martes, 17 de julio de 2012

LA NIÑA DEL LIBRO, EL PARAGUAS Y EL PERRITO BAJO LA LLUVIA (DE KARLSRUHE)


„Meditar es dialogar con algún muerto“
Nicolás Gómez Dávila

„Según Platón, la mayor parte de la
humanidad se contenta, lo mismo que
los prisioneros de la caverna, con el
mundo de la mera apariencia. Sólo los
filósofos salen de la caverna y aprenden
a percibir las cosas tal como realmente son;
sólo éstos alcanzan un cimiento genuino“
Mercedes García G.
La Caverna de Platón y otras delicias de la
Filosofía.

„El hombre ha nacido libre y, sin embargo,
vive en todas partes encadenado“
Jean-Jacques Rousseau.
El contrato social.


Anteayer escribía el texto „Para qué sirve leer“, con un pesimismo enrabietado que hasta yo mismo me asusto al repasarlo. No obstante las cosas son como son y hay que respetar a su yo y sus circunstancias. Inclusive ir más allá, porque como yo soy yo y mis contradicciones, no le puedo dar una vuelta de tuerca a las palabras que escribí hablando de las lecturas y los libros en „para qué sirve leer“, porque, al fin y al cabo, leer es simplemente leer. El asunto es volver a precisar a qué me refería con leer. En ese sentido debo dejar claro que me refiería en gran medida a la lectura de libros de ficción, y especialmente del rubro de literatura clásica. En este aspecto quiero defender a la literatura actual, pero debo criticar a la producción banal de muchos escritores modernos, porque leyéndoles, se corre el riesgo de acabar ulcerado del cerebro (perdón por la aberración biológica).

Como me mola aquel pensamiento que dice que es bueno que una persona se sorprenda siempre, que se sorprenda de las cosas más sencillas, o de las cosas más arcanas, que se sorprenda inclusive de si misma, porque sorprenderse es vital oficio para seguir viviendo, ya que el día que alguien deja de sorprenderse es que casi está acabado. Siguiendo la premisa del factor „sorpréndete y seguirás con vida“, les cuento que el domingo por la mañana, cuando iba en bici a los estudios de la radio, donde hago un programa en español y alemán, vi una imagen que fue la antítesis de lo que había escrito ese día a la hora que los gallos cantan (1).

Mientras lluvia tenuemente, vi a una niña sentada sobre una piedra del parque ubicado detrás del Museo de Historia Natural de Karlsruhe (Alemania). Leía un libro ensimismada en sus párrafos, el cual sujetaba con su mano izquierda, y, con la derecha sostenía un paraguas que la protegía por completo de la lluvia, y entre los dedos de esa mano salía una cuerda que sujetaba a un perro que se movía lentamente sobre el césped, acostumbrado, quizá a no interrumpir la lectura de su ama de diez u once abriles. Imagen sumamente hermosa: una lectora que me ha partido el alma, y que ha echado por tierra todos mis pesimismos en torno a la lectura (eso espero).

La imagen ha sido de embrujo. No sé por qué lo escribo en pretérito perfecto, tal vez porque la visión siga en mi cerebro como un círculo fotográfico no cerrado por completo, aunque, la verdad, debería de escribirlo en presente de indicativo, porque esa imagen de una niña sujetando su libro, abstraída en su lectura bajo la lluvia, cobijada bajo el paraguas y sujetando a un perro sabedor y respetuoso de las aficiones de su ama, nos dice que la lectura no ha muerto. ¡Qué libro digital y ocho cuartos, estoy hablando de un libro de papel!. Y perdonen mi romanticismo. Si el filósofo Richard David Precht (2) me leyera, se reiría de mí. Pero sé que él –tan inteligente como es- me lo hubiera perdonado, porque el alma humano, o mis reacciones de chimpancé internauta puede sufrir el desdoblamiento de las más extrañas y ambiguas actitudes.

En homenaje a esa niña desconocida sentada en el parque detrás del Museo Natural de la ciudad donde vivo, quiero rendir honor a la lectura. A esa vieja manía de comerse los libros con pasión, y de desmenuzarlos con pinzas, pero para esto ya tenemos a Wittgenstein, quien nos ha ahorrado el trabajo abordando el lenguaje y el contexto en que afloran las palabras en este „parque zoológico humano“ (3)

(2) Richard David Precht (Solingen, Alemania,1964). Filósofo alemán. Autor de los sabrosos libros „Wer bin ich-und wenn ja wie viele?“, „Liebe. Ein unordentliches Gefühl“, entro otros.
(3) Peter Sloterdijk (Karlsruhe. Alemania. 1947). Filósofo alemán, autor de „Crítica de la razón cínica“, „Esferas 1“, „Normas para el parque humano. Una respuesta a la ´Carta sobre el humanismo de Heidegger“,entre otros.

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