domingo, 30 de septiembre de 2007

LEOPOLDO PANERO. UN POETA HABLA CON SU HIJO

Foto de Arthur Carlos, embebido en sus pensamientos de niño de siete meses en un jardín privado de la localidad de Durlach, Karlsruhe, Alemania.

MEIN SOHN

por Leopoldo Panero

Von meinem alten Ufer her, vom Glauben aus, den ich fühle,
auf das Frühlicht zu, das die Seele läutert,
geleite ich dich gemach, mein Sohn, auf dem Weg
dieser Liebe, die in mir anschwillt wie ein sanfter Wahnsinn.

Geleite ich dich, mein Sohn, du schlummerndes Ungestüm
meines Fleisches, Wort meiner schweigsamen Tiefe,
Musik, die irgendwer irgendwo erklingen läßt, im Wind,
irgendwo, Mein Sohn, von meinem dunklen Ufer her.

Ich schreite, du führst mich, ich traue meinen Augen,
du schiebst mich sanf (fast spür ich schon die Kälte);
du lockst mich in den Schatten, den jeder Schritt vertieft,
schleppst an der Hand mich hin...und ich weiß: du bist ohne Schuld;
ich überlaß mich deiner Liebe, rückhaltlos,
entsetzlich einsam, irgendwo, mein Sohn.


(traducción de Gustav Siebenmann, publicado en el libro Spanische Lyrik des 20.Jahrhunderts. Editorial Reclam: http://www.reclam.de/ )

Fotografía del poeta Leopoldo Panero. Posiblemente la foto fue tomada en 1913 ó 1914, en Astorga, León, España. Fuente fotográfica: Diario de León (www.diariodeleon.com)


La magia de la poesía tiene la facilidad de mover los muros del alma, especialmente cuando la poesía es leída con lentitud, como si se tratara de gotitas de lluvia que caen parsimoniosamente de un cielo límpido, pero húmedo, como lavando la piel de nuestros días y calles.

Hoy, en el programa de radio Haltestelle Iberoamerika, en nuestra acostumbrada sección sobre la lírica, hemos leído un hermoso poema del poeta español Leopoldo Panero. El poema se llama: hijo mío, en alemán, Mein Sohn (ver traducción al alemán del soneto arriba).

Mientras Maja Schweiger lo leía, expulsando vocablos germanos, yo lo hacía paralelamente en castellano. Oir el eco de mi voz duplicado en la lengua de Hölderlin me regalaba otra sensación, que seguramente a los oyentes que nos escucharon también les pareció. El cerebro que domina dos lenguas, salta de una otra libremente, sin desligarse de la lengua materna. Eso me pasa a mí y, seguro que le ocurre a todos los bilingües o casi bilingües, como es mi caso.

A veces las traducciones, conllevan a reproducir fotocopias parecidas, similares, duplicadas, pero no iguales; sin embargo, otro papel de fondo juega la música y la sonoridad de las palabras en un poema. Las traducciones son a veces agua que invade jardines y se mete entre las rendijas de las puertas de otro idioma, osea, el texto original traducido pierde en algo su personalidad y su cuerpo.

Por ejemplo, la poesía de Federico García Lorca en alemán suena distinta. Esa música de los vientos andaluces ya no nos acaricia al leerlo o escucharlo en alemán. Eso sucede en muchas traducciones poéticas. En la poesía de Pablo Neruda, no lo percibo tanto, ni en la de Ernesto Cardenal, porque , quizá, no están copadas de música, sino más bien de prosa poética.

Bueno, decía que esta vez leímos a Leopoldo Panero.

Panuro nació en Astorga, en la provincia de León, España, en 1909 y murió en 1962, cuando su hijo, el poeta Leopoldo María Panero contaba con diez años.

A continuación transcribimos el poema en español.

HIJO MÍO
Por Leopoldo Panero

Desde mi vieja orilla, desde la fe que siento,
hacia la luz primera que toma el alma pura,
voy contigo, hijo mío, por el camino lento
de este amor que me crece como mansa locura.

Voy contigo, hijo mío, frenesí soñoliento
de mi carne, palabra de mi callada hondura,
música que alguien pulsa no sé dónde, en el viento,
no sé dónde, hijo mío, desde mi orilla oscura.

Voy, me llevas, se torna crédula mi mirada,
me empujas levemente (ya casi siento el frío);
me invitas a la sombra que se hunde en mi pisada,

me arrastras de la mano... Y en tu ignorancia fío,
y a tu amor me abandono sin que me quede nada,
terriblemente solo, no sé dónde, hijo mío.

domingo, 23 de septiembre de 2007

DE PERSONAJES NO HALLADOS EN LIBROS Y AUTORES GALLEGOS

Imagen de la poeta gallega Rosalía de Castro.

Hoy he recibido múltiples llamadas telefónicas desde España y unos interesantes correos electrónicos de algunos lugares del mundo de gente que a pesar que nunca los he visto, y, quizá no comparto los mismos puntos de vista (de eso no estoy completamente seguro porque una conversación telefónica o un correo electrónico no te dan más detalles de los que tú como receptor te puedes construir en el subconciente), sentí que coincidiamos con algo: respeto, hermandad y ganas de ver las cosas desde diversas perspectivas sin que nadie nos quiera construir cortinas de humo delante de los ojos o decirnos mentiras veinte mil veces hasta que por cansancio acabemos aceptando la falsedad. Me parecieron personas interesantísimas, de esas que el mundo necesita para cambiar las cosas feas o como aquellos personajes brillantes de las mejores novelas de la literatura. Como este blog no es un blog político, no me explayaré más en el tema, y sólo mencionaré que las llamadas provenían a raíz de una misiva dirigida al diario El País, de Madrid, España, que escribí el viernes pasado. Más información sobre ese asunto en : http://haltestelleiberoamerika.blogspot.com/

Uno de esos contactos me dio la pista de la pregunta que me hacía hace unos días: ¿qué leen los famosos?. Y preguntaba si alguien sabía que lee Manu Chao. El amigo José Carlos Hoyos me escribe y dice que seguro que ha leído clásicos gallegos como Alvaro Cunqueiro. Mi ignorancia oceánica me dice que nunca he leído a ese autor. Así que a José Carlos se lo agradezco de todo corazón. No sé si sea él gallego o español, así que se lo agradezco otra vez. Cuando estuve en Galicia, lo primero que vi fue el Puerto de La Coruña, en ese entonces era marinero de un carguero peruano y tenía casi 17 años. Recuerdo que me compré la edición del centenario del diaro La Voz de Galicia. Meses más tarde recibí de un amigo coruñés un libro de Rosalía de Castro. La poesía me puso tan triste que desde el cielo encapotado y gris de Lima sentía la sensación de ser la poeta Castro en versión peruana. A Camilo José Cela ya lo había leído en la escuela. Para ser exactos mis ojos se pasearon por el entorno lúgubre de la historia de La Familia de Pascual Duarte, que también me dejó tristón. Luego me topé con la literatura de Manuel Rivas, quien con alma de marinero como yo, coincidimos en nuestro amor al mar y a los calamares. De él he leído En Salvaje Compañía, Mohicania, ¿Qué me quieres amor?. De este último libro de relatos, La lengua de las mariposas, me puso triste hasta el paroxismo. Empero, me gusta la literatura de este último poeta y de la cisne del Padrón. Al nobel gallego le perdí la pista en mi adolescencia. El mencionado amigo del contacto epistolar electrónico me ha abierto esclusas para seguir descubriendo autores, en este caso gallegos, región de donde viene, según él lo indica, el padre de Manu Chao.

jueves, 20 de septiembre de 2007

El Charco

por José Carlos Contreras Azaña

En el cuarto de mi abuelo hay una foto donde se ve a un hombre saltando un charco. Siempre me pregunté, ¿en qué ciudad del mundo salta un hombre un charco de forma tan elástica, tan elegante, como si delante de él hubieran miles de reflectores para iluminar su danza de ballet ? Será en Europa, en América, en Asia. Siempre tuve esa maldita duda. Hasta ahora, en que me encuentro en la misma situación del hombre que fue fotografiado. Ahora intento saltar este charco que está delante de mis zapatos. Salto y de pronto me despierto. Cada mañana me despierto cuando tomo fuerzas para saltar el charco o me quedo detenido en ese instante en que el cuerpo vuela luego de haber abandonado el piso tras el impulso. Maldito despertador, digo. Llega la hora del trabajo. Levanto las persianas y luego abro las ventanas. Saco la cabeza y veo la calle. Entonces me encuentro con ese hombre de nuevo tratando de saltar el charco como en la foto que había en el cuarto de mi abuelo. Lleva saco oscuro y zapatos impecables. No le veo la cara y lleva sombrero. No hay sol. No es Lima, ni Madrid. No es Ciudad de México, ni Buenos Aires. Es una calle de Alemania con la única esquina empedrada donde se acumula el agua después de la lluvia. De pronto el hombre voltea. Creo que se ha dado cuenta que le observo. Me levanta la mano y hace un gesto que no llego a comprender. Al costado de la ventana tengo unos binoculares, los tomo y apunto a la cara del hombre delante del charco. Agudizo los lentes girando con mis dedos el disco del largavistas. No veo nada. Suena el segundo despertador que cronometro si el primero no ha podido despertarme. Me levanto. Las ventanas están abiertas y a mi lado duermen los binoculares. Saco la cabeza por la ventana. Hay mucho sol y nadie anda por la calle, pero alguien acaba de timbrar la puerta de mi casa.

lunes, 17 de septiembre de 2007

¿QUÉ LEEN LAS FAMOSAS Y LOS FAMOSOS?


Portada del libro Suicidios Ejemplares de Enrique Vila-Matas. ¡Que buena literatura señores! Acabo de descubrir a este autor. Mas vale tarde que nunca.

por José Carlos Contreras Azaña

Siempre me ha rondado por la cabeza la interrogante de saber qué leen algunas personas que son famosas en el mundo. Esta pregunta me la hice estando en Madrid, a pocas horas de tomar mi avión de regreso Frankfurt (que son horas algo extrañas, algo raras en donde uno se siente como si abandonara algo que forma parte de su vida.

No he nacido en Madrid, pero eso es lo que siento. La misma sensación percibo cuando salgo de Lima. Allí, prohibo tajantemente a mis familiares a que me despidan en el aeropuerto). Como decía, estaba paseando por la Puerta del Sol y buscando algo que comprar: un recuerdo, un libro, un no se qué, y me hice esa pregunta, porque unos días atrás había leído una entrevista a Manu Chao con referencia a su último trabajo musical Radiolina. La entrevista me encantó. Entonces me pregunté cuáles serán las lecturas que ha hecho este interesante cantante, no sé si catalán, español o francés, o hijo mundial. Si alguien lo sabe o leyó por allí que ha leído y que lee Manu Chao pues que me lo cuente. Y una pregunta. Es verdad que ¿la belleza y la justicia es lo mismo?.
En estos días anduve leyendo intensa literatura concerniente a mis clases de castellano. Además de diarios y reportajes para uso de la producción del programa Haltestelle Iberoamerika, he seguido con la lectura del libro de Vila-Matas que adquirí en Madrid.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

DE VUELTA A LA CASA LITERATURA



Acabo de volver de mis vacaciones. En realidad para mí las vacaciones no necesariamente significa alejarme de mi punto de vivienda. Pero como aquí en Alemania se acostumbra a calificar de vacaciones cuando te alejas de este belllo país, pues lo digo así, a pesar de que en la tierra que estuve, España, escuché que casi el 50% de sus gentes no van de vacaciones, osea que no salen de sus puntos habituales de cohabitación.


En fin, tomé mi mochila y caí en la mismísima Puerta del Sol, en el centro del kilómetro cero de España.

Ya seguiré contando las cosas que me tocó vivir allá. Entre las cosas más interesante que trajé en mi mochila es libro „Suicidios ejemplares“ de Enrique Vila-Matas. Libro que me ha hecho mucho reir en mi trayecto aéreo desde Madrid a Frankfurt, tanto que la dulce damita inglesa a mi costado no se aguantó y me preguntó que libro estaba leyendo. Ni ella me sacó de la risotada en la que me atrapó el cuento „En busca de la pareja eléctrica“. Ya hablaré más.


Hoy he participado en el blog del escritor Juan Cruz, cuyo libro „Octubre“ vi en una librería, pero no lo compré, porque sencillamente no hay para tanto. En su blog, donde Juan había escrito sobre Onetti y la experiencia que le tocó vivir ayer en Madrid al conocer a un huérfano de padre y madre asesinados por un coche y su conductor escribí esto:


Desde que existe esa extensión de nuestras piernas que se llama coche ha muerto mucha gente. A los coches no los echaría de menos si les prohibieran las calles, a Juan Carlos Onetti, sí. Me solidarizo con la víctimas de los autos y deploro a sus imbéciles conductores.Les cuento queridos blogueros de "Mira que te lo tengo dicho" que ayer retorné de Santa María, perdón, de Madrid, donde apenas estuve cinco días recorriéndola como Larsen.
De las cosas que más me han llamado la atención fue ver a un indigente durmiendo con todas sus pertenencias delante de un hotel cuatro estrellas sin que a nadie le importara. Me metí a un restaurante y me querían cobrar dos euros por un pan que no había pedido ni consumido. Me paraba ante el rojo de los semáforos y la gente la cruzaba sin importarle: entonces me sentí un bicho raro. Hay obras en Sol y ya no está la pequeña librería que se ubicaba en el piso bajo del edificio que lleva el cartel del Tío Pepe. Ni la librería Manzano que se encontraba en una calle cercana a Sol. Frente a Cibeles, en un quiosco, hay unas pintas contra los chinos.
Por otra parte, me encantó ver el sábado a gente donando sangre dentro de un bus aparcado en el parque El Retiro y contemplar a tantas culturas que aman nuestra lengua reunidas en una gran ciudad y, otras cosas lindas que por falta de espacio no las escribo. Madrid me fascina, pero creo que han cambiado muchas cosas. Buenas tardes a todos.