LEISE ZIEHT DURCH MEIN GEMÜT
Heinrich Heine
Leise zieht durch mein Gemüt
Liebliches Geläute.
Klinge, kleines Frühlingslied,
kling hinaus ins Weite.
Kling hinaus, bis an das Haus,
Wo die Blumen sprießen,
Wenn du eine Rose schaust,
Sag, ich laß sie grüßen.
Este poema habla de una simple canción de primavera. Su simplicidad llama la atención, pero en ella descansa su hermosura. Una canción de primavera que suena, abierta -como una mano deslizando su poder sobre el pecho de un amante-. El poeta usa tres veces el verbo sonar (klingen) en los ocho versos que tiene el poema. Esa canción que desliza su frescura primaveral atraviesa la extensión del espacio hasta llegar a una casa donde brotan las flores. Entonces aparece una rosa, y un saludo.
La fascinación de Heine me viene también por el lado de su biografía. Dicen que él escribió este poema cuando dejaba Alemania para irse a vivir a Francia, en 1831. En Alemania era un judio y en Francia un alemán. El crítico de literatura Marcel Reich-Ranicki lo formula mejor cuando escribe que: „In Deutschland gehörte er zu den Ausgestoßenen, in Frankreich zu den Ausländern“ /en Alemania pertenecía a los excluidos y en Francia a los extranjeros (1).
La imagen de Heine me traslada a la imagen de la poeta peruana Blanca Varela (quien ha muerto el pasado 12 de marzo). Ambos se fueron a Francia. Varela dejó su Lima natal para vivir un tiempo en Europa, en París (como César Vallejo lo hiciera mucho antes). Heine no será Varela, ni Varela Heine, cada uno vivió su época y no se sabe si los Dioses del Tiempo harán pervivir los poemas de la peruana como todavía perviven, a pesar de los calendarios idos, los versos de Heinrich Heine con una absoluta vigorosidad que espanta.
Hay en esencia en ambos escritores algo que me llama la atención: Heine criticaba con sorna a la sociedad de su tiempo, y, a través de su pluma llegó a ganarse enemigos, lo que equivalió a vivir hostigamiento y exclusión, tal vez, también, por su procedencia judía. En Blanca Varela en cambio, si uno lee profundamente su poesía, le plantó cara a la sociedad patriarcalista y criticó la maldad que sale de donde menos se espera. Lo que los unió ha sido el amor a la palabra y por sobre todo la yuxtaposición de ideas con una gran libertad y franqueza. El poeta alemán murió en París en 1856 y Blanca Varela dejó París, y, luego de pasar en otros lugares, volvió a Lima donde murió a los 82 años.
Plomo en mi boca, en mi pupila sombra,
La mente entorpecida,
Y el corazón cansado,
En el fondo de un féretro gemía.
Heinrich Heine
L’INTERMEZZO (fragmento)
LVIII
Allí destruyo con brillantes piedras
La casa de mis padres,
allí destruyo la jaula de la aves pequeñas,
destapo las botellas y un humo negro escapa
y tiñe tiernamente el aire y sus jardines.
Blanca Varela.
Puerto Supe (fragmento).
me incomoda esa foto cerca de un cerro donde cancelas tu rostro!
ResponderEliminarveré El topo
Limoná, has vuelto a escribir en tu blog. Acabo de pasar por allí. Ese cerro se llama Huayna Picchu, que se levanta delante del templo sagrado de Machu Picchu, Cusco, Perú. No he cortado mi rostro sino así es el formato del blog, el cual no he diseñado. Intentaré algo. Gracias.
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