Arriba portada de la novela "Der Gehülfe" de Robert Walser. Editorial Suhrkamp www.suhrkamp.de
„La literatura, como decía Mauriac, constituye el puente
entre la infancia y la muerte. Tiene razón, no hay ninguna duda.
La infancia es una fuente de riqueza interior y de enseñanza,
la muerte una fuente de preocupación y de angustia“.
Elie Wiesel
„Para crear, me he destruido; tanto me he exteriorizado
dentro de mí, que dentro de mí no existo sino exteriormente.
Soy la escena viva por la que pasan varios actores
representando varias piezas“
Fernando Pessoa
Entre todas las alegrías, la absurda es la más alegre;
es la alegría de los niños, de los labriegos y de los salvajes;
es decir, de todos aquellos seres que están más cerca
de la Naturaleza que nosotros.
José Martínez Ruíz, Azorin
Por Jose Carlos Contreras
Hoy el cielo de la noche del sureste alemán ha estado acicalado de una imponente luna llena. Las lunas llenas tienen la vocación de no dejarme dormir, y la mitología, que ha sido una de mis debilidades infantiles, me crearon muchas veces un aferrado miedo a la licantropía. En luna llena veía al hombre lobo por todas partes. Cosas que ahora me hacen reír, incluso porque quizá las lunas llenas que veía en mi niñez hayan sido distintas a las de hoy: antes las veía duplicadas en el espejo del Océano Pacifico, hoy las observo a la distancia al paso del río Rhin o encima de la silueta de la Selva Negra. La luna de esta noche me ha traído a la memoria el poema „En la oficina“ del poeta suizo Robert Walser, ese poema que empieza así:
„Der Mond blickt zu uns hinein / La luna nos mira desde afuera“.
Pero esa luna blanca, además, me ha trasladado al ampo de la nieve, sobre la que un día de navidad fuera encontrado muerto el poeta Robert Walser. No sé si esa noche habría luna llena, pero luna llena y nieve poseen una presencia mágica antípoda: el blanco de arriba y el blanco de abajo. Además, contemplar una luna llena reflejada en la claridad de la nieve es una imagen extraordinariamente bella, de la que Hermann Hesse ha dejado páginas gloriosas. Sobre la nieve se quedó dormido para siempre Robert Walser, poeta que en vida escribió mucho y sufrió mucho, se sintió mal al padecer la falta de favoritismo de los lectores que estuvieron más inclinados a la lectura de otros escritores de su tiempo, por eso, y quizá por otras cosas, Walser decidió pasar sus dos últimas décadas de vida encerrado en un manicomio estando más lúcido que nadie.
A veces la gran literarura se escribe con dolor, y sobre todo con el dolor que se va atiborrando en el alma empujado por las fuerzas ocultas de la existencia. Para mí Robert Walser es un ejemplo total del escritor que se entrega por completo a su oficio, a su pasión, a pesar de ese final absurdo y a la vez tan poético que lo dejó petrificado en la nieve, imagen que ha quedado petrificada en la memoria de millones de sus admiradores. Yo no soy nadie para juzgar mi vida o la vida ajena. Nadie es lo suficientemente lúcido para desentrañar el arcano que es la vida y juzgar asimismo sus avenidas que a cada minuto cambian. Martin Walser lo sabía y se durmió para siempre mientras en alguna casa suiza se cantaban los villancicos más entrañables una noche de 1956. Martin Walser me recuerda mucho al poeta alemán Friedrich Hörderlin (1) y a Roberto Bolaño. La literatura de Martin Walser fue admirada por Kafka, cuya literatura ligan los hermeneutas con Walser (2) y Canetti también reconocía su fascinante pluma. Igualmente la obra de Walser es una de las favoritas de ese grandilocuente escritor español con nombre tan hermoso: Enrique Vila-Matas.
Acabo de leer los versos de Walser en medio de esta loca luna llena y en medio de este verano vacacional de agosto de 2010 que pronto me llevará a tierras andaluzas y luego a las montañas turcas, mientras tanto, leo y releo, tantas cosas leo que sería tonto vanagloriarme, ya que la lectura y la relectura me lleva a comprobar tristemente cada día la gran ignorancia que abarca mi cerebro chato.
El poema que he traducido en esta oportunidad contiene 15 versos. La traducción, que indudablemente es una mala fotocopia, se aparta definitivamente de la sonoridad del idioma alemán al ser traducido al castellano. Pero el mensaje de ninguna manera se afecta por ese cambio. El poema „En la oficina“ aborda la existencia de un funcionario o un empleado adscrito a su oficina (aunque la imagen del empleado puede sencillamente ser utilizado para cualquier ocupación). Walser era un empleado bancario, pero un empleado algo fuera de lo común, porque se dedicó más a su oficio literario y fue conocido por su costumbre de andar cambiando de casa. Estos versos me recuerdan a Kafka, porque era jurista y funcionario en su amada y odiada Praga. También a Fernando Pessoa, que pasó parte de su vida en una oficina en Lisboa, y, a algunos personajes burócratas de los estupendos cuentos del peruano Julio Ramón Ribeyro (3)
En esa oficina, donde está sentado nuestro personaje ingresa la luna que lo mira como un pobre criado que trabaja bajo la mirada severa de su jefe. En el poema aparecen imagenes que describen con ironía el estado de riguroso sometimiento que padece. Entonces la luna sumerge la cabeza de nuevo en el verso once como una herida de la noche, contraponiéndose a la imagen romántica que se tiene de ella en la cultura occidental. Igualmente las estrellas son vestidas con un ropaje raramente usado en la literatura: son gotas de sangre. Y finalmente nuestro personaje rodeado por las cuatro paredes de su oficina acepta su condición en silencio porque para eso lo han hecho. Aquí el poema. Va por ustedes.
IM BUREAU
Robert Walser
Der Mond blickt zu uns hinein,
er sieht mich als armen Kommis
schmachten unter dem strengen Blick
meines Prinzipals.
Ich kratze verlegen am Hals,
Dauernden Lebenssonnenschein
kannte ich noch nie.
Mangel ist mein Geschick;
kratzen zu müssen am Hals
unter dem Blick des Prinzipals.
Der Mond ist die Wunde der Nacht,
Blutstropfen sind alle Sterne.
Ob ich dem blühenden Glück auch ferne,
ich bin dafür bescheiden gemacht.
Der Mond ist die Wunde der Nacht.
EN LA OFICINA
Robert Walser
Traducción: Jose Carlos Contreras Azaña. Karlsruhe 2010.
La luna nos mira desde fuera
y me ve como un pobre criado
bajo la mirada severa de mi patrón.
Me rasco el cuello con temor
rayos solares que duran una vida
no he conocido nunca.
La escazes es mi destino
verme obligado a rascarme el cuello
bajo la mirada de mi patrón.
La luna es la herida de la noche,
gotas de sangre son todas las estrellas.
Como la próspera ventura está alejada
me han hecho para ser modesto.
La luna es la herida de la noche
(1) Johann Christian Friedrich Hölderlin nació el 20. März 1770 en Lauffen am Neckar; y murió el 7. Juni 1843 en Tübingen.
(3) De Julio Ramón Ribeyro, recomiendo la lectura de sus cuentos, entre ellos el cuento „Silvio en el Rosedal“.