martes, 12 de abril de 2011

DEL LIBRO DEL DESASOSIEGO O FERNANDO PESSOA REDIMIDO

Portada del libro de Fernando Pessoa como Bernardo Soares "Das Buch der Unruhe" (El libro del desasosiego). De la desaparecida Editorial Ammann.

„El cerebro de Aristóteles era, por decirlo así,
el claustro de una universidad rica en Facultades“

Peter Sloterdijk, en „Temperamentos filosóficos“.


„No sé que es el tiempo. No sé cual es su verdadera
medida, si es que tiene alguna“.

Fernando Pessoa, en „El libro del desasosiego“ (1)

Tolle et lege (Toma y lee)


No sé qué nombre lleva esa callecita escondida en los vericuetos del barrio lisboeta de la Alfama que una tarde de verano invadí para comer como un paquidermo las uvas que había comprado. Desde ese punto de la ciudad sentí salir de cada ventana historias de gentes que no conocía y que sin verlas me miraban, sentí tanto respeto y cariño que irradiaban esas personas a un visitante embobado por Lisboa, aferrado a un libro de poemas de Fernando Pessoa en una mano, y en la otra, una bolsa repleta de uvas que sabían a todo, mientras paseaban por mi cabeza todas las esquinas de esa ciudad que en aquel entonces ya había acumulado en mis recuerdos. Ahora que retorno a Pessoa, esas imágenes son un hechizo febril que me acompañan en esta primavera. ¿Cómo de bella estará Lisboa este día? ¿Habrán comprado aquél cuadro de Lisboa que se veía desde uno de los puntos más exquisitos de Barrio Alto y que vendía un pintor callejero vestido de fiesta?.

He vuelto a Pessoa leyendo el „Libro del desasosiego“, el cual tengo el placer de leerlo una vez más (en mi caso de releerlo) conjuntamente con una amiga partícipe de mis dudas y de mis sorpresas que suelen aparecer delante de esta retahila de pensamientos del escritor portugués. Esos pensamientos, perdonen las relaciones extravagantes que hago, me empujan irreversiblemente a pensar en el filósofo rumano-francés Emil Cioran. Para empezar les provoco apuntando que Pessoa decía que su patria era la lengua portuguesa, y Cioran, por su parte, repetía ese aforismo tibetano que indica que „la patria no es más que un campamento en el desierto“.

No tengo ni idea si Cioran haya leído a Pessoa. Cioran nació en 1911 y Pessoa murió en 1935. Y Cioran, que yo sepa, admiraba enormemente a Jorge Luis Borges. Pero cuando leo textos de Fernando Pessoa en el „Libro del desasoiego“ como „tengo la nausea física de la humanidad vulgar, que, por otra parte, es la única que existe (2) „envidio a todos lo que no sean yo“ (3) „Todo me cansa, incluso lo que no me cansa. Mi alegría es tan dolorosa como mi dolor“ (4) „¿Qué es esto, para qué todo esto? ¿Quién soy yo cuando estoy sintiendo? ¿Qué es lo que muero cuándo soy? (5) me llevan a pensar poderosamente en el libro que Emil Cioran que en castellano lleva el título de „Del inconveniente de haber nacido“, y se me revuelve, como un zafarrancho de combate, el estómago, cuando leo este otro aforismo lapidario de Cioran „En todo hombre dormita un profeta, y cuando se despierta hay un poco más de mal en el mundo“. Claro, Pessoa no era malo, eso lo testifican sus biógrafos, pero desde sus otros yo, especialmente de ese trabajador de oficina de nombre Bernardo Soares, que se atrevió a observar el mundo desde unas dimensiones extrañas, nos invade la duda de que si la mayoría de los hombres se sienten cómodos viviendo entre hombres.

El prosista que tenemos frente a nosotros en „El libro del desasoeigo“ es omnipresente, devastador, duro, incierto, raro, rebuscón, cínico, somnoliento, real y rotundo como que no podemos mentir que desde que sucedió el accidente del reactor de Fukushima la energía nuclear confirma una vez más que es un peligro latente que nos puede costar caro. ¿Dónde estás Dios, aunque no exista? Se pregunta Pessoa en el texto 88. „Mi vida es como si me golpeasen con ella „ (80) Parece un constipado del alma“ (78).

Hay una cita de Cioran que acabo de encontrar y que dice: "La gente me produce asco, tengo asco hasta de mí mismo. Deseo una destrucción completa de todo lo humano, incluidos ellos e incluido yo, ya que no soy especial ni mejor que ellos", entonces observo que en el libro de Pessoa hay unos retazos que se asemejan al indicado pensamiento. “La soledad me desola; la compañía me oprime. La presencia de otra persona me desorienta los pensamientos...” (48) “Me apesadumbra, por otra parte, la idea de ser forzado a un contacto con otro. (49).

Pero no se vaya a pensar que todo el “Libro del desasosiego” es un conjunto de pensamientos ladeados como un barco al garete al estribor del pesimismo, no, de ninguna manera, me refería a ellos porque afloraba en mí los recuerdos de los pensamientos del filósofo rumano-francés Cioran, que a pesar de su verbo que insufla decadencia y agonía deja un espacio a los pesimistas para rubricar que un buen pesimista es un optimista bien informado (no sé a quién le escuché decir esto o de quién lo leí). Decía que hay en el libro de Pessoa momentos estelares de belleza que irradían un amor inveterado a Lisboa, la ciudad que fascina sobremanera a quien escribe en estos momentos y que no podrá olvidar nunca las fiestas con fado en los bares del Barrio Alto o en las calles de Benfica. En el “Libro del desasosiego” también brota como agua cristalina de una fuente, los recuerdos de la infancia: “No existen para mí flores como, a la luz del sol, el varadísimo colorido de Lisboa”. (50) Quién me diera ser un niño lanzando barcos de papel en un estanque de la quinta (80).

Me llama la atención la vitalidad del libro, la imagen del pájaro volador que lo ve todo; en su caso, el oficinista que deja su pupitre y se entremezcla en el bullicio y la soledad de las esquinas de Lisboa. Cuando leo algunos extractos del libro me intuye a pensar la forma genial de ser varias personas en Pessoa. Me fascina su construcción porque el libro lo escribió durante toda su vida y que en realidad nunca ha sido terminado. Ese destino me crea una sensación de alivio ya que el libro podría seguir diversas vertientes, seguir siendo como es o mudado sus tonalidades de azul a amarillo o haber cambiado de rumbo tras haber vivido experiencias como les tocó vivir a los hombres después de la muerte de Pessoa: “tener opiniones es estar vendido a uno mismo. No tener opiniones es existir. Tener todas las opiniones es ser poeta (212) Vive tu vida. No seas vivido por ella (Fórmula de bien soñar. Página 512)

Para terminar quiero contarles que en en el texto 215 del “Libro del desasosiego” hay una confesión que nos hace el autor:”Quiero que la lectura de este libro os deje una impresión de haber atravesado una voluptuosa pesadilla”. Es verdad, eso lo consigue, pero es una pesadilla construida a través de bellas palabras o como “...el sagrado instinto de no tener teorías” (6).


(1) Libro del desasosiego. Texto 350.
(2) Libro del Desasosiego. Texto 62
(3) Libro del desasoeigo. Texto 38
(4) Libro del Desasosiego. Texto 80
(5) Libro del Desasosiego. Texto 63
(6) Libro del desasosiego. Texto 253

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