sábado, 31 de octubre de 2009

WIR WAREN IN MADRID: ESTUVIMOS EN MADRID

Arriba, Don Qujiote y Sancho Panza caminando por el Parque El Retiro de Madrid en setiembre de 2009. Foto: Literatambo. Abajo, Madrid a la llegada de la penumbra con la coqueta luna que se asoma tras una lámpara. Foto: E.Engel 2009. Las fotos de abajo pertenecen a E. Engel, C. Ertel, H. Ehrnsberger y J.C.Contreras.


Por Jose Carlos Contreras

Era una deuda fotográfica, mejor dicho una deuda con una de las ciudades más encantadoras de Europa. Estas fotos fueron hechas por un encantador grupo de chicas y chicos con los que vivimos la experiencia de vivir Madrid a toda noche, a toda marcha, a todo tren, a todo Ave. La vida es la suma aritmética de buenos momentos a la que muchos le adhieren una suma geométrica. En los pequeños momentos está la felicidad, en esos retazos que a veces pasan inperceptibles a nuestros sentidos está el infinito de la alegría. Por eso recuerdo a Madrid ahora después de semanas de haber estado allí, porque Madrid hipnotiza y tiene el cuerpo de mujer. La luz de sus ojos de agosto se mete por todas las esquinas por donde se esconden los amantes besucones, y, cuando llega la noche, viene con el neón la luminosidad de las sonrisas de sus gentes, el ruido, la fiesta, el desenfreno que para muchos puede ser insoportable. Pero, para un viajero como yo, vuelve a producir la misma sensación de felicidad y libertad que produce la sonrisa de un niño o el vuelo de una gaviota. Hemos compartido con estas chicas y con estos chicos grandes momentos y hemos hecho, todos juntos, más de mil fotos, quizá más. Pero las mejores fotos son las que se quedan en el alma para siempre. Por eso les muestro algunas, solo algunas, como invitación, para que el que todavía no se ha dado un salto por ese rinconcito de España, que lo haga ahora o que calle para siempre. Madrid vio nacer a escritores como Lope de Vega, Mariano José de Larra, y tantos otros. Aquí se imprimió el libro más universal, El Quijote de la Mancha, y solo este dato vasta para que la palabra Madrid haya quedado para siempre grabada en oro para la historia. Pero Madrid es más, a pesar que a veces quiere ser menos. No me hubiera dejado raptar por las calles de Madrid si no fingiese de caminante, de marinero en el asfalto, a pesar de que vuelvo de cuando en cuando a visitarla, debo confesar que siempre encuentro en ella un nuevo perfume, un nuevo color de lápiz labial. De Karlsruhe y de Madrid al cielo, o al infierno y eso es mucho decir, o poco. ¿Cuál es tu cau cau, Madrid?.


La noche pasa entre las calles llenas de gente

Entre la sonrisa y la alegría sólo queda una duda:

El tiempo que lo arrebata todo y sobre todo

El olvido. Madrid es un lugar para no olvidar.




La entrada a Madrid por la Terminal 4

Es una puerta moderna a una Madrid que se renueva

Sus decorados son impresionantes

La luz es tenue e invita al descanso.


Madrid y sus calles de antaño

Por aquí se bailó el chotis

Y las vecinas lanzaron pañuelos al sol

Por estas me pierdo al mediodía

entre puertas y ventanas del pasado.


El agua del Parque con su color de océano

Sus árboles reposando bajo los sueños

Unas manos y unos pies haciendo sombra

Unos ojos divisando el vaivén del agua

El trinar de los pájaros y el silencio a veces.


En Madrid se come bien y se bebe con los Dioses

Bajo el techo de la ciudad se esconden los sabores

El aperitivo vespertino que endulza las palabras

La música que sale del corazón de una esquina

Madrid se mueve como una bandera sobre el monte

Y no se cansa.


Madrid no fue Guernica, pero aquí también cayeron las bombas,

entonces los pájaros volaron al ver tanta miseria

un colibrí pintó el cielo y un caballo relinchó profundamente:

unas manos, un toro y un ojo despiertan la curiosidad

del visitante.


El árbol como símbolo, y su silueta de mujer

Como vanidosa damisela que atrae las miradas

Madrid las tiene a todas raptadas con amor

Ellas se levantan portentosas como un faro

Y sobre el horizonte sus sombras apuntan

Y se hacen infinitas.


Cabeza de toro, cuerpo hermoso sobre la arena,

en las Ventas te he visto correr enloquecido,

he visto tus ojos perturbados de tanta desolación

si tuvieras siete vidas como los gatos

no estarías así exponiendo tu hermosa cornamenta

en el paraíso.


Madrid desde lo alto a la hora del adiós,

los adioses tienen forma de caída de sol,

como el últmo beso, la última caricia,

el adiós puede convertirse en un adiós infinito,

desde el cielo los adioses los escucha Dios.

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