lunes, 7 de diciembre de 2009

¿TIENES UN PAÑUELO? "HAST DU EIN TASCHENTUCH?" DISCURSO DE HERTA MÜLLER POR EL NOBEL 2009


"Ich dachte an die stramme Rose im Herzen
an die nutzlose Seele wie ein Sieb
der Inhaber fragte aber:
wer gewinnt die Oberhand
ich sagte: die Rettung der Haut
er schrie: die Haut ist
nur ein Fleck beleidigter Batist
ohne Verstand"


Herta Müller (extracto del discurso leído en la ceremonia de la entrega del Nobel de Literatura. Estocolmo 7 de diciembre de 2009.



"Yo pensaba en la fuerte rosa en el corazón
en la inservible alma como un colador
pero el propietario inquirió:
¿quién termina dominando?
yo contesté: salvar el pellejo
él gritó: el pellejo es
sólo una mancha de la ofendida batista
sin sentido".


Herta Müller (extracto del discurso leído en la ceremonia de la entrega del Nobel de Literaura. Estocolmo 7 de diciembre de 2009. Traducción Jose Carlos Contreras ).



El sábado por la noche hablábamos sobre Herta Müller con Christina. Christina es una joven profesora alemana rumana, igual como la Premio Nobel de Literatura 2009 Herta Müller. Ambas pertenecen a las minorías alemanas cuyos ancestros se afincaron en suelo rumano hace mucho tiempo y que ahora viven en la tierra de sus abuelos. Christina me dijo que los alemanes de Rumanía nunca dejaron de hablar el idioma de Goethe. Mientras discutíamos sobre Herta Müller en la noche del sábado, casi en la madrugada del domingo, me imaginaba en ese momento a la flamante Premio Nobel de Literatura dando los últimos retoques al discurso que acaba de pronunciar hoy lunes siete de diciembre de 2009 en Estocolmo durante una ceremonia por el Nobel previa a la entrega del galardón más apreciado en el campo de las letras que será el jueves:


„HAST DU EIN TASCHENTUCH, fragte die Mutter jeden Morgen am Haustor, bevor ich auf die Straße ging. Ich hatte keines. Und weil ich keines hatte, ging ich noch mal ins Zimmer zurück und nahm mir ein Taschentuch. Ich hatte jeden Morgen keines, weil ich jeden Morgen auf die Frage wartete. Das Taschentuch war der Beweis, daß die Mutter mich am Morgen behütet. In den späteren Stunden und Dingen des Tages war ich auf mich selbst gestellt. Die Frage HAST DU EIN TASCHENTUCH war eine indirekte Zärtlichkeit. Eine direkte wäre peinlich gewesen, so etwas gab es bei den Bauern nicht. Die Liebe hat sich als Frage verkleidet. Nur so ließ sie sich ließ sich trocken sagen, im Befehlston wie die Handgriffe der Arbeit. Daß die Stimme schroff war, unterstrich sogar die Zärtlichkeit. Jeden Morgen war ich ein Mal ohne Taschentuch am Tor und ein zweites Mal mit einem Taschentuch. Erst dann ging ich auf die Straße, als wäre mit dem Taschentuch auch die Mutter dabei“


El primer párrafo del discurso de Herta Müller es conmovedor porque habla de su infancia, de su madre y sobre un pañuelo, un sencillo pañuelo que servía de cordón umbilical entre Herta y su progenitora, una señal de amor y esperanza en medio de la condición humana de seres cuyos antepasados habían salido de sus tierras para afincarse en otras. “¿Tienes un pañuelo, me preguntaba mi madre cada mañana en la puerta de la casa antes de salir a la calle”.


En el segundo y tercer párrafo, la autora de “Atemschaukel” cuenta su vivencia, veinte años después, en una fábrica como traductora. Se levantaba a las cinco de la mañana y luego en la fábrica escuchaba el himno que rebotaba en las paredes del patio. Al tercer año, una mañana llegó a su oficina un agente del Servicio Secreto.


"Und zwanzig Jahre später war ich längst für mich allein in der Stadt, Übersetzerin in einer Maschinenbau-Fabrik. Fünf Uhr morgens stand ich auf, halb sieben Uhr fing die Arbeit an. Morgens schallte aus dem Lautsprecher die Hymne über den Fabrikhof. In der Mittagspause die Arbeiterchöre. Aber die Arbeiter, die beim Essen saßen, hatten leere Augen wie Weißblech, ölverschmierte Hände, ihr Essen war in Zeitungspapier gewickelt. Bevor sie ihr Stückchen Speck aßen, kratzten sie mit dem Messer die Druckerschwärze von ihrem Speck. Zwei Jahre vergingen im Trott der Alltäglichkeit, ein Tag glich dem anderen.


Im dritten Jahr war es mit der Gleichheit der Tage vorbei. Innerhalb einer Woche kam dreimal frühmorgens ein riesengroßer dickknochiger Mann mit funkelnd blauen Augen, ein Koloß vom Geheimdienst in mein Büro".

El discurso de Herta Müller está plagado de recuerdos horrorosos en aquella fábrica, donde sufrió atropellos y humillaciones por no aceptar a ser colaboradora del servicio secreto. Por ello lo dejaron sin oficina y tuvo que traducir sentada en una escalera hasta que la despidieron. Habla también de Oskar Pastior, el poeta que le sirvió de personaje en su última novela Atemschaukel, quien sufrió en carne propia la deportación y la afrenta en tiempos del stalinismo y fue enviado a un campo de trabajos forzados.

También habló del hijo de sus abuelos, Matz, un nazi obcecado que murió en la guerra. Igualmente habló de las palabras, de las palabras que salieron de sus manos desde su cabeza para escribir y dejar claro sus sentimientos frente a la dictadura que le tocó vivir. En los últimos párrafos sale a relucir su madre y la historia de su detención, y como en cada párrafo, la palabra pañuelo vuelve a brotar como el agua en el desierto como un símbolo de esperanza o como un símbolo de "extrema soledad del ser humano".


Para seguir leyendo el texto en alemán: „Jedes Wort weiß etwas vom Teufelskreis”

Para leer el texto en castellano traducido por Juan José del Solar y publicado en la edición online del diario español El país:


http://www.elpais.com/elpaismedia/ultimahora/media/200912/07/cultura/20091207elpepucul_1_Pes_PDF.doc

Más: Die Wörter kennen nicht den Mund

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