Cuando empezé a leer los primeros poemas traducidos al castellano de Friedrich Hörderlin no tenía ni idea que algún día leería sus versos en alemán y viviría en la tierra que le vio nacer. En aquel entonces la vetusta Biblioteca Nacional de Lima, Perú, me cobijaba y regalaba calor en medio de libros y lecturas bajo la espada del invierno en la costa del Pacífico. Años más tarde, estando ya en Alemania, aquella mañana que estuve en Tübingen, lo primero que hice fue buscar la Torre de Hörderlin donde se dice que vivió el poeta sus últimos años acompañado por la soledad o la feliciad de la locura. Hoy lo he recordado con profunda devoción mientras empujaba lentamente la nieve que se había postrado alrededor de mi casa. Entonces me ha venido como un rayo de luz a la memoria su poema „El invierno“. Lo he tratado de recordar en su conjunto, porque el poema es pequeño, de ocho versos apenas, y me ha servido de panacea frente a este invierno europeo que sigue dejando copos de nieve sobre la ciudad donde vivo, Karlsruhe.
Sobre Hörderlin siempre me ha llamado la atención el amor clandestino que tuvo con Sussette (Diótima como lo llamaba él en sus escritos). Parece que la amó inveteradamente, porque cuando Susette murió, y en aquel entonces ya estaban separados, el poeta se sintió muy solo y víctima otra vez de sus golpes de demencia. Otro asunto más que me ha impresionado de la vida de Hörderlin es que haya coincidido en las aulas con Hegel y Schelling. E inclusive hayan compartido habitación en la escuela que los vio recorerr las alamedas de la sabiduría. Eran años difíciles del siglo XVIII, y los duques germanos veían con malos ojos la Revolución Francesa, suceso que sacudió a Hörderlin y Hegel, quienes tenían en ese entonces19 años. Pero el asunto es que Hörderlin acabó sus días en un viaje sin retorno a través del mar de la locura, hecho que más tarde provocaría una vía en el pensamiento filosófico de Heidegger, que no paso a describir, porque en el fondo sólo quería referirme al poema „El invierno“, que he traducido abajo y que quiero compartilos con ustedes.
DER WINTER
Friedrich Hörderlin
Das Feld ist kahl, auf ferner Höhe glänzet
Der blaue Himmel nur, und wie die Pfade gehen,
Erscheinet die Natur, als Einerlei, das Wehen
Ist frisch, und die Natur von Helle nur umkränzet.
Der Erde Stund ist sichtbar von dem Himmel
Den ganzen Tag, in heller Nacht umgeben,
Wenn hoch erscheint von Sternen das Gewimmel,
Und geistiger das weit gedehnte Leben.
EL INVIERNO
Friedrich Hörderlin (20. März 1770 in Lauffen am Neckar; † 7. Juni 1843 in Tübingen)
Traducción: Jose Carlos Contreras Azaña. Karlsruhe, marzo 2010.
El campo está desnudo, y alto a lo lejos solo reluce
el cielo azul, y como desaparecen los senderos
aparece la naturaleza, idéntica, el viento
es fresco, y la naturaleza se corona de claridad.
A esa hora terrenal es visible desde el cielo
la anchura del día, abrazado por una diáfana noche,
cuando arriba aparece un hervidero de estrellas
y se vuelve espiritual la vida se extiende.
1 comentario:
Intenté traducir este poema sin leer lo que usted creó.
Aun siendo que estudio traducción no se me ocurrió dar ciertos giros... y quedó muy pesado, de una pesadez que ni el invierno soportaría.
Me agradó lo que hizo.
Estudio alemán, y esto me hace sentir que el camino es eterno, y eso en maravilloso.
De pronto también algún día me pasee por aquellas calles, u otras tantas.
Julian, Colombia, Medellín.
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