JOAN MARGARIT PREMIO NACIONAL DE POESÍA 2008
por José Carlos Contreras Azaña
Mientras esperamos el nombre del ganador del Premio Nobel de Literatura 2008, desde España nos llega la grata noticia, con la que siento una alegría inmensa, que, con el libro, „Casa de misericordia“ (que leí con tanta devoción y avidez el año pasado ) el poeta catalán Joan Margarit, ha obtenido el Premio Nacional de Poesía. Pero la alegría es doble porque todavía se tiene la buena costumbre de galardonar a la excelente poesía. Y todo gracias a los Dioses de Huarochirí (bueno, es un decir) ; lo importante es que la poesía está viva y no ha muerto, (no morirá nunca) a pesar que los tentáculos de las leyes del mercado la postran en los sótanos fríos de las enormes ciudades y que en muchas de las grandes tiendas de libros en España se arrincone a las obras de poetas en esquinas infranqueables o estantes casi perdidos.
„Casa de la Misericordia“ es un libro fuerte, en sentido de golpe o choque; cada poema contiene versos que son desarraigo y tristeza, pero paradojicamente copada de esperanza: (...) Despierto antes del alba / en lo oscuro del cuarto/(...)/Puerto oscuro en un mar / que aún es más oscuro (1). (...)/Pienso que yo también sobre mi vida, / voy dibujando con firmeza un trazo (2) . Entre tantos desastres amontonados como sacos / la vida me dejó tu amor ... (3) Nos levantamos antes del alba / (...) / Me sigo levantando antes del alba, / (...) / Me invento adónde ir. Desde la acera,/ frente a la casa, escucho: como un perro, / la muerte está arañando tras la puerta. (4)
„Casa de la misericordia“ es una fobetada a la conciencia histórica, y nos castiga sin piedad, (Oh, pobre lector hipócrita ) y nos sacude como en una pesadilla con imágenes terribles y melancólicas. "Casa de misericordia" es real, como si a través del tiempo el pasado de España después de la Guerra Civil se haya vuelto el estampido impetérrito del látigo de fieros atilas que castiga la cara del lector moderno. La muerte, el dolor, la bestia y la soledad, fluyen a raudales por sus páginas. Pero no es un libro para llorar, sino para vivir lo que vivieron otros a través de versos que repican con ecos de personajes del pasado que soportaron el menosprecio y la injusticia. „La poesía no se acaba nunca porque es la realidad la que no tiene fin“, dice Margarit y escribe en un poema: El padre fusilado. / O. como dice el juez, ejecutado ...(5). Querías devorarme. Yo, matarte. / Yo, el hijo que tuviste en plena guerra (6) Y el final de los cuentos siempre es falso, / para que ningún niño se suicide. (7)
„Casa de la misericordia“ es un libro inmenso y valiente. Donde no sólo brotan las imágenes de los héroes anónimos en la posguerra. Las Casas de la Misericordia eran el refugio, después de la guerra civil española, donde trataban a toda costa de refujiarse los que habían quedado completamente en la calle tras esa maldita ecuación matemática entre perdedores y ganadores. Sobre todo ese panorama también gotean los versos de amor con angustia: Yo era un chico que oía por la radio / las canciones de amor, y nada me gustaba / tanto como mirar a las mujeres. (8). De tanta arquitectura sólo queda / la soledad del muro. Y su fuerza. / Lo miro en este patio donde Joana / sonreía. Ya no he de construir. (9). Déjame que, mirándote a los ojos, / me sumerja en la oscura y caliente fantasía / en la que estás desnuda en otros brazos. (10)
Para terminar, quiero mencionar que inclusive leyendo a Joan Margarit (Sanauja, Lleida, 1938), en catalán -porque el autor ha publicado „Casa de la misericordia“ en una hermosa edición bilingüe, castellano - catálán en la Colección Visor de Poesía (11) - es una delicia. Más aún para alguien que, como un servidor, no tiene ninguna idea de esa lengua, pero sin embargo la poesía de Margarit en ese idioma, se entiende a raudales. A mí me ha enamorado su ritmo y su música. „Casa de misericordia“ es ya una obra fundamental en la literatura española.
L`home sol anar al bosc a recollir
els troncs caiguts després dúna tempesta.
els apila darrere de la casa.
De cada un en recorda
Què el va fer caure i on va recollir-lo.
En les nits fredes, contemplant les flames,
va cremant el que queda del que estima.
APILANDO LEÑA
El hombre suele recoger del bosque
Troncos caídos con la tempestad.
Va apilando la leña tras la casa.
De cada uno sabe
Qué lo hizo caer, dónde lo recogió.
En las noches más frías, contemplando las llamas,
va quemando los restos de lo que ama.
(1) Quimioterapia. Página 101
(2) El verso pertenece a uno de los poemas del libro que lamentablemente no ubico.
(3) El equipo del asesino. Pag. 11
(4) Tras la puerta. Pag. 61
(5) Casa de Misericordia. Pag. 29
(6) Saturno. Pag. 51
(7) Prozac. Pag. 15
(8) Luz de mi vida. Pag. 93
(9) "Como he de construir“. Pag. 99
(10) Aún. Pag. 129
(11) Casa de misericorsia. Joan Margarit. Visor libros http://www.visor-libros.com/ Getafe. Madrid. 2007
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