EN MARCAVELICA
De Marcavelica tengo los mejores recuerdos. La primera vez que estuve allí, fue gracias a una caminata que hicimos con el poeta Salvatore Amauta . Recuerdo haber disfrutado de los deliciosos cocos que se expenden en sus tiendas.
La segunda vez, fue una mera casualidad, el bus que me llevaba de Chiclayo a Órganos, con mi familia alemana, para el avistamiento de ballenas jorobadas, hizo una pausa en Marcavelica para que coman los pasajeros.
La tercera: he tenido la suerte de volver a este bendito lugar con el poeta y amigo José Díaz Sánchez. En Marcavelica he disfrutado enormemente el estar delante de estudiantes tan respetuosos y talentosos escuchando la palabra y la poesía. Sobre todo he disfrutado de los jóvenes estudiantes las preguntas que nos hacían con toda curiosidad del mundo. Inclusive aprendimos en un minuto algo de alemán.
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