Acabo de volver de mis vacaciones. En realidad para mí las vacaciones no necesariamente significa alejarme de mi punto de vivienda. Pero como aquí en Alemania se acostumbra a calificar de vacaciones cuando te alejas de este belllo país, pues lo digo así, a pesar de que en la tierra que estuve, España, escuché que casi el 50% de sus gentes no van de vacaciones, osea que no salen de sus puntos habituales de cohabitación.
En fin, tomé mi mochila y caí en la mismísima Puerta del Sol, en el centro del kilómetro cero de España.
Ya seguiré contando las cosas que me tocó vivir allá. Entre las cosas más interesante que trajé en mi mochila es libro „Suicidios ejemplares“ de Enrique Vila-Matas. Libro que me ha hecho mucho reir en mi trayecto aéreo desde Madrid a Frankfurt, tanto que la dulce damita inglesa a mi costado no se aguantó y me preguntó que libro estaba leyendo. Ni ella me sacó de la risotada en la que me atrapó el cuento „En busca de la pareja eléctrica“. Ya hablaré más.
Hoy he participado en el blog del escritor Juan Cruz, cuyo libro „Octubre“ vi en una librería, pero no lo compré, porque sencillamente no hay para tanto. En su blog, donde Juan había escrito sobre Onetti y la experiencia que le tocó vivir ayer en Madrid al conocer a un huérfano de padre y madre asesinados por un coche y su conductor escribí esto:
Desde que existe esa extensión de nuestras piernas que se llama coche ha muerto mucha gente. A los coches no los echaría de menos si les prohibieran las calles, a Juan Carlos Onetti, sí. Me solidarizo con la víctimas de los autos y deploro a sus imbéciles conductores.Les cuento queridos blogueros de "Mira que te lo tengo dicho" que ayer retorné de Santa María, perdón, de Madrid, donde apenas estuve cinco días recorriéndola como Larsen.
De las cosas que más me han llamado la atención fue ver a un indigente durmiendo con todas sus pertenencias delante de un hotel cuatro estrellas sin que a nadie le importara. Me metí a un restaurante y me querían cobrar dos euros por un pan que no había pedido ni consumido. Me paraba ante el rojo de los semáforos y la gente la cruzaba sin importarle: entonces me sentí un bicho raro. Hay obras en Sol y ya no está la pequeña librería que se ubicaba en el piso bajo del edificio que lleva el cartel del Tío Pepe. Ni la librería Manzano que se encontraba en una calle cercana a Sol. Frente a Cibeles, en un quiosco, hay unas pintas contra los chinos.
Por otra parte, me encantó ver el sábado a gente donando sangre dentro de un bus aparcado en el parque El Retiro y contemplar a tantas culturas que aman nuestra lengua reunidas en una gran ciudad y, otras cosas lindas que por falta de espacio no las escribo. Madrid me fascina, pero creo que han cambiado muchas cosas. Buenas tardes a todos.
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