jueves, 11 de septiembre de 2008

A 35 AÑOS DE LA CAÍDA DE CHILE Y A SIETE AÑOS DEL ATAQUE A LAS TORRES GEMELAS






Dos fotos, dos tiempos, el mismo dolor. A la izquierda, la fachada de la Casa de la Moneda de Santiago de Chile envuelta en humo durante el golpe de estado del 11 de setiembre de 1973. Arriba, humo en las Torres Gemelas de Nueva York durante el ataque del 11 de setiembre de 2001.

El 11 de setiembre se ha vuelto para parte del mundo occidental en una forma de número cabálico que produce escalofrío. Las Torres Gemelas de Nueva York han sido durante muchos años casi un símbolo para los Estados Unidos, y , ahora ya no están allí donde antes hacía levantar las miradas de los turistas curiosos, sino, que esa inexistencia se ha convertido en una presencia sublime que sigue ocupando su espacio en muchas mentes, especialmente de aquellas que perdieron allí a sus seres queridos.

Para los que viven al sur del sur, osea para los habitantes del sur de Sudamérica, el 11 de setiembre tiene también otra imagen, el dagerrotipo de un demonio que bombardeó la Casa de la Moneda de Santiago de Chile y destruyó la esperanza de un país y, lo que es peor, le lavó la cabeza. El 11 de setiembre es también la mirada y la voz impertérrita del presidente chileno Salvador Allende hablando sus últimas palabras sobre alamedas por donde pasará el hombre nuevo.

Todas esas voces, son las mismas voces que rebotan en el espacio de los que sufren y sufrieron en carne propia el ataque de las Torres Gemelas, porque Torres Gemelas o Casas de la Monedas se destruyen cuando se atacan habitaciones, calles, campos, caseríos o aldeas indefensas.

Hasta aquí llego, y, que se despida la tristeza, porque cuando escribo sobre Chile me sale de los poros las lágrimas de sus pobladores mapuches, especialmente aquellos que perdieron sus viviendas para dar paso al desarrollo entre comillas. Que te empantanen tus cementerios debe doler tanto como nos duele profundamente ver llorar a una mujer americana que perdió su esposo en ese fatídico 11 de setiembre.

Hasta aquí la tristeza, he dicho. Y tengo una pregunta.

Me gustaría saber qué produce la palabra „11 de setiembre“ en la mente de un joven del Zaire, o a un chico de Moldavia o a una chica del Tibet o de Angola. No tengo idea de lo que contestarían, pero es una curiosidad personal. Nosotros que vivimos en esta parte del planeta somos nosotros y nuestras circunstancias, pero no somos los únicos, porque en estos momentos una niña nace en un pueblito de la India o un canguro ha sido golpeado por un estúpido en Australia; un oso se acaba de caer al agua del polo norte y un campesino se levanta para trabajar en Japón.

Hace unos días repitieron en la televisión alemana la polémica película Fahrenheit del director estadounidense Michael Moore. Sin comentarios sobre este largometraje, pero sí un solo asunto, el film es un documento contundente que nos muestra muchas cosas que hasta el momento no han sido aclaradas.

Buenas tardes.

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