Un cuento tiene la facultad de divertir y de posser al lector hasta su desenlace. Sea este extraño o esperado, creíble o incierto. Me encanta leer cuentos. Los estudiosos dicen que los cuentos fueron orales a principios de la humanidad. Al escritor Edgar Allan Poe, se le considera el padre del cuento moderno y, entre sus líneas de sus relatos policiacos nació el primer personaje detective literario. No nos olvidemos de otros maestros del cuento: Maupassant, Kafka, Chéjov, Hemingway, Bolaño, Cronwel Jara Jiménez, Mario Bellatín, entre otros, y, a Borges, por supuesto, la más alta expresión del cuento en el idioma castellano. Hay un cuentista de quien nunca he dejado de admirar su brevedad y , además, un texto que escribió y que es catalogado como el cuento más breve de la historia de la literatura:
„Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí“
Increible. De las manos de Augusto Monterroso salían las palabras a cuentagotas, empero, inmensas.
Gracias a la gentileza de la señora Ebel, llega a mis manos el libro „Erzählungen aus México“, „Cuentos hispanoamericanos: México“, una colección bilingüe publicada por la editorial dtv ( www.dtv.de ) y que contiene cuentos de Alfonso Reyes, Octavio Paz, Juan José Arreola, Juan Rulfo, Augusto Monterroso, Rosario Castellanos, Carlos Fuentes, entre otros.
Antes de dormir en la noche pasada me leí tres cuentos, dos de ellos me ancantaron: Feliz Navidad, vecinos de Severino Salazar ( página 204) y Un solo amor no basta de Agustín Monsreal (página 186).
El primero tiene como protagonista a un joven que odia el árbol de un vecino, porque produce roturas en las baldosas de su cuarto y ensucia el patio de su casa. Sus padres no toman en serio su ira, hasta que llega el hermano, estudiante de derecho, y le induce a abrir juicio contra los vecinos, los Muro, para derribar el árbol. Un día llegan a casa de los vecinos visita de Estados Unidos, entre ellos la hija de los Muro. Su hermano, el estudiante de derecho, se enamora de ésta y se olvida de la denuncia y, nuestro protagonista loco de rabia, echa dos botellas de cianuro líquido a las raíces del monumental árbol.
El segundo, parece telenovela, igualita que las telelloronas mexicanas, pero en esta oportunidad lloran los hombres y hasta matan por amor, pero como un golpe de tifón y gracias a la magia del cuento, todo se voltea, la que mata al final es la mujer. Un cuento escrito en forma de espejo, o mejor dicho dos espejos que se miran. Un cuadrilátero amoroso entre esposos y amantes. Rencor, deseo, amor y odio. Un cuento para volver a leer antes de dormir.
Los otros cuento no los he leído todavía. Tengo en la cabecera de mi cama los diarios del fin de semana, las revistas de deporte de Alemania, y un grupito de libros que esperan mis caricias, osea que los cuentos del libro Erzählungen aus Mexico los iré leyendo de a poquitos y con ganas.
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