jueves, 7 de febrero de 2008

DESPUÉS DE LA SIESTA QUEDÉ CON ALBERTI

Portada del libro Der verlorene Hain. Erinnerungen. Aus dem Spanischen von Joachim A. Frank. Bibliothek Suhrkamp. Alemania. 1997. (http://www.suhrkamp.de/)

Esta mañana seguía arrimado a mi escritorio contemplando el cerro de papeles que acicalan sus lomos. Parezco un tractor del Ministerio de Obras Públicas, ordenando y destruyendo papeles que no tienen validez. Me he encontrado con un sinnúmero de ensayos de todo tipo. Me daba cierta risa releer a Francis Fukuyama. Apenas unas letrillas que me levantaron las orejas de escéptico en aquel entonces cuando le leí la primera vez anunciando el fin de los conflictos universales y el inicio de una era nueva y única.

Me encontrado con retazos de periódicos como el ABC, El Mundo, La Vanguardia, La Voz de Galicia, La Opinión y El País de España. El Comercio y La República de Perú. La Nación de Costa Rica y Pagina 12 de Argentina. Y una interminable retahila de hojas impresas con trabajos sociológicos y filosóficos de autores que ni me acuerdo como se llaman. A uno si le pude releer un poquito: Alexandre Kojevc.

Qué barbaridad es enfrentarse al pesado trabajo de aniquilar papeles. ¡Pobres árboles, pobre naturaleza! Menos mal que aquí en Alemania se tiene la costumbre de reciclar el papel usado y luego hasta de utilizarlo como papel higiénico. A propósito de árboles, hoy he leído en la revista GEO, de febrero, que en Alemania sólo el 0,6 % de su territorio son Parques Nacionales. Me pongo a pensar ahora en la salvajada que le estamos haciendo a la Amazonía y a todas las zonas verdes del planeta.

Bueno, luego de remover un poco mi escritorio -la tarea todavía no está cumplida, pero me enaltece sobremanera haber empezado a arreglar ese rincón caótico de mi casa ahora que tengo todavía un par de días de vacaciones- quedé para la siesta con Rafael Alberti, mejor dicho encontré un librito de poesía de Alberti y me dije: te releeré después de la siesta.

Y eso es lo que acabo de hacer y el gran Alberti me decoró los ojos y las orejas con su rima musical a través del su libro "La amante" ( 1). He vuelto a revivir los momentos de agua y piedras en la playa La Puntilla de Puerto de Santa María, el lugar donde nació el poeta, donde leí un verano a Alberti acariciado por el viento del sur, el sol y las manos de una musa perdida en el tiempo. Con él volví a ser marinero, a pesar de su nostalgia y mi nostalgia que nos atrapan en una metrópoli y le seguimos preguntando a nuestros padres: "¿Por qué me trajiste a la ciudad?".

Bueno, aquí transcribo parte del poema -por respeto a los derechos de autor- que habla de la Andalucía que tanto admiro, pero que últimamente el cemento está destruyendo su linda cara en la Costa del Sol. "Verde que te quiere verde" diría ahora el granadino García Lorca si vería tanta costa de ladrillo.

Aquí el poema (2) de Alberti:

68

DESPEDIDA

¡Al sur
de donde soy yo,
donde nací yo,
no tú!

- ¡Adiós, mi buen andaluz!

(...)

- ¡Adiós, mi gloria del sur!

- ¡Mi amante, hermana y amiga!

(...)

(1) La Amante. Rafael Alberti. Biblioteca Alberti. Alianza Editorial. Madrid 2000. (www.alianzaeditorial.es)

(2) 68. Despedida. pg. 89. Ibid.

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