domingo, 6 de abril de 2008

TOROS, CONTRADICCIONES Y LORCA

A las cinco de la tarde
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.


("Llanto por Ignacio Sánchez Mejía", Federico García Lorca )

Hoy he leído en "Palos de ciego"-página del escritor Javier Cercas que se publica en la revista dominical de El País- una cita de un periodista de Abc que el mencionado escritor rescata y que me ha parecido redonda. La copio: "Dar un Oscar a un actor español es como dar triunfador de San Isidro a un torero norteamericano". El autor de Soldados de Salamina, escribe sobre Bardem, el actor español que ganó un Oscar y escribe también de literatura y de cine. A mí -a pesar de su baja calidad- el cine español me mola, quizá por la escazes de películas en castellano en Alemania.

Pero, quería volver a la frase del periodita de Abc que me ha llevado a pensar en la tauromaquia; en Acho, la plaza de toros más antigua de América y, en mi dormida afición a los toros, aunque resulte políticamente incorrecto.

Sin embargo, me vuelve a la memoria la primera tarde de toros (1) en Acho a la que me llevaron mis padres: fue en octubre, en sombra, fila 10, tendido, no lo sé, había sol, tenía cinco años y, la música y el color me fascinaron sobremanera. Desde entonces empecé a ir a los toros. Aunque hubo algunas temporadas en que dejaron de interesarme.

Más tarde, con David Odría, director de Radio Nacional, hicimos "Paliques Taurinos". Transmitíamos cada 20 minutos reportes desde la Plaza de Acho y era fenomenal escuchar por los auriculares los goles desde el estadio de Alianza Lima o la última carrera en el Hipódromo de Monterrico y pasar a Acho. Terminada la corrida nos íbamos a la radio de Santa Beatriz y hablábamos de toros y, a veces, entrevistábamos a los toreros.

Años más tarde, en España, lo primero que traté de pisar fue el albero de las Ventas de Madrid y vi toros. Después siguieron la Real Maestranza de Sevilla (adonde me invitó una sevillana de polendas y que me llevó a una de sus casetas) la Malagueta, Ronda, Granada, Almería, Córdoba, la tierra de Manolete, y un sinnúmero de plazas que hicieron florecer un montón de veces la contradicción que existe en mí sobre esta costumbre de matanza de animales.

El texto de Cercas, y la ilustración de Gabi Beltrán que ilustra la página 6 de El País Semanal de hoy, me han vuelto a provocar.

La última vez que vi toros fue en el verano pasado. En la Plaza Las Ventas de Madrid. Era una novillada en la que conocí, a diestra y siniestra, a rusos, alemanes, austriacos, americanos y a un par de mexicanos graciosos. Fue una tarde tierna, sangrienta. Tierna, porque escuché atentamente lo que provoca las corridas de toros a personas de otras culturas que por primera vez lo ven. Sangrienta, porque me me fui luego al matadero para otear como descuartizan en un santiamén al animal, luego de descuajeringarlo en la arena.

Toros y sangre. Turistas y contradicciones. La literatura también ha dado sus puntos de vista en este ambiente. Hasta mi abuelo, quien me contaba que a principios del siglo pasado entraba a ver toros en la segundilla, me hablaba de toros y de la antigua Plaza de Acho. Nunca le pregunté a quién vio torear.
A mí me hubiera gustado ver torear a Àngel Valdez o a Manolete. Pero me queda en el recuerdo la imagen de un torero viejo y medroso, como fue al final de su carrera Curro Girón o, el temple y la seriedad de Joaquín Bernado. Hoy en día los toreros ya no me molan. Voy a ver más a los toros. Ese impresionante animal que he conteplado horas en mis caminatas por la provincia de Cádiz. Ni Ponce, ni el Juli me transmiten esa pasión que trasmitía Paco Ojeda o Curro Romero. A José Tomás todavía no lo he vito torear. Morante de la Puebla es uno de los buenos, o de los malos, como se le quiera ver.
En literatura taurina me quedo con Joaquín Vidal, ese periodista que leía con pasión desde Lima, y con ese hermoso poema titulado "llanto por Ignacio Sánchez Mejía" que escribió Federico García Lorca.

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