Acabo de empezar a leer el libro Die Vermessung der Welt del autor alemán Daniel Kehlmann (München 1975). Normalmente soy escéptico de las listas de los libros más vendidos y no corro a la primera librería a comprarme la obra que se encuentra en el número uno de la lista de x o de la lista y, porque sé de las experiencias de amigos que se han llevado chascos más grandes que el río Nilo.
El mercado de los libros actualmente fagocita la buena literatura y los gurus abundan recomendando gato por liebre. Así que hay que abrir bien los ojos o mejor dicho cerrar bien la oreja, en el mejor sentido de la palabra, para que no nos manipulen con este u otro libro. El libro Die Vermessung der Welt (La medición del mundo en castellano) no lo he comprado, lo tengo gracias a la gentileza mecénica de la señora Ebel, y lo estoy leyendo en alemán: ardua tarea para quien domina el idioma lo justo y lo necesario, empero es una hermosa empresa que me permite saborear el idioma de Goethe. Kehlmann no es Goethe por supuesto. Y si lo catalogan como la fascinanción de la literatura alemana de los últimas décadas es que algo está pasando (osea no pasa nada) en la literatura germana.
Este libro es el más leído después de El Perfume de Patrick Süsskind, cuyo primer capítulo, es fascinante. En cambio el primer capítulo (Die Reise) de Die Vermessung der Welt no me tocó, el segundo (Das Meer) en algo. Espero que el tercero los supere. Pero los capítulos ya me pusieron en ascuas que la obra trata de dos personajes distintos: el matemático Guss, un tipo pusilánime, ermitaño y no amigo de los viajes; y del naturalista Humboldt (antípoda del primero),viajero, curioso, movedizo. Espero seguir con este libro, aunque –en honor a la verdad- en estos días de vacaciones estivales que tengo tiempo, me he comprado hoy una revista de deportes, y a veces he tenido que hacer pausas cuando leía Die Vermmesung der Welt porque me aburría. Qué dirán mis otros libros que esperan ser leídos y que ahora no existen, parafraseando a Sartre. Seguiré después, no prometiendo acabar el libro de un tirón, porque de otras fuentes hay que beber, además no se olviden que leo el libro en alemán.