jueves, 29 de septiembre de 2011

POETA EN LA MOCHILA: LA POESÍA DE BALDUIN THIEME O PETER UHU




Arriba, portada del libro de Balduin Thieme y su foto como Peter Uhu (1). Al lado, la escultura de bronce "Kreuzmensch" (de Volkmar Kühn). Ese hombre cruzado de bronce significa la esperanza y fue levantado tras las inundaciones del río Mulde en 2002. Abajo navegando por ese río, el Mulde que desemboca en el río Elba y éste cerca de Hamburgo. Más abajo los impresionantes roquedales de los bosques de la Jonsdorfer Felsenstadt erigida de la milenaria masa de lava. Atrás, a un par de kilómetros, está la frontera con la República Checa. Fotos Literatambo, setiembre 2011.




„La poesía es lo que se pierde en la traducción“
Robert Frost

„Si mi pluma valiera tu pistola
de capitán, contento moriría“
Antonio Machado




Volver al redil (bloguero) es un reconfortante ejercicio después de las vacaciones. Pertenezco a esos raros especímenes que llegan a casa muy entrada la noche, dejan las maletas y las mochilas en la puerta y al día siguiente continúan con su ritmo de vida habitual: levantarse, comer, laborar, reír, dudar, dormir. Las maletas en la puerta de la casa, o las mochilas (ahora vacías) siempre son una invitación al viaje, una metáfora que te repite que alguien te espera en algún punto del planeta. ¿A quién no le gusta viajar? ¿a quién no le gusta descubrir un corzo entre el arbusto „durmiendo al relente“, como escribiera José Saramago en el „Viaje del elefante“? ¿a quién no le gusta otear el horizonte desde algún punto alto igual que un grumete sobre el mastelero?. Cuando viajo “me soy“, como diría José Saramago en el Libro del desasiego. Cuando viajo me vengo.

En este mi último viaje he descubierto a dos poetas. En este post hablaré de uno ellos, en los próximos, del otro y también sobre algunas cosas que me tocó vivir recorriendo el oese del oeste de la Sajonia, y el este del este de la República Checa. Cuando pienso en el oeste o el este siempre me viene a la cabeza la bendita tierra de Noruega, donde una vez perdí el compás y la brújula que todos llevamos en el alma, donde la rosa naútica interna se vuelve loca y el sol te rodea como un satélite la chirimoya y no sabes dónde está el este o el oeste (¿o es que soy solo yo el que sufre ese desaguisado de orientación?. En fin, los viajes son las vitaminas del alma, la repetición de nuestras sombras en otras coordenadas, a cada lugar que vamos dejamos un retazo de nuestro espíritu, además –siempre lo repito- es importante irse y más importante, es volver. Asi que aquí estoy nuevamente.

Decía que había descubierto a un poeta en Sajonia, o mejor dicho él me descubrió a mí, porque su libro estaba echado sobre la mesa de centro de la casa donde me alojé, en Leipzig, ciudad que engatusó a Goethe de joven, ciudad cuna de Leibniz y Wagner, y que fascinó a Bach y a Mendelssohn. El susodicho libro tenía la pasta amarilla y el tamaño y el peso apropiado para una obra que se deja cargar con mimo como una hoja seca de arce real delante de los ojos. Entonces allí me desplegó toda su poesía. El poeta se llama Balduin Thieme, cuyo seudónimo era Peter Uhu. El libro tiene dos caras, dos mundos, es un libro partido en dos, si empiezas por una lees los poemas de Thieme, que se tornan bocabajo cuando llegas a la mitad del libro, entonces obligatoriamente tienes que voltearlo y empezar por atrás (o por delante) y lees el nombre de Uhu, que significa buho en castellano.

Para no dar tanto rollo al asunto les he traducido un poema de ese autor nacido en Dresden, Alemania. El poema se titula „Glückliche Stunde“. Hora feliz. Y es una pena que la musicalidad se pierda a la hora de la traducción, pero ya lo señalaba más arriba cuando apunto las palabras de Robert Frost: „La poesía es lo que se pierde en la traducción“. T.S. Elitot iba más allá y decía que el poema es „único y modificable, tanto algo terminado como incompleto“ (2).

El poema "Glückliche Stunde" habla de la vida y de la sabiduría, del amor: el beso como puente a lo más maravilloso de la existencia de los humanos. El mundo sin fin, maravilloso conjugado en el mundo del saber. Si nos ponemos a pensar en los niños diríamos que ellos son los grandes filósofos que nos llenan de preguntas, y un buen padre, antes de responder tonterías (si no está en sus manos alcanzar la divina solución a la interrogante de su vástago), se debe dar la tarea de adentrarse con él a descubrir las maravillosas cosas que nos muestra la vida; de las horribles, que son parte de la vida, no nos menciona el poema: por eso el título: “hora feliz“.

En la segunda estrofa del poema sale como un sopapo la pregunta qué riquezas guarda la vida, lo que siempre preguntaría un niño, y un adulto, por supuesto, siempre andamos con preguntas, porque sobre todo somos seres de preguntas y no de respuestas, que buscamos para entender y sobre todo para comprender si es que todavía tenemos la virtud de comprender porque parece que muchos hemos perdido esa virtud. Y la vida es ello, dice el poema, da y toma, o viceversa, ¿da, la vida; toma, la muerte? ¿da la luz, toma la luz?. Y el proceso cronológico de las cosas no se para y todo madura: un volcán, un trigal, un pájaro. El poema es maravilloso, porque encaja esa pregunta total que todo ser se hace sobre la existencia, pero lo más increible es pensar en el momento en que el poeta Balduin Thieme lo escribió. Esas mismas preguntas me he hecho recorriendo los montes de la Zittauer Gebirge y Vogtland. Observando la maravillosa luz de las estrellas de la República Checa y el rico pan de los hornos de los pueblos del oeste de la Sajonia alemana.

Balduin Thieme (seudónimo Peter Uhu) nació en Dresden, Alemania, en 1910. Estudió filosofía y germanística en Dresden, Viena y Leipzig. Se dedicó al periodismo publicando crítica literaria en diversos diarios de Dresden en donde se hizo conocido por su publicación semanal de poemas que duró muchos años y que llevaban el título „Zum Wochenende Peter Uhu“ (al fin de semana con Peter Uhu). Thieme murió en 1996, dejando publicados dos libros de poesía en la editorial „Der Morgen“: „Der Mensch erlebt sein blaues Wunder“ , 1964 (que podríamos traducir como „El hombre experimenta su maravilla azul); y „Mit roter Tinte an den Rand geschrieben“, 1966 ( Escrito al borde con tinta roja). Aquí el poema que les he traducido. ¡Va por ustedes señores!.

Gluckliche Stunde

por Balduin Thieme


Wunderbare Welt des wissens,
Wunderbar und ohne Ende,
Wunderabare Welt des Küssens,
Wundebare Welt der Hände!

Welche Reichtum birgt das Leben,
Voll mit Suchen und Begreifen,
Voll mit Nehmen, voll mit Geben,
Voll mit Wachsen bis zum Reifen.

Hora Feliz

por Balduin Thieme

Traducción: Jose Carlos Contreras Azaña. Camino al borde del río Mulde. Weg der Steine. Sajonia, Alemania. Setiembre de 2012.

Maravilloso mundo de la sabiduría,
maravilloso y sin final,
maravilloso mundo del beso,
maravilloso mundo de las manos!

Qué riqueza guarda la vida,
lleno de búsqueda y entendimiento,
lleno de tomar, lleno de dar,
lleno de crecimiento hasta madurar.


(1) Las fotos pertenecen a la página del centenario de la muerte de Peter Uhu
http://www.peter-uhu.de/autor.html

(2) Notas sobre la traducción. Rodolfo Rojo. Los poemas „Calamus“. Página 6. Editorial Andrés Bello. Santiago de Chile. 1984.

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