viernes, 27 de julio de 2007

DIE VERMESSUNG DER WELT: O DEL MERCADO




Acabo de empezar a leer el libro Die Vermessung der Welt del autor alemán Daniel Kehlmann (München 1975). Normalmente soy escéptico de las listas de los libros más vendidos y no corro a la primera librería a comprarme la obra que se encuentra en el número uno de la lista de x o de la lista y, porque sé de las experiencias de amigos que se han llevado chascos más grandes que el río Nilo.

El mercado de los libros actualmente fagocita la buena literatura y los gurus abundan recomendando gato por liebre. Así que hay que abrir bien los ojos o mejor dicho cerrar bien la oreja, en el mejor sentido de la palabra, para que no nos manipulen con este u otro libro. El libro Die Vermessung der Welt (La medición del mundo en castellano) no lo he comprado, lo tengo gracias a la gentileza mecénica de la señora Ebel, y lo estoy leyendo en alemán: ardua tarea para quien domina el idioma lo justo y lo necesario, empero es una hermosa empresa que me permite saborear el idioma de Goethe. Kehlmann no es Goethe por supuesto. Y si lo catalogan como la fascinanción de la literatura alemana de los últimas décadas es que algo está pasando (osea no pasa nada) en la literatura germana.

Este libro es el más leído después de El Perfume de Patrick Süsskind, cuyo primer capítulo, es fascinante. En cambio el primer capítulo (Die Reise) de Die Vermessung der Welt no me tocó, el segundo (Das Meer) en algo. Espero que el tercero los supere. Pero los capítulos ya me pusieron en ascuas que la obra trata de dos personajes distintos: el matemático Guss, un tipo pusilánime, ermitaño y no amigo de los viajes; y del naturalista Humboldt (antípoda del primero),viajero, curioso, movedizo. Espero seguir con este libro, aunque –en honor a la verdad- en estos días de vacaciones estivales que tengo tiempo, me he comprado hoy una revista de deportes, y a veces he tenido que hacer pausas cuando leía Die Vermmesung der Welt porque me aburría. Qué dirán mis otros libros que esperan ser leídos y que ahora no existen, parafraseando a Sartre. Seguiré después, no prometiendo acabar el libro de un tirón, porque de otras fuentes hay que beber, además no se olviden que leo el libro en alemán.

domingo, 22 de julio de 2007

EL HUEVO DE ZORBAS: HISTORIA DE UNA GAVIOTA Y DEL GATO QUE LE ENSEñÓ A VOLAR




Gracias a la gentileza de la señora Müller, llega a mis manos (algo tarde, porque el libro fue publicado en 2004) Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar del escritor chileno Luis Sepúlveda ( www.reclam.de). Lo interesante es que el libro se me entregó con una algarabía grandiosa. Me fascina cuando personas que aprenden el español, se maravillan de nuestra lengua y eso, gracias a nuestros escritores latinoamericanos o españoles, en este caso de este escritor sudamericano que nos robó los sueños y lágrimas a través de esa otra gran novela El viejo que leía novelas de amor.


El libro, Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar, perteneciente a la colección hecha para personas que aprenden castellano, forma parte de Universal-Bibliothek Fremdsprachentexte. Contine 144 páginas con gráficos y además con una lista de palabras españolas traducidas al alemán en cada pie de página. Una delicia para cualquier estudiante extranjero de lengua española y un tesoro de incalculable valor para los profesores de castellano como lengua extranjera.



Por ejemplo en el capítulo 7 Un gato que lo sabe todo, de la página 45 se puede leer:



Se paseaba nervioso frente a un enorme libro abierto en el suelo, y a ratos se llevaba las patas delanteras a la cabeza. Se veía verdaderamente desconsolado“.



Y a pie de página están algunas palabras mágicas de la traducción, como por ejemplo:



el suelo: Fußboden.


a ratos: von Zeit zu Zeit.


desconsolado: untröstlich, betrübt.



El libro cuenta la historia de Zorbas, un gato negro, gordo y grande que recibe como obligación moral el cuidado de un huevo de gaviota. La progenitora del huevo, víctima de un vertido de petróleo en el mar, ruega a Zorbas, antes de morir, de cuidar ese huevo con todas las fuerzas de su corazón.


Así lo hace Zorbas, el peludo felino de Hamburgo, cojuntamente con sus amiguitos Secretario, Sabelotodo, Barlovento y Colonello.


La historia es deliciosa y nos envuelve en un mundo mágico de animales con orgullo, moral, sinceridad y solidaridad, dejando un trasfondo de sombras que enturbia el mundo de los humanos, culpables del maltrato de la pachamama, de la Mutter Erde, de la madre tierra.

jueves, 12 de julio de 2007

Portada de la novela La Hermogeníada último trabajo de Javier Moreno.


Desde Madrid, y gracias a la gentileza del amigo Natter, quien estuvo visitando esa ciudad y auscultando los cuadros del famoso Museo del Prado, entre ellos el del misterioso Las Meninas de Velásquez, me llega el libro de poemas Cortes Publicitarios de Javier Moreno.


Con este libro, Javier Moreno, quien nació en Murcia, España, en 1972 y estudió matemáticas, filosofía, teoría de la literatura y literatura comparada, ganó el Premio Nacional de Poesía de la Fundación Cultural Miguel Hernández 2006.


Cortes Publicitarios llama la atención por el uso de los logotipos y marcas de productos multinacionales a través de un lenguaje poético que usa la ironía y el humor negro, y que consigue adentrarnos en la autopista de la poetización de productos del sistema capitalista. (Nos hizo recordar -aunque la comparación no viene al caso- al libro de Neomi Klein "No Logo"). A Javier Moreno le faltó poetizar a Big Brother o Gran Hermano o a los sobrecitos de Alka Seltzer o a las falditas de Zara.


El desaparecido escritor chileno Roberto Bolaño decía que en estos tiempos cualquiera podía escribir poesía con tan sólo escribir líneas y párrafos, ponerles coma, separarlos y así se conseguía, con el dolor de los puristas, un poema.


Leyendo los poemas de Cortes Publicitarios de Javier Moreno, el primer impacto que se tiene es eso, poesía trabajada a base nuevas búsquedas que van circulando por senderos novedosos y nos da la impresión de caer, muchas y demasiadas veces, en lo prosaíco, hecho que no impide que Javier Moreno consiga un trabajo interesante. En la página 31 del libro Cortes Publicitarios encontramos el poema titulado Bayer, que abajo transcribimos en parte, y que nos ha traído el recuerdo de la famosa pregunta del filósofo alemán nacido en Fránfort del Meno, Theodor Adorno (1903-1969) "¿ Cómo escribir poesía después de Auschwitz?".

BAYER

Como un reactivo
en la dosis correcta (una varilla
de platino
en una disolución de SO3 a 400 °
= ácio sulfúrico)
un tanto de dolor puede obrar
la metamorfosis
del amor en odio

(...)

Hay bonitas vistas
sobre el campo de Auschwitz
Lo difícil es habituarse
al olor penetrante del humo
Los seres vivos tienen costumbre
de arder a 120 grados
Es preciso alcanzar los 800
si uno quiere convertir los huesos
en ceniza

(...)

Cipro, Zyklon-B
El pharmakon es aun tiempo
medicina y veneno
Lo mismo le ocurre
al pensamiento y la palabra
No hay diferencia

Nos consta que Paul Ancel remediaba
sus dolores de cabeza
con dos tabletas de Aspirina.

miércoles, 4 de julio de 2007

DE DAVOS A JAUJA: "PAÍS DE JAUJA" DE EDGARDO RIVERA MARTÍNEZ




Cuando llegué a Jauja la primera vez, tendría 18 ó 19 años. Para mí era una vergüenza contar a mis amigos la fascinación que sentí al cruzar las fabulosas esclusas del Canal de Panamá, admirar los rascacielos de Houston, en Texas o auscultar los milenarios monumentos de Calais, en Francia, sin apenas haber conocido mi país. Así que decidí tomar una mochila y largarme de Lima, en el -aquel entonces- tren más alto del mundo con dirección a Huancayo. Es así como conocí Jauja.


La ciudad era pequeña (no la he vuelto a visitar) y hacía frío. Me alojé en una posada, que no era un hotel, sino un lugar para turistas nacionales en busca de un camastro con piel de oveja y un techo sobre la cabeza. Recuerdo que Jauja me pareció como una ciudad del Tibet. La gente vestía trajes coloridos y las mujeres llevaban mantas como el arcoiris y, lo más hermoso, el tiempo pasaba lento y cansado.


Lo que más me encantó fue irme a la ciudad de Paca, que se encuentra a unos kilómetros de Jauja. Paca posee una inmensa laguna que lleva su nombre y se parece más a un lugar de cuentos de hadas que una atracción para turistas. Allí alquilé una balsa y la recorrí avistando los cerros que tienen forma de cara de indio.


Años más tarde, llegó a mis manos para abrigarme del frío europeo y gracias a la gentileza de mis padres, la novela País de Jauja, de Edgardo Rivera Martínez, libro que acarició mis noches y que devoré como si estuviera nuevamente en ese pedazo de tierra clavado en la cabeza de los Andes. Debo advertir que su lectura a veces me fue pesada, pero me enfrentaba, sin duda, a una de las obras fundamentales del neoindigenismo peruano.


Jauja es el epicentro de la novela y su personaje principal, Claudio, es un jovenzuelo que pertenece a una familia académica peruana en decadencia, que llega de vacaciones a esa ciudad. Este mozo, que no habla quechua, tiene en su mundo dos mundos: siente en el alma la cosmovisión de lo mítico indígena y a la vez lee con asombroso La Iliada de Homero. A través de su mirada adolescente que envejece y madura, pasan diversos personajes entre diciembre de 1946 y enero de 1947, años en que la posguerra europea, dejaba hambre y desolación; España era víctima de la dictadura de Francisco Franco, al gobierno de Argentina ascendía Juan Domingo Perón tras elecciones, y épocas en que gobernaba los Estados Unidos, Harry S. Truman y el Perú , José Bustamante y Rivero.

Jauja, fue hace muchos años un lugar muy famoso, por su temperatura agradable, para la cura de personas "chaquetas", lo que podríamos traducir del lenguaje popular como enfermos de tuberculosis. El conquistador Francisco Pizarro ya se había quedado deslumbrado de su clima al llegar en 1533 a esta zona. En Jauja aparecen los demonios interiores del pimpollo Claudio y su despertar en el mundo del sexo, mientras sentimos que los personajes se van intercalando y exteriorizando sus mundos interiores. País de jauja me recuerda a La Montaña Mágica, deThomas Mann. El escritor alemán ubica como escenario de su novela a Davos, Suiza, lugar que fue famoso para los enfermos tratados de tuberculosis en el siglo pasado; Edgardo Rivera Martínez nos muestra a Jauja. 548 páginas para disfrutar con traquilidad.

domingo, 1 de julio de 2007

OTRA VEZ BORGES


Fuente fotográfica: los libros y la noche de Serafín Gonzáles León, Barcelona, España.



El mes pasado -es un lujo contarlo y, además, una deuda literaria- recibí de regalo cuatro libros de Borges. Quizá no sea una novedad para alguien recibir de regalo cuatro libros, pero que estos libros pertenezcan a Jorge Luis Borges y te los hayan regalado dos damas alemanas, me llena de emoción.


Primero, por saber que esta gente sabe de buena literatura y segundo, por comprender que el afan de fomentar la lectura de la literatura en castellano en las aulas alemanas da sus frutos.


La señora Walter, que estuvo recorriendo las calles de Madrid y aprendiendo el español en una academia, me trajo los libros „El Aleph“, „Ficciones“ (es el segundo que poseo) y „Cuentos de H.Bustos Domecq“ de J.L Borges y A.Bioy Casares.


El primero y el segundo ya las había leído en las vetustas salas de la Biblioteca Nacional de Lima. Esa biblioteca, que si hablara, contaría de las mil aventuras que ha vivido, desde incendios, robos, invasiones y huelgas. Es allí donde descubrí a los doce o trece años a Borges y leía, casi tres veces por semana, sus cuentos de un libro grande y pesado de este genio de la lengua.


Siempre me impresionó lo que alguna vez dijo o escribió Borges (es difícil saber donde lo leí luego de haber disfrutado el paisaje borgiano a través de tantas hojas: „Sólo aquello que se ha ido es lo que nos pertenece“, la traducción al alemán sería «Nur was wir verloren haben, gehört uns.». Pero la verdad es que nada nos pertenece. Ni siquiera los libros que he recibido de regalo.


Recuerdo haber leído una vez el siguiente texto: „nadie echa de menos lo que no conoce“. Como yo logré conocer a Borges desde niño lo he hechado de menos siempre. He intentado leerlo en alemán y la experiencia fue fascinante pero pesada, sumamente pesada para una persona que tiene los tuétanos formados en castellano. Pero este año, gracias a la amabilidad de mis amigos, vuelven a mis manos las páginas de Borges en español.


El otro libro de Jorge Luis Borges que he recibido de la señora Rietzler es de poemas: „Mond gegenüber“ en español y alemán, traducidos por Gisbert Haefs (Fischer Taschen Verlag) y contiene los poemarios Fervor de Buenos Aires, Luna de enfrente y Cuadernos de San Martín.



Jorge Luis Borges, nació en Buenos Aires, Argentina, el 24. Augusto 1899 y murió en Ginebra, Suiza, el 14 Junio 1986. Jorge Guillermo Borges, el padre de Borges, fue abogado y profesor de psicología, pero también quería dedicarse a la literatura. Su madre, Leonor Acevedo Suárez (uruguaya) aprendió inglés de su marido y tradujo varias obras de esa lengua al castellano. La familia de su padre tenía orígenes españoles e ingleses; la de su madre españoles y posiblemente portugueses. En su casa se hablaba en español e inglés, así que desde su niñez Borges fue bilingüe, y aprendió a leer inglés antes que castellano.