix Casanova de Ayala (1915-1990), a quien le agradezco que gracias a su poesía disfrute de su ludismo gramatical, ironía, musicalidad, y estética heterodoxa. Y sobre todo, de mi ramplona costumbre de relacionar las cosas con lugares.

Muchos de sus poemas me encantan hasta el hartazgo; su soneto „El fantasma“ de 1946, por ejemplo, es uno de ellos; también el poema „Marina“ del libro „Paisaje contiguo“ (1952), „Cuarta dimensión“ de „La vieja casa“ (1953 y „España“ perteneciente a su libro „Oración para un nuevo día“ (1963). Además me llaman la atención los poemas „Capítulo II ( y por ese pueblo cruzó un hombre)“ y „Capítulo XIV Gavota en azul y rojo“ de su libro „Elegía aullada“ publicada en 1964, los cuales, debido a la escazes de tiempo y espacio, no abordo aquí. Igualmente despiertan mi admiración el „Poema cínico“ del libro „Conquista del sosiego“ (1959), al que me referiré más adelante, y „El visitante“ de su libro del mismo nombre publicado en 1975, el año que murió Francisco Franco.

A continuación apunto el „Poema cínico“ en tres partes, cosa que espero no moleste a sus herederos, porque una de las maneras de hacer que el arte del poeta Félix Casanova de Ayala perviva es regar con su poesía el universo.


POEMA CÍNICO

Félix Casanova de Ayala

Me gusta el hombro de mi novia.
La suave curva que se forma.
La forma breve que se curva.
Me gusta la tibia de mi novia:
ancha, dura, relumbrante, lisa...
Ah, cómo me gustan todos sus objetos:
sus gafas (un puerto negro, el sol)
y su gran bicicleta
por planetas de asfalto,
porque sus manos nadan bien en las capitales.
Me gusta
cómo le gusta el fútbol,
la manera de hacerse la risa en su misterio,
ir al cine con ella,
pasear con ella,
sentarnos en un bar, bailar con ella...
¡Es trasladarse a un tiempo de héroe!


El poema posee 41 versos, divididos en cuatro estrofas. El verbo reflexivo en presente del indicativo en primera persona „me gusta“ y el sustantivo „novia“ se repiten muchas veces. El primer verso del poema comienza mostrándonos todo el panorama del discurso poético: „me gusta el hombro de mi novia“, cosa que normalmente no se lee en otros poemas, más bien diría que casi siempre se lee: me gusta el cuerpo, el ojo, la mano, etc. de mi novia, de la mujer, pero al poeta le gusta el hombro de su novia „la suave curva que se forma / la forma breve que se curva“, inclusive la tibia de su novia. Al vate le gusta cómo le gusta el fútbol a su novia, con ella va al cine, va a bailar, y se siente un héroe mientras admira sus objetos: sus gafas, su bicicleta, su risa misteriosa. La primera estrofa tiene tanta ironía y a la vez forma parte de una declaración de amor poco acostumbrada a leerse: amor – tibia ancha, mujer – fútbol.


Yo salgo con mi novia de la mano.
Debajo del paraguas la pongo cuando llueve.
En una alcántara cae esta lluvia azul
o en el tiempo encarnado de la tarde.
Y hay una sala nocturna cantando dentro,
una avenida gris de cremalleras,
encristaladas fábricas con chimeneas de cristal
y motores mirando,
y pequeños departamentos con familias felices...

Mi novia tiene dos o tres complejos;
es muy interesante.
Y cuando el cielo brilla y tiene libre,
nos vamos a las afueras
para que el imponente sol
se haga salud, belleza, campo,
dulces canciones aprendidas
de hombre y mujer...


La imagen de la novia, en la segunda estrofa, sigue formando la base del poema , con quien el poeta va de la mano, y en se oficio de paseantes aparece la ciudad con sus fábricas y motores, y los novios son testigos de lo que los rodea e inclusive ven familias felices viviendo en sus departamentos. En la tercera estrofa el poeta indica que su novia tiene dos o tres complejos, pero no nos dice qué son, sino más bien los admira „es muy interesante“. Y aparece el sol como referente a la limpieza espiritual y corporal.


Pero la catedral está aquí mismo, enfrente
de Los Palacios, Los Bancos, Los Cines de la
capital.
Enfrente de nosotros está Dios.
Y en cualquier sitio puede ocurrir
un atropello, una muerte repentina...
O un matrimonio.


La cuarta y última estrofa del „Poema cínico“ cierra todo el discurso con un brochazo duro de realidad. Ante la admiración del poeta a su novia, vuelve a aparecer la ciudad con un „pero la catedral está aquí mismo, enfrente“ rodeado de bancos, cines y palacios y en cualquier lugar acecha la muerte. Y, ojo, el poeta explaya su humor en el último verso „o un matrimonio“. Con lo que podríamos relacionar que el matrimonio sea la muerte de la pareja, del amor o algo parecido. No está claro, pero se presta a esta interpretación, ya que en este última estrofa aparecen las palabras: catedral, bancos, Dios, atropello, muerte, matrimonio. Vocablos que me llevan irremediablemente a pensar en lo que escribió Fernando Pessoa en su Libro del desasosiego refiriéndose a un dicho de Leonardo Da Vinci: „no se puede amar u odiar una cosa sino después de haberla comprendido“ (1). El poema cínico, no es tan cínico, sino real, porque comienza con „Me gusta el hombro de mi novia“ y termina con „ (...) una muerte repentina... / O un matrimonio“.

Felix Casanova de Ayala nació en Santiago de la Gomera el 8 de enero de 1915 y sufrió las calamidades de la Guerra Civil cuando se encontraba en Madrid. En 1945 publicó sus primeros poemas en la revista tinerfeña „Mensaje“. En 1952 salió a la luz „paisaje contiguo“, a la que le siguieron un sinnúmero de trabajos, siendo el último „La destiladera“ que se publicó en 1988. Pero hay una aspecto sumamente humano en la biografía del poeta Felix Casanosa de Ayala, se trata de la inherente simbiosis y pleitesía entre un padre y a su hijo. Sucede que Casanova de Ayala vivió con profunda tristeza la muerte de su vástago, Félix Francisco (2), quien había empezado un trajín literario que se apagó con su fallecimiento en 1976 cuando tenía 19 abriles, desde entonces, Felix Casanova revisó la creación literaria de su hijo, y produjo, tras su muerte, conjuntamente con él tres libros. Una extraña e impresionante producción al alimón. ¡Hasta siempre maestro!


(1) Fernando Pessoa. Libro del desasosiego. Traducción de Perfecto Cuadrado. Capítulo 48. Página 60. Editorial Acantilado. Barcelona 2002.

(2) Abajo informaciones del hijo del poeta Félix Casanova de Ayala:
http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/26538/El_don_de_Vorace
http://www.generaccion.com/usuarios/10960/revive-rimbaud-canario