El diario español El País, publica hoy domingo 20 de julio en su Revista de Verano, dentro de su Edición Europa (Revista de Verano: páginas 1,2 y 3) el informe „Guernica: nuevo parte médico“ (1), donde se describe el estado actual de la famosa obra de Picasso y revela el resultado de una radiografía técnica que ayudará a sanar sus heridas. La conclusión es cruda y directa: „se encuentra estable dentro de la gravedad“, según asegura Jorge García Gómez-Tejedor, jefe del departamento de conservación y restauración del Museo Reina Sofía, de Madrid, informa El País.
La primera vez que vi el Guernica estaba en el Museo del Prado. Recuerdo aquella mañana que me acerqué a la sala donde estaba ese ícono que tantas veces había visto en mi niñez limeña, porque mi padre nos había comprado una enciclopedia en donde estaban los cuadros más importantes de la pintura de todas las épocas, me llevé una impresión inmensa, casi cercana al paroxismo.
El Guernica tenía aquella vez un salón exclusivo, y, estaba en lo alto de la sala depositada detrás de unos cristales que la convertían imponente y lejana.
Me quedé media hora contemplando el cuadro sentado en el suelo, recorriendo sus líneas de izquierda a derecha y de arriba a abajo. Nunca un cuadro me impresionó tanto como el Guernica cuando lo vi por primera vez.
La segunda vez que vi el Guernica estaba en el museo Reina Sofia, en una sala en donde abundaban a diestra y siniestra otros cuadros. La sensación aquella vez fue de decepción, porque el Guernica estaba a unos pasos de mí, casi podía tocarlo con mis dedos, y podía auscultar las palpitaciones de sus trazados nitidamente como cuando vemos en nuestra cara las arrugas que surcan de sur a norte el espejo o las pecas que nos sobresalen coquetamente en la época estival. Esa vez el Guernica no me gustó nada y sencillamente pasó a convertirse para mí en una unión de líneas que ya no eran lo que fueron durante mi infancia.
Hay que reconocer que el cuadro es un símbolo contra la guerra y contra la barbarie. El Guernica muestra el bombardeo que sufrió la ciudad de Guernica en abril de 1937 por parte de la Legión Condor. Guernica es el recuerdo de la muerte, una protesta contra el fascismo, contra lo irracional; y, dicha ciudad, que fue bombardeada con furia, está hermanada ahora con una ciudad alemana que también sufrió un terrible bombardeo durante la segunda guerra mundial: Pforzheim, situada no muy lejos de donde vivo, en Karlsruhe. Ambas ciudades sufrieron la dictadura de la bombas. Un alumno que nació en Pforzheim y que vivió aquel ataque me lo ha relatado entre sus ojos de niño con pánico tan igual como me lo hubiera contado alguien de Guernica.
Un toro, un niño, lágrimas, un hombre descuartizado, brazos levantados, una yegua, el fuego, edificios tragados por el fuego, una espada rota, entre otros elementos surgen en el cuadro empapado en su monocromía con toda esa simbología que representa la muerte.
Entre las anécdotas que existen sobre el cuadro hay muchas, pero aquí van dos. Cuando las tropas nazis tomaron París, un soldado viendo una replica del Guernica le preguntó a Picasso si era el autor del cuadro. Picasso contestó: „ no, son ustedes“.
La otra proviene de las manos del pintor iraní Tony Shafrazi que escribió como protesta de rojo sobre el cuadro las palabras “KILL LIES ALL”. Lo hizo para protestar por el perdón que Richard Nixon concedió al teniente William L. Cally por la matanza de My Lai durante la Guerra de Vietnam
Esperemos que haya Guernica para rato, pero sólo en el cuadro, aunque desgraciadamente se sigan repitiendo Guernicas en la vida real en el mundo.
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