Una vez, recorriendo en barco el Perú a través del Amazonas me topé con un anciano cuya conversación me impactó enormemente. Todo lo hablado se resumió a lo que me había insistido toda la noche en nueve palabras: lo más importante en la vida es el amor. Escuchar esta frase de la boca de un posible chamán, fue mágico, portentoso, caudaloso, rico como el río que oíamos a nuestro lado. Nunca me he olvidado de él: el reflejo de las palabras.
En otros barcos, como por ejemplo en el que arribé a las puertas de la reserva Pacaya Samiria, escuché historias fantásticas de campesinos y jóvenes sobre el tunche, la malaria, la ayahuasca o el transporte de las naranjas por el río Marañón en barcazas improvisadas hasta llegar a Iquitos.
La selva es mágica.
Eso fue hace dos años y recuerdo que hubo una sequía que dejaba varada a las embarcaciones con pasajeros. La lluvia hacía vacaciones, como yo. Por las noches aparecían grandes luces de pequeñas linternas (en la selva, ante tanta oscuridad, toda lucecita se convierte en un astro rey) que alumbraban desde las orillas: eran pasajeros pidiendo al capitán que se acercase a recogerlos. Por las tardes me subía a la cubierta superior y leía "La Serpiente de oro" de Ciro Alegría, contemplando, a mi alrededor, tanta hermosura.
Hoy, leyendo el Reflejo de las palabras de Kader Abdolah me han venido los ecos de la voz de ese anciano peruano en la selva peruana.
En la página 137 de la referida obra se cuenta que existe un antiguo libro persa que relata los viajes de Nasredin con el fin de comprender el sentido de la vida. Una vez Nasredin se encontró en un pueblo con una multitud de hombres, mujeres y niños que seguían a un joven. El joven lloraba y reía,etc. Y ella preguntó a un anciano ¿qué le pasa a ese muchacho?
- Es es el amor, que se ha apodrado de él. Y todo el mundo ha acudido a verlo para saber cómo es el amor.
Kader Abdolah es un autor iraní que tuvo que abandonar su país por sus posiciones políticas y que ha encontrado en Holanda a su segunda patria. La novela El reflejo de las palabras es un canto a la simbiosis indestructible del amor entre padre e hijo. Un libro sensible y emocionante, una catarsis de fábulas e historias que nos conectan con el mundo misterioso de las alfombras y los montes de la antigua Persia.
Hoy he leído a Abdolah y me he acordado, decía, de ese viejo de cara arrugada por el tiempo, pero cuyo cerebro, brillaba como la estrellita más luminosa del Amazonas. Pensar en él y pensar en la lluvia que ahora, seguro, cae sobre las flores y los árboles gigantes, cuyos pies son besados por el caudal de los ríos, me hace feliz.
No sé si el anciano aún viva, pero sus palabras viven como las palabras del padre poeta de Kader Abdolah aquí en mi corazón, bueno en mi cerebro, en mi estómago.
Buenas tardes a todos.
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