viernes, 16 de noviembre de 2007

LOS TRENES DE ALEMANIA, LUIS SEPÚLVEDA Y LA LITERATURA

Portada del libro Desencuentros de Luis Sepúlveda. Editorial Tusquets http://www.tusquets-editores.es/
Por José Carlos Contreras Azaña

Una huelga de maquinistas está paralizando desde ayer todo el tejido ferroviario alemán. Hoy, a propósito de trenes y maquinistas, he recordado el cuento fantástico de Luis Sepúlveda, Cambio de ruta, que leí, dicho sea de paso, a bordo de un tren español que me llevaba a Extremadura. El cuento pertenece al libro Desencuentros (Editorial Tusquets. Primera edición 1997).

Cambio de ruta cuenta la historia de los pasajeros de un tren que atraviesa la sierra norte de Chile, que cubre la ruta Antofagasta-Oruro, y que nunca llegan a su destino, porque ellos, a través de la radio, se enteran que han muerto.

El tren había salido puntualmente. La mayoría de los pasajeros abandona los vagones de primera y segunda en la estación de Calama y, sólo 16 personas continúan viaje: dos maquinistas, un revisor, el encargado del vagón postal, una pareja de recién casados, un estudiante, un comerciante, un boxeador con gran futuro, su manager, el masajista y cinco monjas.

En el trayecto, un banco de niebla impide la visibilidad de los maqunistas y estos deciden detener el tren. Los maquinistas tratan de saber lo que pasa y salen de la máquina pero no logran dar más un paso porque las neblina les impide toda visión. Regresan al tren y se encuentran que la radio para comunicarse no funciona. Deciden juntar a los pasajeros de segunda y primera en un vagón y les cuentan lo que pasa.

Más tarde los maquinistas deciden salir otra vez, acompañados del boxeador. Se atan una cuerda en la cintura como los alpinistas para no perderse. Entonces descubren que se encuentran, en medio un puente.

- Estamos en un puente -dijo el ferroviario.
-¿Qué? ¡Si no hay un solo puente en todo el trayecto! -dijo el otro.
(...)
- La puta. Es cierto. ¿Dónde estamos?
- ¿Tienes algo pesado? Quiero saber si hay agua abajo.
- Entiendo. Atento. Voy a botar la linterna.

Esperaron conteniendo la respiración todo el tiempo que pudieron, pero no escucharon el ruido esperado. No escucharon ningún ruido.

Regresaron al vagón. Allí el estudiante sacó su radio transistor y escucharon las noticias de las siete de la mañana, donde el locutor daba a conocer el descarrilamiento del ferrocarril Antofagasta-Oruro ocurrido la noche anterior. Entonces todos se miraron en silencio. Estaban muertos.

Este cuento corto es una delicia. Como hoy casi no hay trenes en Alemania se me vinieron a la memoria todos los trenes por donde recorrí algo del mundo, desde los puntuales e impecables trenes alemanes, los de Texas en Estados Unidos, los de Portugal recorriendo la costa en Portimao, y hasta el tren de la sierra central de Perú, que hasta hace poco, era el tren más alto del mundo y que atravesaba la estación de Ticlio a 4758 sobre el nivel del mar. Allí me he dado el gusto de bajar y contemplar sobre la nieve tanta belleza natural.

Los trenes de Noruega son comodísimos hasta Trondheim, más no conozco, y, cuando viajo por los Alpes en los trenes austriacos, tengo siempre la sensación que subo otra vez por la cadena central de los Andes. El recorrido hasta Klagenfurt es fantástico.

Los viajes en tren, más largos de mi vida, fueron de Málaga a Karlsruhe y de Karlsruhe a La Coruña. Es increible la cantidad de gente interesante que se llega a conocer en un tren. Hoy casi no hay trenes en Alemania, mañana sábado tampoco. Luis Sepúlveda, que conoce bien los trenes alemanes debe también de recordarlos.

1 comentario:

Fabiula dijo...

Oi! Gostei muito do conto "Cambio de Ruta". Obrigada pela dica de literatura! Parabéns pelo blog!
Um abraço