Arriba a la izquierda imagen de la escritora Blanca Riestra. A la derecha portada de su libro “Madrid Blues”. Editorial Alianza Literaria. La fuente fotográfica de la foto de Riestra la desconocemos.
La musicóloga y multifacética alemana Suzanne Richter es una amante de la lengua castellana y, además, viajera incansable, ya faltaba más. Ha recorrido los Andes y las arenas del Océano Pacífico. Y sabe Dios cuántos miles de kilómetros a través del planeta. En su última estancia en Madrid descubrió este libro: “Madrid Blues” de la escritora gallega Blanca Riestra. Lo ha leído con emoción y nos regala en las siguientes líneas sus puntos de vista sobre la obra. El asunto cae a pelo porque salgo para la capital de España en unos días, así que me ambientaliza la semana para pasar unos días placenteros en Madrid. Actualmente Suzanne Richter expone sus fotografías sobre París en la ciudad de Friburgo, sur de Alemania, hasta el 8 de setiembre de 2009 en la exposición titulada “Le PARIS quotidien, le PARIS insolite” (1).
MADRID BLUES – UN LIBRO DE BLANCA RIESTRA
por Suzanne Richter
“Madrid Blues” es un libro para sumergirse en sus aguas desde la primera página: Los aficionados de la capital española podrán pasearse a traves de los barrios, avenidas y calles a través de un par de protagonistas autóctonos y extranjeros que están a la busca de algo: dinero, amor, del sentido de vida, del cumplimento de una obligación. Pero es la cuidad misma la que es el personaje principal de esta novela: “ciudad más despreocupada del mundo, la más salvaje” (pag. 82).
Con estas descripciones detalladas entramos a conocer por ejemplo la Gran Via, “los cristales sucios de Callao (pagina 13), “...hacia arriba, Callao y las viejas salas de cine, enmoquetadas, recorridas por los ratones, y los edificios señoriales convertidos en prostíbulos baratos” (pag. 22). Malasaña es un “barrio raro” caracterizado “con bullicio nocturno, los vómitos en la calle y los cascos de cerveza por la mañana los domingos” y que tiene como corazón la plaza San Ildefonso. “Madrid lucía fresca en aquellas primeras horas de la noche. Con sus taxis libres, sus octavillas electorales inundando las aceras, sus pandillas de pijos perfumados, sus punkies sentados en los portales y todavia sobrios. » (página 21).
« Las calles de Madrid resplandecen a esa hora en que la noche parece nueva: la hora en que abren las salas de baile de Alcalá y empiezan a fluir las colas de viejas endomingadas con ganas de enfilar una lambada. » (pag. 22). La calle de Montera está descrito como el « paraíso de la pequeña delincuencia con arterias cálidas y picantes como el chile. Todas las putas eran de su edad o mas jóvenes, negras, rusas, hispanas, amarillas, con los gruesos muslos repretados en ligueros y plataformas de corcho o de madera. Los chulos se mantenían a una distancia prudencial por el móvil en idiomas extraños. Planificaban negocios, regateaban precios.”
La autora tambien menciona el Circulo de Bellas Artes (“pag. 200: ...es el edificio más bello del mundo”), el Café Comercial, el Corte Inglés. pag. 185: “Madrid, aquel día, parecía excepcionalmente vivo, con una fruición a prueba de sobresaltos, que se transparentaba en el ritmo de los autobuses, en la vibración del cielo, en las carreras de los perros tirando de sus dueños. (...) Madrid era así, una ciudad con un pulso arrebatado, donde todos nos reinventábamos todo el tiempo.” “Era miércoles, y sólo en la plaza de Santa Ana los guiris se emborrachaban todavía con sangría, y en los tablados en torno de la Plaza Mayor vibraban con olés de tres al cuarto (pag.206) ».
El lector acompaña a traves la cuidad a Marga, la fotógrafa ; y Violeta que trabaja en una oficina en la Gran Vía, está con Carlos, el novio de Marga que se pasea con un libro y vive en la calle Doctor Fourquet, sigue Jusef, un chaval musulsmán que salió de Tanger hace diez años y que siempre lleva una pistola en el bolsillo. Se encuentra con el gay viejo Germán (plantado por su novio y que vivía de decorar locales y reformar pisos) con un niño perdido que espera horas y horas a su madre. Estamos juntos con Carlos y Chema Revuelta, un famoso periodista de fútbol, en el estadio, donde el último confiesa a su amigo: “Sabes qué?... mi mujer me ha dejado”. Los caminos de los personajes se cruzan, convergen y se separan de nuevo. Pasan varias veces por la plaza Lavapiés donde « la noche de Madrid es una enciclopedia viva, una cucaña, un hormiguero.” (pag. 29). Las relaciónes entre las mujeres y los hombres en esta novela no están claras, sino complicadas, todavía a definir. Pero las descripciones de personas sin nombre, callejeandos o visitantes de bares, evocan una pasión y intensidad, p.e. pag. 30 : « En otra mesa cerca del fondo dos estudiantes se besaban entrelezando las lenguas llenas de pendientes. Parecían ajenos de todo, amartelados en el lejano país de los veinte años que flotaba sobre la taberna como un dirigible ».
Hay frases que te tornan pensativo - o más fuerte - que podrían arrancar: “Estábamos todos tan ocupados en nuestros propios asuntos que apenas mirábamos a los alrededores” (pag. 79). O un viejo dice (pag.100): “Mira, niña, que Madrid no es una ciudad cualquiera, que es como una pirámide de cartas que, si quitas una, se desploma”. O en la pagina 143, María Luisa, una adivina de televisión, asusta a los espectatores con un inciso imprevisto en su emisión: “No os dais cuenta, pero el día de hoy es un día muy especial, y os recomiendo a todas que améis con especial calor a vuestras parejas y a vuestros seres queridos en general, como quien dice. (...) Aún más, os recomiendo que hoy hagaís lo que os plazca, pensad que hoy es un día hermosísimo, que, aunque no sea cierto, hoy pudiera ser el último día de nuestras vidas ». Los responsables de la tele le cortan la voz.
Carlos se dice (pag. 202) « que Madrid era enorme, una cuidad en duermevela donde cualquiera podía perderse y no ser encontrado nunca, nunca”.
Estos son algunos ejemplos para mostrar que una cosa inefable y fea pasaría en breve en la ciudad y que todos serían afectados por los eventos. Solamente los últimas paginas del libro dan informaciones concretas acerca de eso. Pero se hace notar desde la primera página una tensión, un anuncio vago.
“Acaso sabemos lo que el destino nos depara? Nadie lo sabe. Tampoco sabemos el tiempo que nos queda. Por eso a veces la vida se diluye en momentos que parecen fugaces y se concentra en otras que parecen eternos, sin sentido. Es absurdo. Para tener un propósito – bueno o malo -, una razon para luchar, uno tiene que haber perdido ya toda esperanza » (pag. 155).
Casi al final (pag. 223), fluye un último presentimiento antes que el lector reciba la certeza del tema en el que la autora está girando alrededor a través de más de 200 páginas:
“Pidieron dos cervezas y las fueron bebiendo, entre besos, sorbo a sorbo. Sin hablar. En torno a ellos el mundo chisporroteaba. Sería así siempre para ambos, eterno y carnal, resplandeciente. Allá afuera, el cielo de Madrid brillaba lleno de bruma dionisiaca, de magia negra.”
Blanca Riestra: Madrid Blues. Alianza Editorial, Madrid 2008
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