miércoles, 4 de junio de 2008

LITERATURA Y FÚTBOL (2)

PELOTA, MALDITA PELOTA

Vengo de una familia donde el fútbol derramaba sus goles por la casa. Mi padre, o me llevaba al estadio de José Díaz en Lima o escuchaba en la radio los domingos a Pocho Rospigliosi, el comentarista de fútbol que hizo historia y dinero en Perú. A veces la familia entera se reunía para ver por la tele los partidos de la selección peruana, y más tarde, los amigos, herederos de esa „cultura“ se juntaban al lado de comidas y cervezas para celebrar los goles de Maradona o Platini, de Oblitas o Chumpitaz.


Creo que el gol más glorioso que se haya visto de una selección peruana a través de la pantalla fue el de Oswaldo „Cachito“ Ramírez. Con el perdón de los fanes de Cubillas o Cueto. Fue en la Bombonera de Buenos Aires, un día en que la linda gente de Argentina no quieren acordarse. Perú ganó y se clasificó para el Mundial de México 70. Me hubiera gustado ver la cara ese día de ese grande de la literatura y el fútbol: don Roberto Fontanarrosa. A Borges, seguro que el asunto le importó un pepino. Al maestro nunca le gustó el fútbol. Es más, lo condenó a los avernos de la incultura.


No sé si el fútbol sea una estupidez. Pero me queda la duda.


Sin embargo, cuando veo a tanta gente que la pasa en grande viendo fútbol por la televisión y echa por la borda sus problemas (por 90 minutos), recuerdo entonces que este deporte se ha convertido en un antidoto contra todo en los países en vías de desarrollo. En los países desarrollados, por ejemplo, como en Alemania, donde vivo, sucede que llena los vacíos que la agitada vida laboral abre en la rutina de la gente. El fútbol sirve para algo al menos. Es el desaguadero de la sociedad ( y , la máquina de hacer dinero, porque ahora me entero que la Primera División de fútbol de España llevará desde la próxima temporada el nombre de un conocido banco español).


En 2006, en Alemania, durante el Mundial de Fútbol, era maravilloso ver las calles de este país pletóricas de fanes marchando con banderas alemanas, e inclusive, al lado de las banderas de otras nacionalidades sin exisitir rivalidad ni odios. Desde esta semana se está volviendo nuevamente a respirar esa atmófera por las esquinas de Karlsruhe: muchos coches portan banderas alemanas sobre sus ventanas y muchas casas muestran alguna que otras banderitas en sus balcones.


No creo que huela a chauvinismo, si no más bien al deseo que existe en cada ser humano de creer en algo.


El los baños de los estadios de fútbol de Lima, y hasta en España, me he encontrado grafitis que ya parecían poemas y odas nerviosas a los equipos de fútbol. No sé si la mayoría de la gente que concurre a los estadios lea poesía, lo dudo, pero me encantó esa vez que en las puertas de los estadios argentinos se regalaban a los espectadores un libro de cuentos. Eso lo debería imitar todo el mundo.


Hablando de poesía, en Perú había un jugador a quien le apodaban „el poeta de la zurda“. Qué raro. Un poeta futbolero que hacía versos con sus goles y sus pases desde el centro de la cancha. Esos motes solo se les puede ocurrir a un periodista juguetón o a una hinchada que...bueno, mejor pregúntenle a Jorge Luis Borges, o lean lo que él pensaba sobre „el deporte rey“ como lo calificó alguien, también juguetón, por allí.


Ahora que se acerca la Eurocopa, hay que saber combinar nuestros ratos libre entre el fútbol y un buen libro. La revista Babelia ha publicado una lista de libros relacionados con el deporte de la pelota. La cuelgo abajo.


Vuelve a rodar la pelota (en cuatro días). Maldita pelota.


Lista de libros sobre el fútbol y texto de Enric Gonzáles El balón y la bandera

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