lunes, 4 de junio de 2012

DE MALAGA A RONDA EN BUSCA DE RAINER MARIA RILKE



Du mußt das Leben nicht verstehen,
dann wird es werden wie ein Fest.
Und laß dir jeden Tag geschehen
so wie ein Kind im Weitergehen
von jedem Wehen
sich viele Blüten schenken läßt.

Reiner Maria Rilke
En „Mir zur Feier“ (1909)

por Jose Carlos Contreras

Ronda siempre ha sido para mí un lugar para escapar del sentimiento de lo cercano. La primera vez que estuve allí quedé encantado. Desde lo alto he visto el horizonte y huído a la lejanía contemplando los montes allende, porque una de las definiciones que leyera alguna vez en alguna página de un libro fue que „la poesía es siempre lo lejano“, lo distante, lo que está contemplándonos que lo contemplamos. Aquella primera vez que vagué por Ronda, tras una caminata por sus campiñas para observar su precipicio frente a frente y terminar la vuelta subiendo por la entrada lateral a la ciudad, quedé sorprendido de tanta luz y tanto misterio piedra sobre piedra. Esta vez he vuelto con mi mochila y mis docenas de deseos: compartir a cada instante las sensaciones espirituales que se puede sentir caminando por sus campiñas leyendo en mi memoria los poemas de uno de los mas extraordinarios poetas en lengua alemana: Rainer Maria Rilke.

A Rilke le gustaba Ronda. Como a ti (si es que la conoces) o a mí. Pero no sé si al vate nacido en Praga le gustaba las corridas de toros, porque delante de la segunda Plaza más antigua de España se levanta la portentosa imagen de un toro de bronce, tan bello como un poema de Rilke. Toro que ha fotografiado con elegancia de bisoño mi hijo de cinco abriles. Nunca he visto toros en Ronda, empero me he paseado por su centenario coso que se sitúa a unos metros del precipicio que puede quitar la respiracion de quien padezca de vértigo o hacer sentir a cualquier persona de carne y hueso el vuelo de un pajaro libre contemplando de alguna ventana el paisaje montañoso que se aprecia a lontananza.

Ronda también es tierra de toreros. Aquí nació Antonio Ordoñez (amigo del escritor Ernest Hemingway), a quien no vi torear en mi niñez en Lima, pero que otras gentes me hablaron mucho de él, de su elegancia con la muleta y su sapiencia a la hora de entrar a matar. El era el sabio ejemplo de ese refrán toreril que dice que las orejas se cortan con la espada, y así parece estar cortado Ronda: por una espada que divide su plataforma rocosa en dos, cuyo tajo pasea serpenteando las aguas del río Guadalevin. Pero yo no quería hablar de Ordoñez, sino de mi caminata por Ronda recordando a Rainer Maria Rilke, y en esta reseña no es mi intención reventarle cuetes a Ronda, porque Ronda no lo necesita, ya que Ronda es majestuosa y encantadora, obligatorio paso para quien desee visitar una ciudad levantada sobre el cielo.

Rilke estuvo en Ronda desde el 9 de diiciembre de 1912 hasta el 19 de febrero de 1913 y quedó prendado de este lugar andalúz. En una carta que escribió a su madre fechada el 13 de diciembre de 2012 describe a Ronda como „una de las ciudades mas antiguas y curiosas de España, se encuentra grandiosamente sobre dos mesetas rocosas entre las cuales existe una profundidad de 150 metros y un barranco que apenas tiene 90 metros de ancho por donde pasa debajo buscando su camino el rio Guadalevin“ (1). En Ronda escribió los primeros 31versos de la sexta de las Elegías de Duino(2). Abajo apunto los siete primeros:

Feigebaum, seit wie lange schon ists mir bedeutend,
wie du die Blüte beinah ganz überschlägst
und hinein in die zeitig entschlossene Frucht,
ungerühmt, drängst dein reines Geheimnis.
Wie der Fontäne Rohr treibt dein gebognes Gezweig
Abwärts den Saft und hinan: und er springt aus dem Schlaf,
fast nicht erwachend, ins Glück seiner süßesten Leistung.

Ronda debe de estar muy agradecida a Rilke, porque en sus callejuelas se puede leer transcripciones recordando el paso del poeta. Supongo que no pocos vienen a la ciudad tras las huellas del escritor tratando de averiguar por que le gustó esta ciudad al vate que escribía en alemán. He vuelto a contemplar la campiña desde el puente y al puente desde la campiña. Me he perdido por sus plazas y callecitas, además he visitado los restos árabes que todavía dejan respirar un pasado importante. A mi hijo le ha encantado lanzar piedras al río Guadalevin en su zona baja y el sonido de sus cascadas me han hecho soñar:

Selten reicht ein Schauer feuchter Fäule
aus dem Gartenschatten, wo einander
Tropfen fallen hören und ein Wander-
Vogel lautet, zu der Säule,
die in Majoran und Koriander
steht und Sommerstunden zeigt;

Quizá algún día mi hijo vuelva a arrojar piedrecillas en el río de Ronda, y recuerde sus pasos de pimpollo de inco años; quizá las piedras y los árboles lo vuelvan a reconocer y los barrancos empinen la mirada para observarlo desde lo alto. Gracias Ronda por seguir siendo Ronda. A ti vuelvo y de ti me voy. Como dice el poema: „me voy para volver“.


(1) „Ronda ist eine der ältesten und merkwürdigsten Städte Spaniens, liegt großartig da auf zwei immensen Felsplateaus zwischen denen in einer Tiefe von 150 m und in einer Schlucht, die kaum 90 breit ist, unten der Guadalevin (der Fluß) seinen Weg sucht“. En Rilkes Winter en Ronda de Renate Scharffenberg.

(2) En cronología y lugares de composición de Las Elegías del Duino. Traducción y prólogo Jorge Mejía Toro. Universidad de Antioquía. Julio de 2010. XVI Elegías del Duino