sábado, 17 de octubre de 2009

HERTA MÜLLER EN LA FERIA DEL LIBRO DE FRANKFURT: HUMANISMO Y CONDICIÓN HUMANA AL ROJO VIVO



„Wir waren alle Deutsche und wurden von zu Hause abgeholt.(...)

Wir waren alle in keinem Krieg, aber für die Russen waren wir als Deutsche schuld an Hitlers Verbrechen“.


Herta Müller

Atemschaukel. Página 44. Hanser Verlag. 2009 www.hanser.de



Tiene los ojos enormes y profundos, como si quisiera contarnos con los mismos, lo que ella ha visto: es Herta Müller, la Premio Nobel de Literatura 2009 que se presentó ayer en „Das Blaue Sofa“ (El sofá azul) en el marco de la Feria Internacional del Libro de Frankfurt. Fueron más de 30 minutos donde teníamos que apretar la respiración mientras se escuchaba a Herta Müller explicar , en una sala abarrotada de periodistas y público, su último libro „Atemschaukel“.


La Premio Nobel de Literatura abrió la conversación contando como logró salir de Rumanía la primera vez: fue al recibir el premio Aspekte de Alemania, dijo, lo que le permitió viajar a la tierra de Schiller, a pesar que los agentes secretos del servicio de inteligencia de Rumanía fruncieron el ceño. Ese premio la protegió y la convirtió, poco a poco, en una conocida en occidente.


Herta Müller dice que su libro "Atemschaukel" cuenta la historia de Leopold, un hombre pertenciente a las minorías alemanas que vivía en Rumanía y que fue deportado a un campo de concentración al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Allí logró sobrevivir a pesar de la barbarie. Eran tiempos en que los gobiernos fascistas de Rumanía no tenían reparos en envíar a gente inocente a guetos, gulags, y condenaba con pogroms y rudas leyes a las minorías alemanas y húngaras afincadas en Rumanía.


La mayoría de ellos fueron deportados a campos de concentración y a campos de trabajos forzados –cuenta Herta Müller- y otros tuvieron irremediablemente que huir. Al llegar las tropas soviéticas en los años cincuenta , las huestes de Stalin deportaron a 80 mil personas, entre ellas a su madre. Miles de alemanes inocentes fueron maltratados como culpables civiles de lo que había acontencido en Europa durante el nazismo.


A través del personaje principal del libro, Leopold, que es una referencia al escritor Oskar Pastior, amigo de la autora que sobrevivió a ese encierro en la vida real, la Premio Nobel se adentra en las habitaciones oscuras de la barbarie.


El libro tiene una dimesión poética e histórica que quita el aliento y que cuenta con crudeza, pero con poesía de muchos quilates, el atroz pasado que le tocó vivir en Rumanía a 80 mil personas: entre judios, antifascistas, gente que rehuyó a la guerra y alemanes y húngaros, cuya atmósfera, atiborrada de ultraje, respiró –a pesar que era un tema tabú en la Rumanía de Ceaucescu- la autora cuando era niña.


Leopold pertenece a la clase media de una pequeña ciudad, es homosexual y su padre es profesor. Un día es deportado sin tener idea por qué y adónde. Solo sabe que esa deportación lo salvará de ir a la guerra. En el campo de concentración él y sus compañeros se encuentran con otro enemigo: el hambre.


Herta Müller, que ha conversado con muchos de los sobrevivientes de esos campos, dice que en su libro aborda el tema de la amistad, inclusive la forma de entablar amistades por obligación, porque, en los campos de trabajos forzados era una posibilidad de sobrevivir a la sinrazón.


Müller también habló de otro personaje clave de la novela: Kati, una jovencita tocada de la cabeza que llega al campo de concentración arrancada a la fuerza de su pequeño pueblo. Kati no sabe donde está y los prisioneros toman la responsabilidad de protegerla, hecho que se convertirá como paradójico ejercicio para la sobrevivencia, una metáfora que enaltece la dignidad humana, dice Müller. Kati se mueve libremente por el campo de concentración y lo hace con tanta naturalidad y subversión que no respeta las leyes del campo porque las desconoce.


La entrevistadora le recuerda a Herta Müller que en el libro no se lee nunca un signo de interrogación que se haga la pregunta ¿por qué?. A lo que Müller contesta: porque Leopold descubre que está encerrado por una culpa colectiva tras las atrocidades del régimen nazista, a pesar que no tuvo nada que ver. Confrontando toda es barbarie, Leopold posee siempre un objetivo. Al principio fue comer, y cuando tenía hambre y no encontraba comida, entonces tragaba nieve o se lavaba la cara con ella: En ese cuadro oscuro todo se convierte -como una forma perversa de la felicidad- en una excusa para no rendirse y sobrevivir, señala Herta Müller.


Todas estas cosas contó, la Premio Nobel de Literatura 2009, Herta Müller, en „Das Blaue Sofa“ (1), lugar donde acostumbran a sentarse escritores, de la talla de Günter Grass o Paulo Coelho, que son invitados a la Ferias de Libro de Frankfurt y a la de Leipzig. La entrevista la realizó Marita Hübinger (2).


La literatura de Herta Müller tiene el poder de mover, conmover y remover al lector. Y a pesar que aborda terrenos fragosos, la belleza de su palabra poética invade la piel y te pone los pelos de punta. Es la literatura de una gran humanista, de una mujer que deja con la boca abierta cuando se la escucha, porque es auténtica, y huye de las morisquetas forzadas. Es la Premio Nobel de Literatura 2009, a toda honra.

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