Los zapatazos, para quienes no pertenecemos a la cultura musulmana, están tomando una connotación semiótica globalizada. El penúltimo zapatazo que trascendió en nuestra aldea global fue el que protagonizó un ex presidente cuyo nombre no quiero acordarme. El último, lo acaba de recibir en Londres el presidente chino Wen Jiabao en las instalaciones de la Universidad de Cambdrige. Los zapatos voladores que valga la redundancia vuelan por acá y por allá, me invitan a pensar no vanamente en ese objeto que cubre nuestros pies y que la poesía los acapara con rotundo lirismo desde tiempos antiguos. Sea zapato o zapatazo, la literatura es el río que todo lo inunda y todo lo seca. Para muestra un botón, mejor dicho, unos botones: recuerdo un hermoso poema titulado „Las cartas secuestradas“ del poeta peruano Juan Gonzalo Rose, en el que rinde, de una forma u otra, pleitesía a los zapatos:
LAS CARTAS SECUESTRADAS
(...)
Si no fuera poeta, expresidiario,
extranjero hasta el colmo de la gracia,
descubridor de calles en la noche,
coleccionista de apellidos pálidos:
quisiera ser cartero de los tristes
para que ellos bendigan mis zapatos.
(...)
Antes de seguir en este breve paseo zapatil, vayamos por partes y busquemos como ratones el significado de la palabra zapato. Hago una pausa y me internaré unos instantes en mi biblioteca. Ya vuelvo.
Bueno acá lo tengo.
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española menciona que el origen de la palabra zapato es turco, y que proviene de la palabra zabata. Y significa : Calzado que no pasa del tobillo, con la parte inferior de suela y lo demás de piel, fieltro, paño u otro tejido, más o menos escotado por el empeine. Mientras que en la página 1151 del diccionario Anaya de la lengua se lee: Calzado que cubre el pie hasta el tobillo y que tiene la suela de cuero u otro material más duro que el resto.
La historiadores indican que hay evidencias que el uso del zapato se inicia en el año 10.000 antes de Cristo. Se han encontrado en cuevas ubicadas en España y Francia pinturas que representan zapatos hechas por hombres del periodo paleolítico. Entre los refranes más populares con referencia a los zapatos está el conocidísimo“zapatero a tus zapatos“. Y existen hoy en día nombres de políticos y organizaciones políticas que dan referencia a los zapatos, como por ejemplo, el nombre del Jefe de Estado español Zapatero, cuya abreviación ZP se ha hecho muy popular entre los ciudadanos de la tierra de Don Quijote; o, el Movimiento Zapatista de México, en alusión a la figura que ha alimentado páginas y páginas a la literatura mexicana: Emiliano Zapata.
Los analistas de hogaño que han puesto los ojos encima de este fenómeno del zapatazo indican que se ha hecho popular un chiste que comienza así:
"- ¿Qué tres zapatos han hecho historia?
El de la famosa Cenicienta, el del lider soviético Nikita Jrushchov (con el que golpeó la mesa durante un discurso en Naciones Unidas en 1960) y el zapato del periodista Mountazer al Zaidi que armó un escándalo en Bagdad en 2008".
Por la red, en estos días, se puede leer una serie de poemas en alusión al zapatazo en Iraq, entre ellos uno del poeta peruano Arturo Corcuera titulado „Vuelan los zapatos en Bagdad“ (1).
A continuación les dejo con un par de poemas que dan referencia a los zapatos. El primero pertenece al poeta cubano Jorge Guillén, y el segundo al poeta peruano Pablo Guevara.
Muerte de unos Zapatos
Jorge Guillen
¡Se me mueren! Han vivido
con fidelidad: cristianos
servidores que se honran
y disfrutan ayudando,
complaciendo a su señor,
un caminante cansado,
a punto de preferir
la quietud de pies y ánimo.
Saben estas suelas. Saben
de andaduras palmo a palmo,
de intemperies descarriadas
entre barros y guijarros…
Languidece en este cuero
triste su matiz, antaño
con sencillez el primor
de algún día engalanado
Todo me anuncia una ruina
que se me escapa. Quebranto
mortal corroe el decoro.
Huyen. ¡Espectros-zapatos!
Mi padre, un zapatero
Pablo Guevara
Tenía un gran taller. Era parte del orbe.
Entre cueros y sueños y gritos y zarpazos,
él cantaba y cantaba o se ahogaba en la vida.
Con Forero y Arteche. Siempre Forero, siempre
con Bazetti y mi padre navegando en el patio
y el amable licor como un reino sin fin.
"Fue bueno, y yo lo supe a pesar de las ruinas que alcancé a acariciar.
Fue pobre como muchos, luego creció y creci
ó rodeado de zapatos que luego fueron botas.
Gran monarca su oficio, todo creció con él:
la casa y mi alcancía y esta humanidad.
Pero algo fue muriendo, lentamente al principio:
su fe o su valor, los frágiles trofeos, acaso su pasión;
algo se fue muriendo con esa gran constancia del que mucho ha deseado.
Y se quedó un día, retorcido en mis brazos, como una cosa usada,
un zapato o un traje, raíz inolvidable quedó solo y conmigo.
Nadie estaba a su lado. Nadie.
Más allá de la alcoba, amigos y familia,
qué sé yo, lo estrujaban.
Murió solo y conmigo. Nadie se acuerda de él.
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