domingo, 20 de noviembre de 2011

GONDWANALAND EN LEIPZIG (ALEMANIA) EL MÁS GRANDE INVERNADERO DE EUROPA O EL AMAZONAS EN ALEMANIA

Gondwanaland, en Leipzig, Alemania, el más grande invernadero de Europa o el Amazonas en Alemania: enorme poema de acero y cristal a la naturaleza. Arriba y abajo, portada de dos libros que abordan el mundo del Amazonas (en Perú): „La serpiente de oro“ de Ciro Alegría (Editorial Planeta) y „Los dueños de astros ajenos“, de Percy Vílches Vela (Tierra Nueva Editores). Más abajo, sendas fotografías del parque temático Gondwanaland (1), en el zoológico de Leipzig, Alemania, el invernáculo más grande de Europa, donde un mágico recorrido en bote o a pie nos adentra a la selva de las selvas y se puede contemplar a 300 animales de 40 especies y 17.000 formas de plantas tropicales. Fotos: Literatambo (las de Gondwanaland). Leipzig 2011.




Dicen que
en la
Amazonía
el primer
hombre
no fue
hombre,
sino mujer

Cesar Calvo
Las tres mitades de Ino moxo
y otras brujas de la Amazonía

Al alba, el pico del incensario exhala valor púrpura,
lejos cae la catarata, corriente vertical;
rueda hacia abajo, desde trescientos pies
como si el río de plata estuviera cayendo del cielo.


Li Po
Contemplando la cascada de Lushan






Por Jose Carlos Contreras

Durante mis escasas entradas al Amazonas he escuchado un sinnúmero de anécdotas y aventuras (2) pero la anécdota que más me ha hecho reír y me ha hecho sonrojar de sorpresa es la que escuché de boca de unos guías, lugareños de pura cepa del río Huallaga (afluente del río más largo y caudaloso del mundo: el Amazonas), quienes me contaron que una vez les tocó ser los orientadores de unos turistas europeos que no podían creer todo lo que veían. Mientras atravesaban los enmarañados ríos amazónicos, los visitantes no salían de su admiración al ver tanta naturaleza intacta, tanta belleza, tanto encanto, hasta que uno de ellos, que era especialista en reptiles, llegó inclusive a dudar de lo que veía e inclusive acotó que el lugar, por donde los guiaban los peruanos, era simplemente un parque temático construido para engatuzar a los turistas.

De eso me he acordado esta vez cuando he conocido Gondwanaland, el parque temático inaugurado este 2011 y que cuenta con un perímetro de 16.500 metros cuadrados dentro del zoológico de la ciudad de Leipzig, Alemania, y que ha sido edificado siguiendo las coordenadas y las cartografías que podrían igualar un lugar parecido a la selva amazónica, o al lugar que antiguamente se denominaba Gondwana. El recinto está meticulosamente construido que casi podría decir que me he sentido, por algunos momentos, como si estuviera en el Amazonas y me he recordado de las anécdotas de los turistas europeos visitando las selvas del Perú con la boca abierta y cara de duda.


El techo de Gondwanaland está revestido de aluminio, acero y cristales, elementos que dejan pasar la luz del día, y cuyo efecto hace que el lugar sea un invernadero donde la temperatura es la propicia de los sitios tropicales. En ese lugar he visto a los monos ardillas (saimiri boliviensis) que viven libremente por el lugar o corren o saltan desbaratando el ambiente o viven tumbados a la orilla del río artificial que atraviesa el sitio; he observado a las nutrias gigantes o lobos de río (Pteronura brasiliensis) que vi en las selvas de Madre de Dios, Perú, en la frontera con Brasil; y al perezoso o folívoro regalando al tiempo su descontrolado letargo que relentiza el espacio; he observado el paiche o pez pirarucu (Arapaima gigas) que viven en los ríos afluentes al Amazonas y oteado -con emoción- al tigrillo u ocelote (Leopardus pardalis) que exhibe su elegante figura en Gondwanaland.



Se denomina Gondwana al antiguo bloque continental que unía Sudamérica, África, Australia, el Indostán, la isla de Madagascar y la Antártida, hace más o menos 250 millones de años, en el cretácico. La derivación del nombre proviene de un lugar de la India: Gond. A ese lugar se le denominó Godvana, bosque de Gond. De allí proviene el nombre de este edificio: Gondwanaland.

A propósito de Gondwana, de selva, de ríos y de animales, y del fantástico mundo mágico de la selva amazónica, que el más grande parque temático de Europa Gondwanaland transmite, se me ha metido de oreja y oreja la necesidad de recomendar un grupo de libros que abordan el tema del Amazonas de Perú. Comencemos con „La serpiente de oro“, de Ciro Alegría; "Selva y otros cuentos, de Francisco Izquierdo Ríos; „Pantaleón y las visitadoras“ del Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa; „Leyenda y tradiciones de Loreto“, de Jenaro Herrera; „Canto al Amazonas“, de Carlos Germán Amézaga, „El proceso del Putumayo“, de Carlos Varcarcel; „Sangama“ de Arturo Hernández; y„Los dueños de astros ajenos“ de Percy Vilchez Vela (3). La lista podría seguir, pero -repito- el invernadero Gondwanaland me ha provocado una serie de sensaciones, sensaciones que he querido compartir, sobre todo las relacionadas con la literatura. Para terminar, diría, que vale la pena darse un paseo por este lugar, ya que para ir al Amazonas desde aquí los kilómetros son muchos. Y si te decides ir a la selva sudamericana, no te olvides de leer antes los libros antes recomendados, y sobre todo, llevarte uno de ellos en la mochila: no te arrepentirás.





(1) Página oficial de Gondwanaland: el invernáculo más grande de Europa
. Gondwanaland, Gondwana - Zoo Leipzig


(2) Algunas de mis aventuras fluviales atravesando en barco los ríos como el Marañón los he hecho a veces leyendo, en algunas ocasiones la selva puede ser monótona, por eso la lectura de "La Serpiente de oro" de Ciro Alegría, fue una gozada. En el río Huallaga, a bordo de un viejo carguero, algunos pasajeros y yo hemos armado fiestas con cumbias amazónicas bajo la luna, y, en el Lago Sandoval, cerca del río Madre de Dios, nuestra canoa se ha visto rodeada de caimanes en la oscuridad. Una noche, buscando el desayuno del día siguiente, entre los peces de la orilla del río Negro, en Pacaya Samiria, nos hemos visto hipnotizados por la mirada de una shushupe (Lachesis muta), la víbora más grande del mundo y una de las más venenosas de la selva amazónica. Nunca he podido olvidar su mirada, su color amarillo ardiendo bajo la luz de nuestras linternas que la apuntaban desde nuestra delgada canoa: hermoso cuadro que siempre me hace recordar que los seres humanos no somos nada frente al poder de la naturaleza.


(3) Asimismo, estos libros que abordan el tema de la selva son excelentes: „El viejo que leía novelas de amor“, de Luis Sepulveda, por ejemplo, y „El río de la desolación“, de Javier Reverte. La lista es más larga.

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